The Styilist (Jill Gevargizian, 2020) – 105 min. –
Sinopsis: Versión femenina de Maniac (2012), del remake, ya que en este aunque no hay visión subjetiva como en la versión de Elijah Wood, trata más el trasfondo emocional del personaje. Basada en el cortometraje del mismo nombre el 2016.
Una peluquera estilista tiene la pulsión de matar mujeres para arrancarles la cabellera y usarla como peluca (en lugar de para vestir maniquíes).
Sustituimos el «macabrismo» de sus predecesoras por belleza y elegancia, rebajando un poco el tono de gore y tratando más el tema del trauma existencial, para que el publico pueda empatizar ligeramente con ella.
Mismos impulsos, mismas necesidades, aunque mucho más descuidada en la ejecución, valga la redundancia. Habremos de perdonar a la película constantemente la sensación de «es imposible que no la hayan pillado ya». Porque los descuidos son constantes, y acostumbrados como estamos por todas las series de policías que vemos, nuestra protagonista no habría durado ni 5 minutos antes de que picaran a su puerta.
Pero se lo perdonamos, porque es muy guapa y muy elegante y muy pelirroja.
De hecho la película busca enfocarnos constantemente en ello, para distraernos de posibles errores. Incluso con una escena subida de tono (aunque divertida) para deleite de la chavalada.
Es una película que veríamos por su apartado estético tanto en imagen como banda sonora, impecable y porque los actores lo hacen bastante bien. Pero con una historia que ya hemos degustado anteriormente.
Bueno, como con la comida, si un plato me gusta repito. Mientras el año que viene no salga otra versión idéntica y llegue al empacho no hay problema.
Pensaba puntuar más bajo la película, debido a que pierde ritmo hacia la mitad y se podría haber reducido metraje, pero la escena final, aunque super-previsible me parece genial. No en vano, quien tiene un amigo tiene un tesoro.
He de reconocer que tengo la debilidad de siempre empatizar fácilmente con los «villanos» de las historias y en este caso no puedes parar de pensar sobre lo solitario del personaje y la lastima que daba, en un mundo que no la respetaba ni aceptaba sus «necesidades», rodeada de gente superficial, que buscan desahogarse en personas anónimas por la vaga sensación de poder que ello conlleva. Llega a conseguir que conectes con ella y su ansia perfeccionista (muy bien representada al principio de la película).
La escena: La reconoceréis por «la sonrisa de una niña»
La frase: «Olivia, yo no corro».
Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2020
Nota del autor:
7,0 ██████ (Buena)
TRÁILER V.O.