Possessor (Brandon Cronenberg, 2020) – 103 min. –

Sinopsis: Una corporación ofrece unos servicios de asesinato muy peculiar, sus agentes son capaces de usar cuerpos ajenos mediante chips y una conexión neural, para acometer sus objetivos para a continuación dejar morir a los anfitriones, eliminando cualquier prueba y rastro.

Una muy buena  idea, laboriosa, pero eficiente. Con la única traba de tener el riesgo de fusiones mentales, con lo que siempre se ha de monitorizar a los agentes.

Por el otro lado tendremos a Tasya Voss (Andrea Riseborough, Oblivion (2013)), una leyenda dentro de los agentes, considerada casi como una artista. Que esta empezando a llegar a su limite cuando afronta esta misión.

Nueva película del hijo del aclamado director David Cronenberg, que ya nos obsequió hace años con Antiviral (2012). Si en la anterior nos hablaba sobre el fetichismo llevado a nuevos limites en esta nos hablará de los riesgos de encontrar alguien demasiado afín.

Possessor es una cinta muy cuidada a nivel estético y banda sonora, todo contiene significado y ya en las escenas donde se ejercen los procesos de control mental se entrevén los guiños a la nueva carne de la familia Cronenberg.

Es un film de ritmo muy lento, regalándose en cada escena, pero no llega a aburrir con ello. No se verá ninguna escena de acción (a pesar de ser un largometraje de asesinatos), de hecho se eliminará la banda sonora en las escenas sangrientas -con tal de desconectarnos-, no es de lo que va la película, a pesar de estar bien hechas y contener su buena carga gore. Es más sobre la preparación, lo que nos lleva al acto y sus consecuencias.

El film nos muestra dos personajes entre la espada y la pared, castrados por unos lazos emocionales que les esclavizan e impiden que lleguen a liberar todo su potencial, haciendo que su figura cada vez este más erosionada y gris. Haciéndonos considerar que el hecho de que un asesino entre en sus vidas sea lo mejor que les haya pasado nunca. Que el hecho de querer dañar al otro a lo mejor le implica la liberación.

Presionados por su entorno, veremos que se hunden en un pozo del que no podrán salir solos. Nuestros protagonistas verán que sus lazos son anclas que los arrastran. Anclas que quieren en sus vidas, ya que quieren tener un rastro de humanidad. Que los dos personajes estén en el mismo cuerpo es solo un detalle sin importancia.

Me recuerda a un episodio el famoso manga «Lobo solitario y cachorro» (de Kazuo Koike) donde el protagonista, para dar su siguiente paso como asesino debe llegar a alcanzar el estado de Mu, el total desapego de cualquier lazo que tenga, de forma que vivir y morir sean uno solo. En lugar de tener una nueva carne tendremos la construcción de una nueva mente, a partir de pedazos de personas rotas.

Los protagonistas son una muy buena elección actoral. Una mujer que cada vez es menos expresiva, fundiéndose demasiado en sus objetivos, hasta el punto de tener que ensayar sus reacciones verbales y emocionales antes de tenerlas y un hombre que cada vez es más emocional al ir perdiendo el control de su entorno.

Como guiño, reconoceréis a nuestra protagonista como Mandy (en el film del mismo nombre).

A medida que voy escribiendo más sobre la película, mas ganas tengo de volverla a ver.

La escena: La fusión mental, esos cuerpos deshaciéndose y reintegrándose  me recuerdan mucho a la nueva carne del padre.

La frase: «No puedo hacerlo, soy cristiano» (cuando Tasya pide ayuda a otro agente para suicidarse) – «Tu tienes el control».

Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2020

Nota del autor:

7,0 ██████ (Buena) 

TRÁILER V.O.:

 

Written by Oscar Hidalgo

Cinéfago demente