Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl (Gore Verbinski, 2003) – 143 min

Probablemente la carrera de Gore Verbinski no sea de las más dilatadas de Hollywood, pero hay que reconocer que el director -o más bien sus películas- ha conseguido hacer mucho ruido dentro de su limitada pero intensa filmografía. Fue en 1997 cuando hizo las delicias de pequeños y mayores con “Un ratoncito duro de roer”, película precedida por la discutible “The Mexican” (2001), seguida ésta de la incursión del director en el género de terror con “La señal (The Ring)” (2002). Pero fue con la primera entrega de la saga de acción y aventuras “Piratas del Caribe” con la que el nombre de Verbinski se impulsó hasta adquirir un ligero reconocimiento como un director que garantiza gozosos momentos de entretenimiento con unas películas que, si bien no figurarán habitualmente en un listado de las mejores de la historia, son de agradecida factura y de muy fácil digestión.

Y esto a pesar de la larga duración de cintas como la que aquí se comenta, con casi dos horas y media de metraje a sus espaldas, llevadas en volandas por un reparto que brilla entre la calidad de su faceta histriónica y la corrección que se espera de los actores de una película de estas características: todo controlado palmo a palmo por su principal productora, la Walt Disney Pictures, quien trata que nada se le escurra entre las manos para cumplir con su objetivo de ofrecer un film apto para toda la familia, que es lo mismo que para toda la taquilla. Pero detrás de la atmósfera comercial de esta trepidante película se esconde un conjunto con carácter, ritmo alocado, una historia central rica en diversas ramificaciones sin desperdicio, mucha acción, diversión, humor, abordajes, efectos especiales de impagable resultado, encuadres maravillosos y la vida pirata ofrecida desde un tono más liviano y simpático que documental, que huye de lo sangrante y lo calamitoso en beneficio de un retrato universal -con todos los tópicos que se adjudican a los corsarios- bañado aquí en lo fantástico.

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El rumbo de la historia lo encauza el argumento protagonizado por el genial, inimitable, sarcástico, amanerado, valiente y extravagante capitán Jack Sparrow, que surca los mares bajo la imponente bandera negra con calavera y dos huesos cruzados, en busca de aventuras, emociones y situaciones que puedan hacer crecer su riqueza. Pero donde hay un gran pirata, hay un gran enemigo: el Capitán Barbossa (Geoffrey Rush), quien se ha apoderado del navío de Sparrow, el Perla Negra, lleva hasta el extremo sus malvadas intenciones arrasando Port Royal y secuestrando a Elizabeth Swann (Keira Knightley), la hija del Gobernador Weatherby (Jonathan Pryce). El amor que el Comodoro Norrington (Jack Davenport) y el herrero Will Turner (Orlando Bloom) demuestran sobre la bella mujer, chocará convirtiéndose en una persecución a través de las aguas para lograr rescatarla y frenar el objetivo del Capitán Barbossa, que no es otro que el de servirse de la guapa mujer para encontrar una pieza de oro azteca que romperá, mediante un ritual, la maldición que durante años ha afectado a su tripulación… Mientras el Comodoro basará su principal obsesión en atrapar a Jack Sparrow, Will Turner, quien siente un gran desprecio por los piratas, acabará compartiendo barco con el citado Jack, pues las intenciones de ambos apuntan en la misma dirección: mientras el pirata desea volver a tomar su navío, Turner sólo quiere recuperar a quien va en él: Elizabeth.

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El trabajo de todo el reparto es notable, y la interpretación de Johnny DeppSleepy Hollow«, 1999), bañada en el histrión, estupenda. Toda una lección de personalidad propia para un personaje sencillamente arrebatador. Depp está en su salsa. Geoffrey Rush («El discurso del Rey«, 2010) como el capitán Barbossa, aterra con su mirada dentro de un rol que pocos podían haber superado, mientras Keira Knightley desarrolla su labor con un temple admirable, anticipando lo que vendría dos años más tarde con su maravilloso papel protagonista en “Orgullo y prejuicio” (2005). Orlando Bloom («El reino de los cielos«, 2005) demuestra corrección y algunos momentos de fugaz brillantez, aunque no me resulta para nada indispensable, y Jonathan Pryce («Regeneration«, 1997) regala momentos y miradas sin desperdicio desde su personaje del Gobernador.

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El compositor alemán Klaus Badelt (“La máquina del tiempo”, 2002) ofrece unas partituras entusiastas, con un nivel de acción similar al de las escenas de la cinta y con un fascinante resultado que sería reconocido fácilmente mucho tiempo después del estreno de esta película, hasta convertirse en una de las bandas sonoras más afamadas de las últimas décadas.

Un fenomenal viaje a través de los mares y una gran película -a pesar de sus pertinentes limitaciones- de aventuras, piratas y emociones.

Nota del autor:
8,0
████████ (Muy buena)

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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