The Boondock Saints (Troy Duffy, 1999) – 107 min

En un barrio sur de la periferia de Boston, un par de hermanos irlandeses – fervientes católicos – arrastran sus monótonas vidas viendo como los delincuentes se van siempre de rositas y al sistema parece importarle un bledo lo que ocurre en aquel barrio castigado por la codicia de los mafiosos.

Es el día de San Patricio y después de un encuentro desafortunado con unos miembros de la mafia rusa, los cuales acaban muertos en legítima defensa, aquellos hermanos tienen una revelación divina en la celda y conocen que Dios les ha concedido la misión de limpiar las calles de criminales y depravados… y claro está, para que llegue el Reino de los Cielos primero hay que limpiar las calles con la sangre de los malvados. Donde las balas son más poderosas que la Palabra, donde el arrepentimiento siempre pasa por un placentero viaje con Caronte.

A finales del 1999 el realizador norteamericano Troy Duffy tendría su bautizo en la dirección con esta película, de la cual también escribiría su guión. Narra una historia que indiscutiblemente tiene alma de cómic, no sólo por el diseño de los personajes sino por el desarrollo de la misma. Bajo ese subgénero tan explotado como es del vengador justiciero o películas de justicieros, nos encontramos con un film que aporta mucho más que todos esos puñados de estereotipos y clichés acumulados en películas de Charles Bronson y sucedáneos.

Aparte de las escenas de acción, que personalmente las encuentro maravillosas, dentro de su vorágine de balas. Lo grande que hace de esta película es el carisma que rebosa cada personaje, sin importar que sea principal o secundario. Los gemelos MacManus (Connor y Murphy) son hombres que a pesar de ser temerosos de la cólera de Dios no les tiemblan las manos a la hora de acabar con los lobos disfrazados de corderos. Connor (Sean Patrick Flanery, Nefarious) es el tipo sereno que lo quiere todo planificado (aunque sus planes los saque de pelis o series que vió en la TV) y Murphy (Norman Reedus, el arquero de la moribunda serie The Walking Dead) es el impulsivo que sólo quiere entrar en acción y acabar con todos los que pueda. A esta dupla se les unirá su colega y desquiciado Rocco (David Della Rocco) que más que humor añadirá esa dosis necesaria de caos.Y para que brillen nuestros «héroes» siempre tiene que haber un villano a su mismo nivel, en este caso dentro del subgénero de justiciero… el «perro de caza» encargado de atraparlo. Y dejadme que me persigne ante la maravillosa actuación del William Dafoe haciendo del agente federal Paul Smecker, un agente del FBI abiertamente gay donde su amaneramiento es tan incisivo como su arte de deducción. Nuestro particular Virgilio que nos descubrirá qué ocurrió en la escena del crimen antes de que se desatase un infierno de balas. Su aportación al personaje hace que cada vez que aparezca enamore a la cámara y a nuestros corazoncitos. Imposible pensar en otro actor que pudiera sacar tanta punta a este histriónico personaje. Es una de estas ocasiones en que los descartes hacen que un actor como Dafoe calle bocas a los productores (que querían en un principio a Sylvester Stallone).Como dije en un principio este film tiene alma de cómic, no sólo en su estética, en sus personajes sino también en su ritmo y en su potente banda sonora. No os negaré que una vez visionado el film tuve buenos recuerdos de El cuervo (1994), con esta banda sonora que lo mismo te mete música sacra que metal o un rock and roll. Una sinfonía espiritual para que nuestros «héroes» encuentren la verdad y la justicia divina. También encuentro otras similitudes con el film anteriormente mencionado, ya que el génesis justiciero se origina con una festividad concreta, pasando de «la Noche del Diablo» a el Día de San Patricio; todo está desencadenado por un mandato sobrenatural de venganza y a pesar de que nuestros chicos no son inmortales, creedme si os digo que un ser sobrenatural los protege. Me gustaría pensar que en el fondo cuando el director Troy Duffy escribió esta historia en cierta manera redactó un hermosa dedicatoria a la creación de James O’Barr .En el tema estético en nuestros justicieros católicos se ve muy influenciado por Matrix: abrigos negros, gafas Rayban y armas automáticas que sacarían una sonrisa al T-800. Pero ahí quedan las semejanzas. Olvidaos de la filosofía de tabloide y del neo-existencialismo -perdonad el mal chiste- que abanderaba el film de culto; aquí veremos tiros de todas clases (maravillosos y cutres); el humor (eso que jamás apareció en el universo de las Wachowski) aquí lo tenemos en puntuales dosis y de diferentes géneros (humor negro, humor blando, humor casposo, y sobre todo irreverente). Siendo Los elegidos una una película que no se toma en serio a sí mima y eso hace que brille con luz propia.Y qué más se puede decir de este film, no os exagero si os digo que es una película que me ha sorprendido muy gratamente. Un auténtico tesoro cinematográfico que tuvo la desgracia de estrenarse después de Matrix y totalmente apaleada por los sucesos ocurridos en la masacre de la Escuela Secundaria de Columbine, convirtiéndola en chivo expiatorio involuntario de lo sucedido – porque Matrix era intocable y había que pagar el pato con otros films más independientes y con un humor más transgresor – provocando que sólo se distribuyera en 5 salas en todo EE.UU, teniendo que pasar seis años para tener un reestreno mutilado. Dejo este dato por si alguno piensa que esto sólo pasaba en tiempos de dictadura.En resumen, Los elegidos nos plantea una trama sencilla con unos personajes a los cuales no pararás de cogerles cariño (sin importar de qué lado se sitúen), con un storyboard que son puras viñetas de cómic, con una acción tan desenfrenada como su humor y una banda sonora cojonuda. Para mí, sin duda alguna, un peliculón donde las balas hacen el mismo daño que los versículos.

Nota del autor:

9,0 █████████ (Excelente)

TRÁILER:

Written by Diego Karasu

Cofundador y Director Adjunto