Sound of freedom (Alejandro Monteverde, 2023) -131 min-
Sonido de libertad (Título en Hispanoamérica)

La película arranca convirtiéndonos en testigos mudos de la captación y posterior secuestro de un par de hermanos menores de edad (Rocío y Miguel) en una ciudad de Honduras. La desesperación de su padre y la sensación que vivimos en el prólogo de que el verdadero Infierno está en la Tierra no se queda solo en un presentimiento… Mientras en Estados Unidos, el agente especial Tim Ballard (Jim Caviezel) -padre de una familia numerosa y cristiano acérrimo- dedica su vida a perseguir y atrapar a pedófilos; una empresa que si bien es fructífera le hace sentir que no hace lo suficiente. En una de esas redadas llega a sus manos Miguel y una pregunta asalta su mente: «a pesar de tantas detenciones ¿cuántos niños he liberado?»

Basada en hechos reales, y sin caer en spoliers, la trama de la película podría simplificarse en un par de líneas de texto en las que se describe como Tim abandona su trabajo dentro de la Agencia de Seguridad Nacional para embarcarse en una especie de misión imposible donde pone en riesgo su vida – literalmente – para encontrar a la hermanita de Miguel y darle sentido a su vida. Y sin embargo sería quedarnos en la superficie del primer film que muestra al público la punta del iceberg de la explotación y trata de niños como la enorme red global organizada que es.

En el mundo cinematográfico siempre ha aparecido la figura del pedófilo como una fruta podrida que hay que apartarla. Algo aislado que no tiene nada que ver con la sociedad que ha creado “el hombre civilizado”; pero poco se ha dicho del comercio de niños, que tratados como auténtico ganado que debe ser sacrificado (su inocencia, su cuerpo y, cómo no, su alma) a un “mercado” que ofrece grandes cantidades de dinero en un “producto casi imperecedero” – que a diferencia de las drogas – puede consumirse decenas de veces al día. Algo atroz, algo imperdonable, que sobrevuela durante todo el film y que llena de repugnancia no solo a Tim sino a nosotros mismos.

Por razones obvias este aspecto está insinuado en el largometraje de forma sutil, principalmente por razones éticas y para no convertirse en un panfleto que alimente la perversión de aquellos con los que quiere acabar Tim. El tratamiento de los niños – dentro de este mundo oscuro – no ha caído en el sensacionalismo y nos los muestran como juguetes rotos que no entienden porque hacen esas cosas con ellos.Si es que, no nos engañemos, es difícil de contar algo tan repugnante y tan global sin caer en la desesperación. Es por ello que el director mexicano Alejandro Gómez Monteverde ha llevado este film con un mensaje de exposición al público de un lacra que debe ser exterminada con un mensaje esperanzador. Entiendo perfectamente esa decisión, pero creo que se queda a medio camino del problema: se centra tanto en los inicios de Tim (todo ocurre en Colombia) que parece temer apuntar que detrás del turismo sexual hay organizaciones (en los países ricos) que alimentan este deplorable “mercado”. Seguimos encarcelando a los cargos medios y tememos decir quién está detrás de todo esto. Algo que, por ejemplo, en el gran film Aguas oscuras (2019) no titubea en señalar a los responsables finales de la atrocidad que durante décadas se estaba encubriendo.

Sound of Freedom se queda a medias, con un arranque ciertamente angustioso, donde el espectador poco a poco va descubriendo algunas partes del monstruoso ser que ha estado saciando peor lado del mundo moderno pero luego parece derivar en una historia de rescate: hay que salvar a una niña (o unos niños) de unas personas malas sin recordar que estos niños ya no son niños y esas personas hace decenas de años que dejaron de serlo. Existe un texto en forma de epílogo final, demoledor no lo puedo negar, pero eché en falta que ese texto se mostrara de forma gráfica en el protagonista. Que todo no se hubiera archivado y que se hubiera tirado del hilo hasta salir del laberinto o hasta haberse enfrentado al Minotaurio que hiere la vista y que nos hace mirar a otro lado.

Por lo demás, no me ha parecido una mala película. El elenco de actores lo hace genial, destacando el papel que hace Bill Camp (haciendo de Vampiro, un exnarco que busca la redención), Cristal Aparicio (haciendo de Rocío) y por supuesto el gran Jim Caviezel que no dejaba de verlo – a pesar de su caracterización – no como un agente especial sino como el Cordero de Dios La Pasión de Cristo (2004) que había regresado para descubrir entre lágrimas que lo más sagrado estaba corrompiéndose. Maravilloso el Caviezel, como siempre. El ritmo de la cinta es una montaña rusa de angustia y desesperación que no te dejará levantarte de la butaca. No podemos dejar pasar por alto tanto la fotografía, que al igual que la banda sonora que está bastante cuidada (*).

(*) con la excepción del tema de Shakira que se sintió como una patada en la barriga. No tío, eso no se hace, por muy balada que sea.Por último, agradecer que (a diferencia de cómo ocurrió en Expreso de medianoche (1978)) previo al epílogo final se muestran imágenes reales de archivo de Tim Ballard y de sus misiones para salvar a niños cautivos de las mafias. ¡Ah, sí! Después de los créditos hay un mensaje del director.

En definitiva, Sound of Freedom no es un mal film, de necesario visionado salvo si sois muy sensibles al tema. Una película que ninguna gran distribuidora quería por lo escabroso del tema, y que ha tenido las agallas de poner sobre la mesa algo que nadie quiere ver, que nadie quiere admitir que ocurra hoy en día: La trata de niños y la utilización de los mismos como esclavos sexuales. Me quito el sombrero por su valentía, queda dicho, pero creo que se ha quedado a medio camino de señalar abiertamente a los culpables y dar la impresión que todo ocurre en los países donde se secuestran a los niños.

6,5 ██████ (Correcta)

Distribuida en España por A CONTRACORRIENTE

La película está en cartelera desde el 11 de octubre de 2023

TRÁILER:

Written by Diego Karasu

Cofundador y Director Adjunto

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