Megalomaniac (Karim Ouelhaj, 2022) – 118 min. –
Inspirada por una historia real. En Mons, un pueblecito belga. Tras 20 años de la primera saga de asesinatos. Los hijos del asesino original seguirán con el negocio familiar.
Una historia de familia de psicópatas. Hermano y hermana, a cada cual con sus taras. Mezclada con una historia de torture porn, dominación psicológica y algo de misticismo ritual.
Esta película aunque un poco alargada me ha gustado por lo estético y ese trasfondo surreal místico que tiene desde el principio. Con una familia que pretende seguir el legado del padre (y quien sabe si hubo más generaciones anteriores). No importan las consecuencias.
Te pone en una situación muy mal rollera desde el primer minuto. Con un hermano que es un perfecto asesino psicópata, con las cosas muy claras. Serio, duro, profesional y muy protector, pero tan dominante que llega a anular a su hermana.
Una hermana esquizofrénica y paranoide, completamente apagada que será la que verá el misticismo tras los actos de su hermano, o simplemente es que su mente rota será la única que captará lo que esta pasando.
Empezaremos con una escena de asesinato, que esperábamos, pero que ira avanzando metódicamente paso a paso a la masacre final. La hermana ira sufriendo el caso de acoso laboral más brutal que se ha visto en el cine. Con personajes que colaborarán en ello, como algunos que harán de mudos espectadores. Algo que te retuerce las tripas cuando ocurre. El hecho de que sean momentos que se van repitiendo, consigue que llegues a tener mal cuerpo por la dureza de las imágenes.
Algo que nos hace pensar en algo sencillo y que siempre hay que recordar. Los espectadores son siempre participes. No hay inocencia por no tomar partido.Mientras tanto iremos viendo como se desarrolla la relación entre los hermanos, de la forma más tóxica posible. De una forma que te hace pensar en ellos más que en seres humanos como en herramientas de un gran plan. Donde cada uno toma su parte gustosamente. Una forma de no solo prolongar el linaje familiar, sino hacerlo como si de un ritual místico que se prolonga generación tras generación. Con cada muerte un poco más cerca de un objetivo que se intuye pero nunca se explica.
Una película descarnada, cruda, que busca golpear al espectador con cada plano y escena. No da grandes explicaciones para que rellenemos los huecos que hay en la historia. No exenta de coherencia, no pensemos que es un simple recurso para vendernos basura sin sentido.
La película de Karim Ouelhaj, que apenas cuenta con un par de largos desconocidos, nos ofrece un relato lleno de estilo, que solo tiene el problema de concentrar las partes potentes al principio y al final del mismo. Aún siendo interesante el nudo de la historia se ve que no hay tanta potencia.Destaco el trabajo del actor Benjamin Ramon, que a través de su personaje consigue dar el mayor de los malos rollos, incluso cuando se preocupa por tu bienestar. Y que ha conseguido, por primera vez que recuerde, el transmitir la sensación de liberación, de placer, de sensación de estar completo, que puede llegar a sentir un asesino tras cometer el acto. Algo que transciende el sentimiento y razonamiento humano. Solo al alcance de un monstruo que ha conseguido cazar satisfactoriamente.
Aún así nos deja la reflexión acerca de lo fácil que es cruzar a línea de oprimido a opresor. Es solo cuestión de tener la oportunidad y la seguridad de no rendirle cuentas a nadie. Con la maravillosa escena de la mascota.
La frase: «¿Cuando hará esta mierda efecto?» «En un momento, la paciencia nunca ha sido tu fuerte».
La escena: El momento de incesto ritual.
Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2022
Nota del autor:
6,0 ███████ (Correcta)
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