Depraved (Larry Fessenden, 2019) – 114 min. –
Sinopsis:
Versión moderna de Frankenstein, tal cual. Un par de médicos deciden jugar al «Quimicefa» con un cadáver reciente para reanimarlo y a Jack el destripador con las pobres gentes de la ciudad para conseguir las partes.
Todo con tal de probar un nuevo fármaco para evitar los rechazos en los trasplantes y mejorar el estado del cerebro.
En este caso, el conejillo de Indias, un pobre hombre, se despierta en una camilla con múltiples partes en su cuerpo que antes no estaban allí. Eso si, para su alegría y regocijo, ya que pasa de hacer squash a colgarse del techo como un mono.
Durante la primera mitad de la película Adán caminará paso a paso su rehabilitación y vuelta a la «humanidad», intentando reconstruir sus recuerdos. La segunda, obviamente, es el camino hacia la catástrofe. En este caso más que por culpa de la sociedad que no le comprende, por la codicia y estupidez de uno de los médicos.
En esta adaptación en lugar de la tan necesaria figura del científico loco (algo para lo que debería haber una carrera oficial, siempre lo he defendido) tenemos a médicos y a la industria farmacéutica como ejes del movimiento, algo que esta mucho más de moda actualmente.
El trabajo de los actores, especialmente de Adán (Alex Breaux), es bastante bueno. Hasta el punto de que parece el más humano (en esencia) que el resto que le rodea. Que entre el loco avaricioso y el ex-médico de combate con estrés postraumático no pudo escoger mejor familia.
A destacar el trabajo de maquillaje, sencillo pero eficiente, que hace un franky la mar de creíble.
La película pincha hacia el final cuando se desarrolla la vorágine, cuando los personajes se vuelven más histriónicos, o directamente se dejan el cerebro en casa (esto debería ser primera asignatura de la carrera de científico loco, «que tus logros no te hagan perder el sentido común»). Esto llega a causar que se hagan un pelín larga y todo. Sobretodo cuando se desperdicia la oportunidad de marcarse el spin off de la novia de Frankenstein.
Lo bueno de la adaptación es que lo ponen en situaciones más realistas. Que puede ser mejor para testear a un experimento que llevarlo a un club de striptease y meterle alcoholo y cocaína por todas las células de su cuerpo. Seguro que nada puede salir mal, un plan sin fisuras xD.
LA ESCENA: La visita al bar de striptease, con Igor constantemente chequeando si Franky se empalmaba
LA FRASE: «Recuerda, tres pastillas rojas cada día».
Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2019
Nota del autor:
6,0 ██████ (Correcta)
TRÁILER V.O.