Ghostland (Pascal Laugier, 2018) – 91 min. –
Pesadilla en el Infierno (Hispanoamérica)

¿De qué va Ghostland? Es la suma de dos tópicos de sobra conocidos:Personas que entran en casas de personas a hacer el psicokiller o a cumplir sus fantasías sexuales + familia monoparental que se acaba de mudar a una casa heredada. 

Esto no tendría por que ser malo. Personalmente me gustan las películas sobre gente que entra en casas ajenas y la lía parda. Desde la gran Funny Games (1997) a la primera de La purga (2013) pasando por la reciente Nosotros (2019). Pero donde estas eran divertidas y buscaban una diferenciación en el guión usando unos antagonistas que nos llamasen la atención, Ghostland nos presenta a un travesti y a una persona grande y gorda – de la que se le puede suponer algún tipo de necesidad educativa especial – . Si la película buscaba ofender al máximo número de colectivos posibles, lo ha conseguido. -Y para completar el combo la única motivación que se nos muestra de ellos es una perversión sexual muy concreta-. 

 

 

El estilo de la película se basa en los screamers y en los giros argumentales (más predecibles que los de las telenovelas noventeras) con el recurso «todo era un sueño de Resines» incluido. 

No estamos ante un producto de serie Z para que el maquillaje parezca sacado de La matanza canibal de los garrulos lisérgicos (1993) – a destacar los mordiscos usados como autodefensa que dan mucha vergüenza ajena -. Tampoco vemos una realización actoral que merezca la pena, existiendo slasher ochenteros con más profundidad dramática. 

Como espectador ingenuo deseas la aparición de una criatura Lovecraftiana para salvar la película – las alusiones al autor son continuas – y aunque nos podemos encontrar con una ensoñación que lo representa, no da lugar a disfrutar al mismo nivel que Perros de Tíndalos o criaturas similares. 

Así como curiosidad una de las actrices al rodar las escenas de atravesar cristales se lesionó y fue asistida con 70 puntos de sutura, mientras desde la dirección de la película se sostenía que no era una escena de riesgo y no era necesario el uso de una doble. 

En resumen, si quisiera ver una película sobre travestis asesinos vería El silencio de los corderos (1991).

Vista en PASE DE PRENSA el 6 de septiembre en Cines Renoir Park  en Barcelona
Distribuida en España por A CONTRACORRIENTE FILMS

Nota del autor:
3,0 ███ (Floja)      

Película en CARTELERA a partir del 20 de septiembre de 2016.

COMENTARIOS DEL EQUIPO DE LGECINE

AURA DELGADO (vista en el festival de Sitges 2018)
Aburre y mea fuera de tiesto.
En realidad todas las películas que se basan en que algo o alguien entra en tu casa (home invasion movies) me aburren. Quiero decir que a lo mejor a los fans de ese rollo no les parece un aburrimiento, pero considerando las interpretaciones acartonadas y la trama previsible, creo que coincidiremos.

Una madre y sus dos hijas se instalan en una casa llena de muñecas de porcelana, juguetes antiguos, retratos chungos y trofeos de caza. Ah, y encima está en medio de la nada, o sea que todo bien. Esa misma noche llegan unos asesinos violadores en un camión de chucherías. Obviamente, la cosa se tuerce.

El aburrimiento viene porque la historia es vieja, las muñecas diabólicas y la decoración «mal rollera» están muy manidas, para asustar sube el volumen a tope y, por último, el giro argumental no solo se ve venir de lejos sino que encima es una variación sobre un recurso que el director, Pascal Laugier, ya usó en Martyrs (2008), la peli con la que lo petó.

La meada fuera de tiesto es que los violadores/asesinos son un travestido y un gigante con infantilismo. Otra cosa que no es nada nueva, pero lo que me molesta es que perpetúa dos tópicos que me dan asco: que los gays son basura criminal y pervertida, y que la neurodivergencia es un peligro que engendra el mal. Se lo digo en francés para ver si así le llega el mensaje: Monsieur Laugier, c’est déjà le XXIer siècle.  

He intentado encontrar cosas buenas. Pero no. Desde luego el maquillaje y los efectos prácticos no: las chicas aparecen con chichones que les deforman la cara, pero ni un moratón en ellos; la piel arrancada a bocados parece plastilina y estoy bastante segura de que en un momento dado el trozo de labio que le falta al gigante CAMBIA DE LADO.

Mención especial al cameo de Joaquín Reyes (Muchachada nui) como Howard Phillip Lovecraft. Solo por eso, vale la pena verla. NOTA: 2,0


TRÁILER:

Written by Francisco Xavier Cela

Si salen animales comiendo personas, te la reseño.