LGEcine | Electric Boogaloo: La loca historia de Cannon Films (2014)

Título original: Electric Boogaloo: The Wild, Untold Story of Cannon Films
País: Australia
Primera proyección: Australia, 2 Ago. 2014 (Festival de Melbourne)
Duración: 125 min.
Director: Mark Hartley
Guión: Mark Hartley
Música: Jamie Blanks
Género: Documental | Historia del cine.
Reparto: Molly Ringwald, Dolph Lundgren, Brooke Shields, Bo Derek, Marina Sirtis, Mimi Rogers, Robert Forster, Olivia d’Abo, Cassandra Peterson, Alex Winter, Elliott Gould, Richard Chamberlain, Catherine Mary Stewart, Franco Nero, Martine Beswick, Diane Franklin, Sybil Danning, Adolfo Quinones, Michael Dudikoff, Lucinda Dickey, Melody Anderson, Andrew Stevens, Tobe Hooper, Michael Chambers, Wings Hauser, John G. Avildsen, Franco Zeffirelli, Avi Lerner, Albert Pyun, Laurene Landon, Barbet Schroeder

“[…] No dejará de asombraros la increíble cantidad de obras de culto de Serie B que llegaron a crear […] destinado a todos aquellos que tienen su pequeño corazón friky y que verán con nostalgia desfilar en pantalla toda esa retahíla de monumentos al mal gusto […] «

Siempre recordaré una entrevista a Nicolas Cage en la que venía a decir que le encantaba ser actor y que él rodaba todo lo que le pusieran por delante si le era posible. A partir de ese momento entendí la cantidad industrial de bodrios infumables que ha llegado a protagonizar. Pues ese sería más o menos el resumen de la historia de la mítica productora Cannon.

Electric Boogaloo, de Mark Hartley (Patrick, 2013), repasa la vida de Menahem Golam, un tipo al que le apasionaba el cine como a nadie. En su Israel natal dirigía todo lo que podía junto a su primo Yoram Globus, cerebro financiero de sus pesquisas. Juntos cruzaron el charco y revolucionaron el Hollywood de los ochenta a base de producir una media de diez veces más películas que cualquier otro estudio. Eso sí, todas de dudosa clase y más bien tirando a grotescas.

Su historia fue un ir de fracaso en fracaso a un ritmo trepidante. Pero igual que un reloj estropeado da bien la hora dos veces al día, sin saber cómo ocasionalmente tropezaban con un éxito. Y eso les daba cuerda para ir más lejos todavía.

Para los cinéfilos es conmovedora la historia de dos tipos cuyo interés no es hacerse ricos ni codearse con la jet set, sino hacer todas las películas posibles porque nunca pueden quedarse saciados. Como cuando Golam dice que él no gasta dinero en lujos ni cosas superfluas, porque es capital que puede invertir en rodar.

No dejará de asombraros la increíble cantidad de obras de culto de Serie B que llegaron a crear. Esas películas entre divertidas e infumables que poblaban los ochenta y que os hacían preguntaros a qué demente se le habían ocurrido, eran en su mayor parte producto Cannon. Inventaron un camino alternativo en la industria, y sin duda dejaron una huella imborrable.

Quién no tenga mucho interés en la historia del cine, probablemente deba abstenerse de intentarlo con Electric Boogaloo, ya que está claramente destinado a todos aquellos que tienen su pequeño corazón friky y que verán con nostalgia desfilar en pantalla toda esa retahíla de monumentos al mal gusto.

Pero más que eso, lo que realmente llega es esa tenacidad y pasión ciega del que sabe que ha nacido para hacer una cosa y que va a perseverar pese a quién le pese y aunque ello supongo ir en contra del mundo. Y esa es la lección que debe quedar para que sirva de espejo a muchos que se autodenominan artistas: el dinero y la fama no importan, solo el arte; o en este caso, como se le pueda llamar a las películas de Cannon.