«En casi todas mis películas he puesto todo lo que he sido y he sabido.»
Manuel Martín Cuenca es director, guionista y co-productor. Combina estas facetas con su amigo y socio Alejandro Hernández en su pequeña productora «La Loma Blanca», de donde ha salido éste «Caníbal» dispuesto a comerse el público. Nos habla de su pasión por el cine en una entrevista muy honesta.
Venimos de la entrevista con Antonio de la Torre y Olimpia Melinte con ganas de preguntarte sobre la producción… “multinacional” de la película.
Multinacional… ¡Eso suena muy grande! Tal y como estaba la situación en España empezamos a mover el proyecto en Europa desde nuestra productora “La Loma Blanca” (Manuel Martín Cuenca y Alejandro Hernández) y el proyecto fue muy bien aceptado, seleccionado en varios foros de coproducción y de proyectos en París, Rotterdam y luego en Cannes. Eso nos dio la posibilidad de hablar con muchos productores interesados en el proyecto; muchas de esas conversaciones no llegaron a nada porque cuando hay que poner dinero la gente se lo piensa un poco más. Y luego la llegada de los socios en España de MOD Producciones (a Fernando Bovaira le gustó mucho el proyecto) pues fue muy importante. Yo no sé si todas las películas hay que hacerlas así, pero ésta surgió así: cinco compañías, cuatro países. Fue un poco lío para organizar la película pero la hizo posible tal y como es. En ese sentido estoy muy contento.
¿Sientes que has puesto toda la carne en el asador con esta película?
En casi todas mis películas me he puesto todo lo que he sido y he sabido, creo mucho en el oficio y voy aprendiendo y siendo más preciso conforme voy haciendo más películas. En esta estuvimos dos años con el guión, un año y pico financiando y moviéndonos por ahí fuera y luego el rodaje fue complicado, intenso, porque además lo hicimos en dos partes; el primer personaje de Olimpia fue rodado en dos semanas y luego paramos; el equipo se fue, yo seguí ensayando, ella engordó e hicimos el otro personaje. Lo dimos todo y hubo momentos de dificultades; era como si estuviéramos en la punta de la cima, faltasen cien metros: teníamos que llegar. Yo creo que es algo que me sale en todas las películas, y en esta también.
¿Qué dificultades ha tenido “Caníbal”?
Es difícil organizar una producción con cinco productoras; tuvimos problemas de clima, llovió muchísimo; no teníamos un gran presupuesto y muchas cosas tuvimos que hacerlas a pelo, había que subir a la montaña en todoterrenos y rodar con un equipo muy pequeño, a veces no se podía llegar y había que volver… Hubo que cambiar mucho el plan en diferentes ocasiones y fue muy complicado el rodaje, pero también muy gozoso poder trabajar con los actores y con el equipo en Granada.
Has repetido con Antonio de la Torre…
Es la cuarta vez que repito con él. Hice un cortometraje en el año 1997 [un lapsus, la fecha real es 1999] que se llama “Hombres sin mujeres”, luego “El tesoro” que era una TVMovie para Galicia y la última fue “La mitad de Oscar”, que es a la que creo que te refieres. Pero yo nunca había hecho un personaje realmente tan complejo y protagonista absoluto. Y creo que Antonio tampoco había hecho un protagonista absoluto en una película.
Bueno, su papel en “Balada Triste de Trompeta” fue complejo y con bastante protagonismo.
Sí, pero no era el personaje absoluto. Antonio decía que se sentía muy extraño porque rodaba los 42 días de rodaje, a todas horas. Porque claro, está en todas las escenas.
Sí, normalmente hay algún día que se libre…
Porque suele haber alguna secuencia con otro actor, o… aquí no había un solo día que librara.
¡Hasta los extras se podían contar con los dedos de las manos!
Personajes habrá como diez, doce. Es una obra muy esencialista, como una obra de teatro.
Lo bueno es que ni se echa de menos que haya más gente. Cada persona pinta algo.
Cada persona que está allí representa un mundo; luego está la ciudad, que no la ves. No hay planos de la Alhambra. Pero la intuyes, la sientes. La oyes a través de la radio, la ves en off.
También quería preguntarte sobre tu papel como guionista. Un director que también es guionista a veces mezcla una cosa con la otra, el director se acaba “comiendo” al guionista… ¿Cómo mezclas tú ambos roles?
Es como un proceso de trabajo. Yo creo en el oficio y la artesanía del cine y estoy desde el principio hasta el final del proyecto, incluyendo el chequeo de la copia que vais a ver en el cine. Cuando voy a ver una proyección soy de los que sube a la cabina, me peleo con el proyeccionista… (risas). El guión es el primer proceso; me gusta mucho trabajarlo porque en muchas ocasiones lo hago con Alejandro Hernández, que es un amigo. Se nos ocurre una premisa e investigamos desde allí. Después hay que reescribir, reescribir, reescribir… Y llega un momento en que yo poco a poco voy visualizando la película y es cuando Alejandro se va retirando y el guión sigue creciendo. No soy de los que creen en el guión de hierro, inamovible. Como decía Truffaut: “En el rodaje contra el guión, en el montaje contra el rodaje”.
Se preseleccionó esta película para representar a España en los Oscar y luego se supo que la elegida fue “15 años y un día”. ¿Cómo viviste los dos momentos?
El primer momento con mucha alegría y mucha sorpresa. No me lo esperaba porque nunca he estado allí, mis películas nunca han tenido muchos Goya. Nos ilusionamos y pensamos que podríamos salir, sobretodo después de cómo recibió el público del Festival de Toronto esta película. Pero esto es así, un juego donde los académicos votan. Eligieron la película de Gracia Querejeta, es una gran directora y muy buena persona. Es una compañera. Te quedas con las ganas, pero otra vez será.
Estar entre los finalistas da buena prensa.
Sí, estar entre los finalistas da buena prensa. Salir elegido da mejor prensa. (Risas)
¡Y ya si ganas el Oscar…!
Si ganas el Oscar la prensa empieza a pensar que eres un genio, aunque sea la misma película que has hecho un año antes. (Risas)
¿Has echado de menos estar en algún festival? Por ejemplo, Sitges.
Pues mira, el director del festival vio la película y la verdad que le gustó mucho. Quizás hubiese sido un festival muy bueno para presentar la película en España; es la reflexión que puedo hacer. Pensamos que San Sebastián era el lugar más adecuado para la película. Uno piensa y elige y luego a veces acierta, a veces se equivoca.
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