Iraia Elias
VIENES DEL TEATRO INDEPENDIENTE, ¿DECIDISTE PASAR AL CINE O HA SIDO ALGO CASUAL QUE HA OCURRIDO?
Ha sido por casualidad. Yo vengo del teatro alternativo. Me llamó Asier, me había visto en una obra de teatro, le encajó mi perfil y me llamó para ofrecerme el papel de Amaia en Amama. Yo nunca he tenido intención de tele, ni cine, ni nada. Entonces, para mi fue como; no he hecho nada de eso, ¿estás loco tu? Pero él estaba muy convencido con que se lo decía la intuición, que tenía que ser yo. Y bueno, acepté porque hacer una película hoy en día ya es difícil y hacerlo en euskera que es mi lengua materna y con un director como Asier que ya tiene su trayectoria y me gusta mucho su mirada, pues no me dejaba otra opción que decir que si.
¿CÓMO LLEVAS TODO ESTO DE HACER PROMOCIÓN, HACER ENTREVISTAS, IR A FESTIVALES…?
Esto es lo que peor llevo. El rodaje fue súper bien, súper fluido y la verdad es que disfruté un montón. Pero uno de mis miedos cuando le dije que si, a parte de que ya queda ahí para siempre, hagas lo que hagas. Era que iba a haber promoción y tal. No le di mucha importancia en aquella época porque pensaba que iban a ser dos días así de chorra y ya está. Pero claro, justo ha venido el Festival de San Sebastián, en la sección oficial y todo el lío, entonces es un poco loco todo para mi.
¿QUERRÍAS HACER ALGUNA PELÍCULA MÁS?
Bueno, si la vida me trae otras propuestas pues las veré y si me apetecen las haré y si no, no. Sin más, a ver lo que me trae la vida, no tengo ahí el ‘ahora voy a hacer cine’. Voy a seguir con el teatro, voy a estudiar teatro ahora a Buenos Aires y ya se verá.
¿TE HA RESULTADO UN POCO DIFÍCIL CAMBIAR EL CHIP ENTRE EL TEATRO Y EL CINE? PORQUE HAY MUCHOS PRIMEROS PLANOS, Y EL TEATRO ES MÁS CORPORAL EN GENERAL, HAY MÁS RANGO PARA EXPRESARSE Y AQUÍ TODO ES MUY ÍNTIMO Y MUY CONCRETO.
Si, hombre son diferentes códigos y ha sido una de las primeras cosas que era como, ostras hay que cambiar de código aquí. No funciona sacar tanta energía, tienes que bajar todo al mínimo. Pero en eso ha ayudado mucho Asier, porque tenía muy claro como era el personaje, él ha sido como mi brújula y una vez que ya sabía un poco cual era el tono del personaje y quitando, quitando, quitando y con lo mínimo transmitir lo máximo haciendo lo que podía pues ha ido bastante fluido la verdad, el rodaje.
¿TE HA RESULTADO FÁCIL FUNDIRTE CON ESTE PERSONAJE?
Bueno, no creo que sea casualidad que me haya elegido a mi para hacer el personaje de Amaia. Creo que tiene cosas en común conmigo. Difícil no ha sido, todo el rato siguiendo a Asier en cómo está el personaje en cada instante, cuál es su trayectoria, como va evolucionando y ver un poco que se le puede sacar en cada momento.
Amparo Badiola
¿CÓMO HA PASADO ESTO? PORQUE NO HABÍA HECHO NADA DE CINE ANTES, ¿NO?
Nada, no. Bueno si, tenía que ver con el cine pero es una historia que se quedó después sin hablar ni nada. Con cinco años, le pidieron a mi madre dejarle la niña, que era yo, para una película en Gijón. Querían hacer entonces, la Shirley Temple en Estados Unidos, una niña muy guapa, muy esto. Entonces ellos querían hacer una Shirley Temple española y mi madre pues encantada de la vida. Que me querían llamar República cuando nací, pues, estaba muy contenta. Era una estrella de cine, decía siempre. Fuimos a Gijón, rodé un poco que me acuerdo muy bien, le dije al Asier Altuna, rodé unas escenas y nos pilló la guerra ahí. Osea que un bombardeo y pff, el cineasta ya se fue, la película a pique. Nosotros nos vino mi padre en busca y todos a Ondarroa y a Pasajes. Durante un año, tuvimos que aguantar la guerra y en 1937 cuando tenía seis años, fuimos a Francia mi madre y los niños. Menos el mayor de mi hermano que tenía diecisiete años, se quedó con mi padre allí, pero la madre y los seis otros, a Francia. Entonces, que me preguntas, ¿a ver cómo ha sido esto?
QUE CÓMO TE HAS ENCONTRADO CON ASIER Y CÓMO HA PASADO ESTO.
Eso se olvidó casi, pero yo lo tenía presente y la familia también. Y cuando, el año pasado, el mes de marzo, yo fui a visitarle a un hermano que tenía aún, allí en Pasajes, cumplía 85 años y mis hijos me dijeron; ‘vamos a coger seis días’. Porque trabajan, no podían venir siempre; ‘procuraremos tener esa fecha para ir a ver el tío’, nos vinimos los tres y hicimos la comida de cumpleaños. Al salir de ahí, pff, una lluvia… que no podíamos aguantar y nos metimos en un bar.
Esperando los paraguas, aparece un hombre, que yo no me fijé porque estaba con la familia, los sobrinos los hijos… y mi hijo el mayor me dice; ‘yo vi a un hombre que te miraba de una manera muy rara y no me gustó nada’. Y así, yo no me fijé pero dice Asier que el entró en el bar, preguntó al dueño a ver si me conocía y dijo que no, porque allí se conocen todos pero yo no iba mucho, pero que conocía a la señora que estaba al lado mío, mi sobrina, entonces se presentó ella. Le dijo; ‘bueno, es su tía, eso le propongo’ y me vino Pili; ‘ah! tía que mira, para una película’. Yo, fíjate con 83 años digo, esos se han vuelto locos, me están gastando una broma con los hijos, los sobrinos… se han metido todos. Digo, bueno ya está bien de bromas, eh!, ‘que no, no, que es en serio’ y entonces me viene Asier y me dice; ‘si, si, llevo tres meses y medio buscando la amama, la película ya la tengo. Tengo todo, el guión se lo puedo dar para que vea lo que es, el tema, tengo todo; la música, los artistas… únicamente necesito a la amama y es usted’. Y yo, con tantas abuelas que veo por todo Pasajes, ¡me toca a mi, que mañana voy a Francia! Eso no, se está equivocando, le dije, yo no valgo para hacer una película, no valgo. Además dije, yo no domino el castellano, pasando setenta y ocho años en Francia se me olvidó todo. Y le dije, si no lo hablo, no lo domino, no puedo. ‘Mujer’ dijo ‘si no le pido que hable, es una película en la cual no habla nada la amama’, le dije, ¡ah si! eso me interesa, entonces ¿y que tiene que hacer la abuela, es muda o es…? me dice; ‘no, no, observa todo y con la mirada ya dice todo’. Yo pensé, será difícil eso, tengo que saber que es lo que pasa ¿no?.
Bueno, me fui a Francia y le dije; ya esta bien, bueno, no, se está equivocando, piénselo bien que habrá otra abuela para eso. Y me fui a Francia, él se fue a Marruecos de vacaciones y me escribió de Madrid una carta que me emocionó y me convenció también pero estaba todavía echada para atrás. Tenía una cita con el médico y le pregunté al médico; ¿sabe lo que me pasa? eso me proponen allí, en Pasajes. Dejó de escribir, me miró y me dice; ‘mujer, ¡esto tienes que hacerlo!’ digo, ¡otro loco!.
Dice, ‘no, no ,no, no, yo no creo en el azar, pero para ti es el destino. Hubieras podido estar aquí con gripe y no ir al cumpleaños de tu hermano, si no hubiera llovido allí, en espera de paraguas no lo hubieras visto ni conocido’ y me convenció él también. Y dice ‘y para la salud tuya, es lo mejor que hay’. Bueno, y le dije que sí, y así fue.
Y AQUÍ ESTÁS.
Y aquí estoy.
¿OS ESPERABAIS ESTE ÉXITO Y HACER TODAS ESTAS COSAS? ESTAR DE VIAJE, DE ENTREVISTAS, DE FESTIVALES…
Es divertido para mi, muy divertido. Ahora, lo que, me dicen todos y es verdad. Tengo salud y mucha vitalidad.
SÍ, SE LA VE ESTUPENDA.
Y en el rodaje, la ayudante de Asier, me decía ‘Amparo, ¡por favor!’ cuando oía esa voz…¡qué pasa!, me decía ‘¿¡puedes andar como una señora anciana y de edad!? ¡por favor!’ así que tenía que ir a pasos lentos y estar un poco agachada. Bueno, a mi me entraba la risa, decía, bueno, te voy a hacer el papel, ‘¡no tanto!’, me decía, y yo; bueno, bueno ¿qué queréis?. Pero ha sido como un juego para mi. Levantarme temprano con el equipo, de maravilla son todos, jóvenes, que tienen esa pasión del cine y todo lo que he descubierto me ha encantado. Porque me gusta saber como funciona todo y me interesa mucho saber quien eres, que vida tienes y hemos hablado allí, eran unos cuarenta, les conozco a todos. Han sido, cariñosos, alegres… mira, yo lo pasé muy bien, trabajo no ha sido para mi, difícil tampoco, yo te puedo correr en el monte, a mi eso no me cansa.
Asier Altuna
Primero quiero felicitarte porque me ha gustado mucho, realmente. La manera en que la has realizado. Me parece que utilizas el arte para unir los dos mundos. ¿El proceso ha sido algo más visceral tuyo o viene más de referencias?
Hay una mezcla de todo. Por un lado, siempre he querido hacer una película sobre el mundo rural porque yo soy parte de eso. Yo viví hasta los veinte años en un caserío, familia tradicional con muchísimo peso en la familia y yo soy parte de esa ruptura de alguna manera. De romper con el destino que nos tenían ahí asignado y de una manera lógica también, porque ya desde pequeños estudiamos, ya el caserío no era el centro del mundo como lo ha sido para mi abuelos o para mis padres. Y de una manera también lógica porque al final el mundo ha cambiado.
Desde siempre he tenido fijación por el mundo rural porque también me atrae muchísimo y me parece que es un espacio donde se dan muchas cosas que me parecen a mi cinematográficas. Fuente de conflictos, también está la familia ahí, siempre ha sido un tema muy recurrente, por ese lado siempre he querido hacer una peli sobre el caserío, sobre el mundo rural y sobretodo por una cuestión de que quería hacer un pequeño homenaje a una forma de ser, porque hay una forma de ser y de estar en el mundo que de alguna manera se va a acabar. Yo no se donde va a ir ahora el mundo rural, porque todo se transforma al final, se reinventará pero creo que lo que vendrá no tendrá nada que ver con lo que yo he conocido en mis anteriores generaciones.
Siempre he tenido, desde que empecé a hacer cortos ya fijación con eso de contar un poco el tema de los roles. Uno de los hijos se queda con el caserío y los demás se tienen que ir por un tema de supervivencia, de que el caserío no se divida, con toda esa lógica. Todo eso, ha dejado de tener casi sentido, todavía hay caseríos donde funciona así pero la mayoría ya han dejado de funcionar de esa manera porque se ha dejado de labrar la tierra y de vivir casi, del caserío. Porque buscarte la vida en la ciudad es “más fácil”.
Tenía siempre esa obsesión de hacer una historia y durante toda mi vida he ido acumulando ideas, bocetos, dibujos… de planos que me imaginaba sobre eso. Por ejemplo, esos planos en los que las abuelas tiran del hijo que se va, son imágenes que siempre las he dibujado y las he tenido por ahí y de alguna manera han sido parte de mi imaginario durante muchos años.
Con un poema de Kirme Uribe, que es un escritor vizcaíno, que me habla de un padre y una hija que no se entienden, están muy incomunicados porque cada uno vive en su mundo y esa hija que pensaba que su padre no tenía sentimientos y era un rudo, de repente descubre por un regalo que le hace a través de las manos (le hace una cama), como ha transmitido muchas más cosas de las que podía transmitir diciéndole ‘te quiero’ o algo así. Entonces el poema lo encuentro tan cercano y me parece tan bonito eso de que bajo el mismo techo de un caserío puedan convivir esos mundos tan diferentes. También dándole un espacio importante a ese señor que parece que es de una manera y de repente, el que pueda tener su espacio en otro tipo de códigos me parece una historia maravillosa.
Me lancé a contar una historia que contara un poco el final de esa forma de ser. Entonces ponía un personaje en crisis, un padre que es un casero y como hace frente a esa desesperación que tiene porque todo en lo que cree se está desmoronando porque sus hijos no quieren saber nada. De alguna manera creo esa ficción.
La historia de los árboles ¿es ficción?
Eso es ficción, total, pero yo soy una persona muy imaginativa.
Es una simbología ficticia pero en cierto modo no es ficción porque las expectativas preconcebidas con cada hijo…
Realmente, los roles están muy presentes. Me parece que eso es una cosa brutal, lo que me inventé es la forma de expresarlo. La historia de los árboles, luego me viene lo de la cama y es muy visual y todo me parece muy lógico cinematográficamente. Los temas que quería contar están ahí, desde hace tiempo son cosas que me apetecía contar porque me parece interesantísimo como tema, como ha sido el caserío hasta ahora.
Me ha parecido curioso como las generaciones están representadas con diferentes niveles de silencio. La persona de la generación más antigua directamente no habla, el siguiente habla lo justo, cuando ya no queda otra y los hijos que están ya “desataos”. También el guión es escueto y las cosas se expresan más por los hechos porque es un entorno más de trabajo, de las manos.
Nunca me había quedado con ese detalle de que la abuela… osea, los planos. De todas formas, creo que hay una cosa que es para mi, interesante que es que toda la primera parte está contada a través de Amaia. Hay música, hay color, hay diálogos y movimientos de cámara. Luego, después de la crisis pasamos al punto de vista de Tomás que ya, se para la cámara, se para el ritmo, ya no hay movimientos, no hay diálogos, no hay música. Al final, es un poco caracterización de personajes a través de la realización.
He hecho esta peli de una manera muy libre, muy intuitiva y teniendo muy claro por un lado que quería tener un guión bien atado que fuese una historia que te atrape y tenga acción y conflicto y una estructura más o menos, clásica. Pero a la vez, quería tener espacios libres sobretodo a través de la obra de Amaia, esos vídeos y esas cosas que no sabes si son sueños cuando pinta o cuando le tiran al nieto que no sabes de donde viene pero son juegos que a mi me dan la vida para, no solo para rodar sino sobretodo en el proceso de montaje. Al principio lo planteas como si fueran sueños de uno y al final, vas haciendo un puzzle, cada uno va encontrado su hueco dentro de la narración clásica cada pieza de esas que no sabes muy bien de donde vienen, si son piezas de Amaia. De una manera lógica y sana van pillando su hueco y llega un momento en que dices, ya está. Eso me da mucha libertad para ir a montaje a jugar y me sentí muy bien haciendo la peli por ese lado.
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