Título original: El dorado
País:
 EEUU
Primera proyección:
 EEUU, 17 Dic. 1966
Duración: 
126 min.
Director:
 Howard Hawks

Guión: Leigh Brackett (Novela: Harry Brown)

Howard Hawks dirige otro emocionante y extraordinario western, apoyándose en el nutrido y consistente guión que Leigh Brackett escribe basándose en la novela de Harry Brown, “The Stars in Their Courses”, y apoyándose en una fórmula que ya demostró ser efectiva años atrás en “Río Bravo” (1959), película con la que no sólo comparte estudios de rodaje, sino también algunas escenas e incluso puntos concretos del argumento y descripciones de personajes que recuerdan en mucho a esa otra magnífica cinta cuyo reparto también estuvo encabezado por John Wayne. Si en la cinta de 1959 era Dean Martin el alcohólico ayudante del sheriff, aquí es Robert Mitchum quien extraordinariamente refleja el espíritu herido de un representante de la ley atrapado por el whisky, encontrando en el personaje interpretado por Wayne el principal apoyo para mantener su pueblo a salvo de unos malhechores que no tardarán en sitiarlo.

Aquí John Wayne encarna a Cole Thornton, un pistolero que se vende al mejor postor y que cabalga hasta un poblado llamado El dorado para ser contratado como matón por Bart Jason (Edward Asner), cabeza de una poderosa familia que mantiene una lucha con los MacDonald para adueñarse de sus terrenos. Advertido por su buen amigo, el sheriff de la localidad, Jean Paul Harrah (Mitchum), Thornton rechaza ese sucio trabajo y se pone del lado de la justicia, consciente de que no será pequeño el problema al que deberá acabar enfrentándose. La película, llevada en volandas por un rico guión lleno de perlas sarcásticas y frases memorables que sabe hilvanar todo el argumento con una precisión que se demuestra en la fluidez con la que se suceden las escenas, destaca por cada secuencia filmada, su lograda ambientación del pueblo, la gran simpatía de momentos que hacen sonreír y te mantienen constantemente interesado por su argumento, por el retrato de todos esos personajes tan diferentes, pero con tantas cosas en común…

Con unas interpretaciones extraordinarias que no necesitan ningún tipo de análisis por ser todas tan acertadas como plenamente convincentes, y refiriéndome a continuación a la descripción de los personajes: engancha el rol habitual de un John Wayne rudo pero lleno de principios y con buen corazón; un Robert Mitchum tocado en su orgullo pero impedido por el alcoholismo de su personaje, producido, cómo no, por una mujer; la animada y empática personalidad de un joven James Caan cuya chistera producirá un sinfín de chascarrillos; el carácter de un Arthur Hunnicutt al que, como buen conocedor de las costumbres indias, le entra un cosquilleo en la nuca cuando el peligro acecha; la seguridad, simpatía y deslumbrante mirada de Charlene Holt, tan bella como una despampanante pero más temeraria Michele Carey en el papel de Josephine MacDonald; los principios de un bandido con reglas como Christopher George, todo un caballero del crimen, etc. Fantásticos trabajos que dejan como herencia a unos personajes imborrables.

Volviendo a los recuerdos de “Río Bravo”, las similitudes van más allá de las citadas sutilmente al principio, pues recalcando los personajes de Arthur Hunnicutt como Bull y James Caan como Mississippi, éstos parecen cubrir la función que Walter Brennan y Ricky Nelson desempeñaron como el viejo con carácter Stumpy y el intrépido y fiel Colorado Ryan, respectivamente, teniendo además (si no me equivoco) los personajes como centro de operaciones la misma vieja cárcel/oficina del Sheriff que se empleó en aquella película. Estas son el tipo de cintas que recuerdan por qué uno está enamorado del cine y no para de fascinarse ante cada descubrimiento, por alejado que esté de nuestra época, dejando claro que los prejuicios de aquellas personas que no se atreven con el cine clásico no hacen más que negarles un gran pedazo de una tarta deliciosamente maravillosa. Pese a ser una obviedad, ningún amante del western debe dejar pasar por alto ni esta ni ninguna otra cinta de Hawks, ni de los grandes de esta reliquia de género cinematográfico.

— Busco una estrella de hojalata que va prendida a un borracho.

Nota del autor:
9,0 ████████ (Excelente)

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Miquel Alenyà
«El film es un western que suma elementos de acción, aventuras, drama y comedia. Desarrolla una historia intensamente trágica y sombría, muy al gusto de Hawks. Se explica en un tono distendido, divertido y sarcástico. Contiene toques dramáticos e irónicos, que se enmarcan en un contexto en el que predominan los trazos lúdicos y humorísticos. Los protagonistas son personajes amargados y enfermos, que arrastran heridas físicas (bala junto a la columna) y morales (desengaño amoroso), discapacidades transitorias (muletas), dudas e inseguridades (relaciones con Maudie), decadencia física y pérdida de facultades. Les dan réplica un anciano frustrado y vengativo y un joven inexperto e idealista (recita versos del poema «El Dorado», de Edgar Allan Poe). Los cuatro forman un cuarteto patético y turbador, excéntrico e inverosímil, sobre el que recae la tarea de enfrentarse al grupo de los malvados, superiores en número, jóvenes, ambiciosos y bien organizados (…) En la cinta se dan cita las constantes del género: exaltación de la amistad, lucha por la dignidad, héroes errantes, defensa de los débiles, pistoleros profesionales, sheriff honesto, mujeres decididas, enfrentamientos a tiros, etc. El film es intenso, absorbente y muy entretenido. Forma junto con «Río Bravo (1952) y «Río Lobo» (1970) la trilogía de westerns realizados por Hawks sobre argumentos similares y en parte coincidentes, aunque tomados de fuentes diferentes (…) Notable western crepuscular (…) 9.

 

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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