West Side Story (Jerome Robbins y Robert Wise, 1961) – 152 min.-
Famoso musical realizado por Jerome Robbins y Robert Wise. El guión, de Ernest Lehman, se basa en el libreto de Arthur Laurents (Brooklyn, 1918), que desarrolla una antigua idea (de 1949) de Jerome Robbins (1918-98), inspirada en Romeo y Julieta, de William Shakespeare.
La obra, con música de Leonard Bernstein (1918-90) y letra del joven Stephen Sondheim, se estrena (1957) en Broadway con gran éxito. Se rueda en escenarios reales de la ciudad de Nueva York, en escenarios reales adaptados (casas desalojadas por derribo para construir el Lincoln Center) y en los platós de Samuel Goldwyn Studios (Hollywood, Los Angeles), donde se montan 37 decorados. El presupuesto es de 6 millones de dólares. Nominada a 11 Oscar, gana 10 (película, director, actor y actriz de reparto, dirección artística, música, fotografía, sonido, vestuario y montaje).
Producido por Robert Wise y Saul Chaplin para The Mirisch Corporation, Seven Arts y Beta Productions, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 18-10-1961 (Nueva York).
La acción dramática tiene lugar en el West Side de Nueva York, entre las calles 68 y 110, en 1960-61. Los Jets, banda callejera de jóvenes de origen irlandés liderada por Riff (Russ Tamblyn), y los Sharks, banda callejera de jóvenes puertorriqueños liderada por Bernardo (George Chakiris), se enfrentan desde hace tiempo por el dominio de las calles del barrio.
Las cosas suben de tono, cuando se enamoran Tony (Richard Beymer, Twin Peaks (1990-1991), El diario de Ana Frank (1959), antiguo líder de los Jets, y María (Natalie Wood, Rebelde sin causa (1955), Esplendor en la hierba (1961), Proyecto Brainstorm (1983), hermana de Bernardo, puertorriqueña recién llegada a Nueva York. María es guapa, inocente y encantadora. Anita (Rita Moreno, Cantando bajo la lluvia (1952), hermana de Bernardo, es generosa, temperamental y decidida. Tony se ha puesto a trabajar y quiere integrarse socialmente.
El film suma musical, romance, drama y crítica social. La dirección de la obra se divide en dos apartados. Los números musicales, los dirige Jerome Robbins: Un día en Nueva York (1949), El violinista en el tejado (1971), mientras las escenas no musicales se asignan a Robert Wise: Ultimátum a la Tierra (1951), El cuarto mandamiento 1942, Sonrisas y lágrimas (1965), Hindenburg (1975). Como consecuencia de ello, coexisten en la cinta dos estilos diferentes, que no se relacionan ni se articulan entre sí. Por un lado están los bailes, las canciones, la coreografía y la decoración de las secuencias de Robbins, que sobresalen por su modernidad, espectacularidad, sentido innovador y calidad.
Por otro lado, están las secuencias realizadas por Robert Wise, que son convencionales, rutinarias, bastante mediocres y, además, se presentan salpicadas de rancio sentimentalismo y excesos de melosidad. Agrandan las diferencias las interpretaciones vitalistas y naturales de los protagonistas de las secuencias musicales (Chakiris y Rita Moreno), que contrastan con las de los protagonistas (Natalie Wood y Richard Beymer) de la historia de amor. Natalie Wood cumple con discreción, proyectando pasión y encanto personal, mientras Richard Beymer entrega un trabajo soso e inexpresivo.
La química entre María y Tony es escasa, reflejo o consecuencia de lo mal que Wood y Beymer se llevan lejos de las cámaras. La dualidad del film y la inferioridad del trabajo de la pareja protagonista en relación al excelente trabajo de la pareja de reparto, constituye una de las debilidades del film. Natalie Wood y Beymar no cantan, por lo que las canciones a su cargo se han de doblar con voces ajenas. Otro punto débil del film viene dado por las alteraciones impropias y poco coherentes que alejan su final del concebido por Shakespeare.
La preparación de los bailes exige al elenco un trabajo durísimo de ensayos y preparación, que en las imágenes se transforma en apariencias de facilidad. El componente atlético de los bailes deviene, de ese modo, un factor de ligereza y elegancia. Es memorable la conversión de las peleas de las dos bandas en números de ballet, que causan la admiración del espectador, siempre propenso a sobrevalorar el virtuosismo y la espectacularidad.
Es magistral la coreografía de Robbins, que no sólo construye composiciones de gran belleza plástica, sino que además sabe transmitirles componentes simbólicos relevantes, que refuerzan el argumento y lo hacen avanzar. Los bailes lucen la presencia de dos grandes bailarines (Tamblyn y Chakiris) y de una bailarina sensacional (Rita Moreno).
El film exalta la fuerza y la autenticidad del amor verdadero, capaz de afirmarse e imponerse a primera vista, sin avisos previos y más allá de prejuicios y dificultades. Habla también de desestructuración familiar y de sus consecuencias sobre los hijos. Habla de inmigración, marginación social, delincuencia juvenil, racismo y pobreza. Muestra cómo la violencia sólo engendra más violencia, dolor, odio y muerte.
La banda sonora, de Leonard Bernstein, ofrece una magnífica partitura, que combina ritmos latinos, imaginativos temas de amor, y una gran variedad de tipos y estilos de jazz. Las canciones con el paso del tiempo se han convertido en temas clásicos. En mi opinión, sobresalen América, I Feel Pretty, Tonight, Somewhere, y Maria. Como música añadida ofrece un simpatiquísimo fragmento de La cucaracha (tradicional hispana).
La fotografía, de Daniel L. Fapp, en color (technicolor) y scope, hace uso de un cromatismo limpio y saturado y tiende a situar la cámara en posiciones elevadas o muy bajas. La visualidad se beneficia de una espléndida decoración a cargo de Victor A.
Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy buena)
http://https://www.youtube.com/watch?v=yA_aFprGzyc
*Bibliografía
– Kim NEWMAN, “West Side Story”, ‘1.001 películas que hay…’, pág. 392, Grijalbo ed., Barcelona 2010 (10ª edición, actualizada).
– Paula FAYOLLE, “West Side Story”, ‘Los grandes musicales’, pág. 50-51, Robinbook ed., Barcelona 2008.
– Antonio LARA, “West Side Story”, “El País”, 3-8-1976.
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