Título original: Alien
País: EEUU
Primera proyección: EEUU, 25 May. 1979 (limitada)
Duración: 117 min.
Director: Ridley Scott
Guión: Dan O’Bannon (historia: Dan O’Bannon y Ronald Shusett)
Música: Jerry Goldsmith
“[…] Una de las más grandes películas del género y por extensión del cine […] La ambientación, la tensa atmósfera creada en torno a la historia, las realizaciones estéticas y en especial las caracterizaciones alienígenas son inmejorables […] Obtiene merecidamente su reconocimiento como película de culto […]”
Gran película dirigida por el realizador inglés Ridley Scott, quien después de debutar dos años antes con Los duelistas (1977) -un drama de época basado en los años de las guerras napoleónicas- hacía girar el timón argumental radicalmente para situarse en un entorno actual asentado entre el género de la ciencia ficción y el terror. Con Alien (que en un principio estaba dirigida por Walter Hill hasta que fue sustituido), el conocido director no sólo mostró con soltura al mundo una de las más grandes películas del género y por extensión del cine, realizadas hasta la fecha, sino que también logró influir culturalmente en la sociedad, llegando a ser incluida la película citada en el Registro Nacional de Filmes de la Biblioteca del Congreso norteamericano.
Para situar al espectador y acercar el ambiente de la nave al mismo, las cámaras iniciales se desenvuelven por el esqueleto de la gigantesca nave de carga Nostromo, iniciándose una especie de travelling que se detiene para que «Madre», el ordenador central del aparato, despierte a los protagonistas de su estado de hibernación. Los tripulantes, de vuelta a la Tierra tras cargar un gigantesco remolque rebosante de minerales que deben ser tratados en una refinería, reciben por radio, en mitad de su viaje, unas misteriosas interferencias que son interpretadas como un posible mensaje de socorro. Ciñéndose al reglamento que debe ser aplicado en ese tipo de circunstancias, se dirigen, envueltos en una lógica tensión e incertidumbre, a un pequeño planeta sobre el que por sus condiciones, se permite caminar.Así, la tripulación no parará de sorprenderse con aquello que se encuentre, reinando entre el equipo de astronautas todo un cóctel de personalidades distintas que vienen desde el espíritu curioso del capitán Dallas (Tom Skerritt) y el oficial científico Ash (Ian Holm), al gracejo de los ingenieros Brett (Harry Dean Stanton) y Parker (Yaphet Kotto), pasando por la simpleza del segundo oficial Kane (John Hurt) y la fragilidad de la navegante Lambert (Veronica Cartwright), hasta llegar a la decisión, el coraje y el respeto por el reglamento de la suboficial Ripley (Sigourney Weaver), valores que sirvieron a ésta última para ser considerada la primera heroína protagonista del cine, hecho que sentó las bases hasta el día de la fecha, en el que los papeles femeninos ya han cobrado una vital importancia.
Los trabajos del reparto son convincentes, decididos y no abusan en demasía de los gestos para mostrar horror ante lo que las aventuras del filme les depara. Prefieren hacer uso de formas templadas a la vez que firmes; algo en lo que precisamente destaca el papel de Ian Holm (Carros de fuego, 1981), quien junto con Sigourney Weaver (Avatar, 2009) se gana un merecido protagonismo, realizando los dos, unos papeles excepcionales.
La ambientación, la tensa atmósfera creada en torno a la historia, las realizaciones estéticas y en especial las caracterizaciones alienígenas son inmejorables, resultan sorprendentes y admirables, y gustan tanto como por su calidad como por el buen uso que se exprime de los mismos. Es por todo lo citado que la obra obtiene merecidamente su reconocimiento como película de culto, empobrecida en su estreno con un sólo Oscar a los mejores efectos visuales pero engrandecida a través de los años por el buen gusto de millones de espectadores que, junto con la película que tres años después de ésta estrenaría también Ridley Scott, Blade Runner (1982), se considera como una de las principales obras del género de la ciencia ficción. Además, todas esas sensaciones de explorar un mundo nuevo, descubriendo lo que allí se genera a la vez que se alucina con las formas vivas que lo pueblan y cómo éstas nacen, crecen y sobreviven, es algo irrepetible que al menos un servidor no ha logrado ver tan bien representado en una película como en la que desde estas líneas se hace crítica.
El compositor Jerry Goldsmith, incansable mientras vivió e inmortal por sus memorables compases en películas como Patton (1970), «Tora! Tora! Tora!» (1970), Fuga sin fin (1971) y Papillon (1973) entre otras muchas, acompaña la cinta con una música apta para la ocasión, logrando codearse con el espíritu que agobia a los protagonistas del film, con unas partituras pausadas hasta relajar, propias del espacio sobre el que flotan, ese infinito que es el universo con tantos misterios por descubrir que, al menos hasta hoy y de esta manera, sólo podremos ver en películas tan extraordinariamente generosas como esta, Moon (2009) o 2001: Una odisea en el espacio (1968).
Nota del autor:
9,0 █████████ (Excelente)
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