Título original: End of Days
País: EEUU
Primera proyección: EEUU, 16 Nov. 1999 (premiere)
Duración: 121 min
Director: Peter Hyams
Guión: Andrew E. Malowe
Música: John Debney
“[…] La cinta no es otra película de acción descabezada más, pues sabe plantear bien su argumento, aunque falle en un, a veces, desproporcionado uso de efectos visuales […] Maltratada película […] No encontraremos una película que despunte en el género, ni una obra memorable, pero sí un grato entretenimiento muy bien ejecutado […]”
De guiarnos exclusivamente por las afirmaciones de los críticos profesionales y las votaciones concedidas a determinadas películas desde páginas de internet en las que los usuarios pueden plasmar sus notas, obviaríamos una gran cantidad de cintas que muy probablemente, de darles una oportunidad pueden llegar a gustarnos. «El fín de los días» puede ser buen ejemplo de lo citado, pues linchada desde una crítica que tacha su conjunto de convencional y hasta meramente estético, es sinceramente un entretenimiento bastante digestivo, animado y grato en general. Es cierto que nos encontramos ante una película que por momentos puede llegar a parecer predecible, y que algunas situaciones están hechas con la idea de facilitar las cosas al personaje involucrado, pero estos dos borrones no se presentan como grandes inconvenientes para impedir el visionado del filme.
La historia, vista desde fuera, tampoco invita al espectador a pensar que se encuentra ante un producto diferente, pues son muchas las películas que tratan el mismo tema visto incluso desde una perspectiva similar, aunque con sus obligadas variaciones. Aquí, se explica la trama desde el año 1979, año en el que el nacimiento de una niña en un hospital de Manhattan alarma al Vaticano: lleva la marca del anticristo y es la enviada por Satanás (Gabriel Byrne) para mantener relaciones sexuales con el mismo y así poder tener éste un hijo que se convierta en su sucesor. Este acto profano se celebrará el 31 de diciembre de 1999, coincidiendo con el momento exacto del fin del milenio y la entrada del año 2000, fecha en la que el mundo, de consumarse las intenciones de Satanás, dejará de existir tal y como se ha conocido hasta entonces.
Sin saber dónde se ha metido y viéndose sorprendido por lo surrealista e increíble de las circunstancias, Jericho Cane (Arnold Schwarzenegger), un ex-policía atormentado y alcohólico que ahora trabaja en una compañía de seguridad privada cumpliendo con las labores de escolta a personalidades, se ve rodeado de varios frentes: el de la guapa joven elegida para los fines profanos y que siempre ha estado dominada por sueños y visiones satánicas que su familia adoptiva le hacía creer que sólo eran causadas por una complicada enfermedad, Christine York; el del Vaticano, que la busca para asesinarla y poner así fin al peligro del demonio sobre el planeta; y el del propio Satán, que busca a la chica para poseerla. Jericho, que intentará defender a Christine sobre todas las cosas, encontrará ayuda además de en su buen amigo y compañero Bobby Chicago (Kevin Pollak), en una parroquia local regida por el Padre Kovak (Rod Steiger).
El guión plantea muchas dudas acerca de la existencia de Dios a pesar de dar credibilidad a la figura del diablo, y sitúa la fe en un lugar poco prestigioso que quiere demostrar que de poco sirve aferrarse a una creencia sin actuar. Con todo esto, el director Peter Hyams («2010: Odisea dos«, 1984), que también se encarga de la fotografía de la película, consigue cumplir con el propósito de entretener desde el buen gusto, dejando por el camino algunos mensajes polémicos sobre las creencias religiosas y consiguiendo que su reparto lleve a cabo unas correctas interpretaciones de las que resalta el trabajo de Gabriel Byrne («Muerte entre las flores«, 1990), gustan las apariciones de Rod Steiger («¡Agáchate, maldito!«, 1971) y aprueba con mucha corrección el trabajo de Schwarzenegger («Terminator 2«, 1991). La cinta no es otra película de acción descabezada más, pues sabe plantear bien su argumento, aunque falle en un, a veces, desproporcionado uso de efectos visuales.
John Debney («La pasión de Cristo«, 2004) lleva los compases de la banda sonora con unos temas místicos que se adaptan bien al mensaje apocalíptico de esta maltratada película que merece la oportunidad de ser vista sin estar llenos de prejuicios anteriores contra ella. No encontraremos una película que despunte en el género, ni una obra memorable, pero sí un grato entretenimiento muy bien ejecutado para sustituir nuestro aburrimiento por 121 minutos de buen cine de acción y fantástico.
Nota del autor:
7,0 ███████ (Buena)
Deja una respuesta