Cube (Vincenzo Natali, 1997) -90 min-
El Cubo (Título Hispanoamérica)
Despiertas en un lugar desconocido, sin saber cómo has llegado allí, fuera del mundo que te hacía sentir seguro y con un único presentimiento: debes escapar de aquel lugar. Así es como arranca este film: un grupo de personas de diferentes estatus sociales y culturales despiertan en lo que parece un habitáculo de forma cúbica totalmente iluminado y carente de cualquier mueble o enseres. Solos y aturdidos se dan cuenta de que únicamente hay seis posibilidades de salir de allí, que corresponden con cada una de las puertas que se encuentran en el centro de cada cara de una habitación hexaédrica. Pero su ansiedad será mayor al comprobar que en cada salida hay otra habitación cúbica de iguales dimensiones, aspecto y puertas, pero de distinto color. En su desesperada búsqueda por encontrar la salida se encontrarán con otros que también están prisioneros y con habitaciones que ocultan trampas mortales. Todo envuelto con un extraño ruido mecánico que proviene del exterior y que cada vez sentirán más cerca.
El director canadiense Vincenzo Natali dejó boquiabiertos a propios y a extraños con esta inquietante obra surgida de una idea original, en la que él también toma parte en la creación y que sería inclasificable dentro de los subgéneros de terror inventando un nuevo concepto… un nuevo subgénero. La idea es bastante sencilla y espeluznante: despojar a una persona de todo aquello que le hace sentirse protegida, y luego abandonarla en un lugar hostil y totalmente desconocido, dejándolos solamente con una especie de ropa presidiaria con su nombre escrito, el cual será el único punto de partida para recuperar su memoria perdida. La desaparición del «Yo» que ya trataría George Orwell en su novela «1984». Una identidad representada por su ropa y objetos personales.
Por tanto, la desorientación tendrá una gran importancia en este film ya que tanto los personajes como el espectador nunca sabrán realmente donde están o si lo que ven es real o no. Los habitáculos están construidos con extraños paneles simétricos sin referencia alguna que nos hagan indicar si están realmente hechos por la mano del hombre o no. Las salidas «correctas» de cada uno de ellos no siempre pueden ser las más fáciles de acceder, siendo únicamente la fuerza de la gravedad lo que les recordará que no están en ningún estado de sueño. Sin embargo, conforme se vaya desarrollando la historia, todo parecerá no ser tan evidente como ellos esperaban.
Descubrirán que todo tiene una razón, que nada está al azar, pero comprender esa razón les resultará más difícil que el hecho de escapar de allí. Así que usarán sus habilidades e ingenio para poder resolver este laberinto matemático creado por la demencia. La búsqueda de la salida se transformará en una pesadilla kafkiana, en donde no sólo deberán descubrir cuáles habitáculos aguardan la muerte o qué es el ruido externo que se aproxima a ellos, sino que deberán enfrentarse con el verdadero terror que dormita dentro de «Cube» : un terror latente, alimentado de paranoia y desesperación, que aflora en nuestro interior cuando no estamos atados a un mundo provisto de reglas morales y normas.
Para el reparto el director eligió un elenco de actores poco conocidos, los cuales hacen un meritorio trabajo exteriorizando los estados psicóticos que evolucionarán a medida que dura su encierro. Destacando la presencia del policía Quentin (Maurice Dean Wint), Leaven (Nicole Boer) como la estudiante de matemáticas y el arquitecto David Worth (David Hewlett). Nombres cuya naturaleza proviene de los nombres de las prisiones más famosas del mundo: San Quentin, Holloway, Kazan, Rennes, Alderson y Leavenworth. Esta extraña relación no solo se queda en sus nombres, sino que las propias personalidades de cada personaje refleja el carácter de cada una de las prisiones.
Vincenzo Natali (realizador también de las conocidas Cypher (2002) y de Splice: experimento mortal (2009)) dejó este legado que años después continuaría en una secuela Cube 2: hipercube (2002), y una precuela Cube Zero (2004), cuyos resultados distan mucho del producto original, llegando a sentirse el espectador algo traicionado.
Nos encontramos por tanto, ante un film atípico dentro del género de terror, que se convirtió por méritos propios en una película de culto. Cuya revisión se hace necesaria no solo por su disfrute sino para captar los numerosos detalles que se nos han pasado en su primer visionado, porque -como diría ese refrán anglosajón- «el diablo está en los detalles». Un film donde las conversaciones tienen un gran peso, donde el espectador no solo será partícipe de los que les sucede a los protagonistas sino que no sabrá más de lo que ellos saben. Realizándose las mismas preguntas que ellos se hacen, compartiendo sus mismas angustias y desalientos. Y todo hilvanado en un guion cuidadosamente elaborado, con detalles que pasan desapercibidos pero que están presentes para que todo encaje perfectamente como un pequeño mecanismo de relojería, para que cada pregunta encuentre a otra, la cual nos acerque a la verdad.
Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy buena)
TRÁILER:
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