Título original: El crack
Año: 1981
País: España
Duración: 119 min.
Director: José Luis Garci
Guión: José Luis Garci, Horacio Valcárcel
Música: Jesús Glück
“[…] Alfredo Landa borda una interpretación magistral […] Una película sin desperdicio, plagada de historias detectivescas, muy amiga de lo estético y llena de calidad e interpretaciones exquisitas, altamente recomendada a todo amante del cine policíaco […]”
No es Clint Eastwood rodando sobre algún vistoso Ford Custom del ’66 entre los edificios de San Francisco buscando malhechores en «Harry, el sucio» (1971). Es Alfredo Landa en El crack encarnando al detective privado Germán Areta, en un Simca 1000 Barreiros recorriendo la Gran Vía madrileña de inicios de los años 80, después de zamparse un filete con patatas en una sombría tasca con suelo cubierto por cientos de servilletas arrugadas y palillos. Con un estilo claramente inspirado en el cine estadounidense, ésta película no deja de ser una joya del cine español, enterrada y olvidada por muchos y merecedora del más grato de los homenajes, recordándola humildemente al menos desde las líneas de esta crítica. Ya desde su primera escena se vislumbran las buenas maneras de una gran película y se garantiza que pasaremos 119 minutos que seguro acabaremos agradeciendo por la gran calidad de la cinta en su conjunto.
¿Quién es Germán Areta? Según sus palabras, “un tipo duro y solitario que trata de sobrevivir en una sociedad podrida gracias a un trabajo sucio”. Un detective privado que tiempo atrás fue policía y que hoy, revólver al cinto, se dedica a realizar todo tipo de investigaciones menores que se verán desplazadas por el nacimiento de un caso mayor. La nueva historia que le trae su recadero-detective “Moro” (Miguel Rellán), -un antaño delincuente reinsertado en la sociedad gracias a la confianza brindada por Areta- pinta aparentemente de forma convencional, pues parece un trabajo bastante sencillo: encontrar a Isabel Medina, la hija de un misterioso cliente. Isabel escapó años antes del hogar familiar y se refugió en los brazos de un universitario que acabaría siendo locutor de radio en la SER.
Después de interrogar al profesional de las ondas, comienzan a aparecer complicaciones en el caso hasta estar envuelto Areta, también conocido como «El Piojo«, en algo demasiado gordo para lo que acostumbra. Pero esto no evita que a pesar de ser un solitario de rostro melancólico, disfrute de agradables momentos en compañía de una amiga (María Casanova) y la pequeña hija de ésta. Con ambas consigue estrechar unos lazos que superan el cariño y prácticamente entre los tres, forman una familia. También tiene algo parecido a un amigo, su peluquero, que no para de hablarle de Nueva York y su puente de Brooklyn, a la par que plantea debate sobre cuales eran los mejores boxeadores de entonces.
Con un inicio memorable y una música envolvente a la que sólo se puede definir como preciosa, compuesta por Jesús Glück en clave melancólica, la película se mantiene firme durante todo su metraje y se presenta con una gran cantidad de diálogos de calidad, tranquilos e inteligentes, de los que Alfredo Landa es prácticamente el protagonista de todos ellos. Mención especial precisamente para él, que borda una interpretación magistral y después de la película obliga al espectador a preguntarse, ¿cómo es posible que Landa no hubiese realizado más papeles como éste? Pues muy probablemente, por la ausencia de directores que hayan sabido dirigirle en este campo de cine policíaco, en el que José Luís Garci («Tiovivo c.1950», 2004) ha sabido moverse con soltura y no sólo con ésta película, si no también con la secuela de la misma, «El crack II» (1983).
Múltiples alusiones a los Estados Unidos en este film e incluso un guiño directo a alguna obra reconocida de esa industria, como el nombre que Areta da para su médico ficticio (Dr. Zhivago) en una animosa conversación con la niña que aprecia. Unas menciones que se verán culminadas por el desembarco de la historia en pleno Manhattan. Sí, señores. Alfredo Landa frente al Madison Square Garden, en pleno corazón de Nueva York. Una ocasión que no desaprovecha José Luís Garci, buscando los encuadres más representativos de la zona para rodar las escenas.
Una película sin desperdicio, plagada de historias detectivescas, muy amiga de lo estético y llena de calidad e interpretaciones exquisitas, altamente recomendada a todo amante del cine policíaco. Y los que somos de España podremos presumir de que una vez, en nuestro querido país, se logró hacer buen cine de este género.
Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy buena)
Deja una respuesta