死刑にいたる病 (Shikei ni Itaru Yamai) (Kazuya Shiraishi, 2022) – 128 min. –
Lesson in Murder (Título internacional)

Masaya, un universitario depresivo, se verá inmerso en una investigación de asesinato cuando un condenado a muerte le implore que le ayude a demostrar que uno de los múltiples crímenes brutales, por los que ha sido sentenciado, era un montaje.

Ante nosotros tenemos un thriller japonés dirigido por Kazuya Shiraishi, que nos ha dado grandes thrillers como The blood of wolves (I y II) (2018/2021) y películas curiosas como Lost Paradise in Tokio (2009). No es un director fuera de serie, pero bastante resultón a fe de quien os escribe estas letras.

Nuestro protagonista, un joven japonés totalmente anulado por la tradición y teniendo que soportar la vergüenza de tener que ir a una universidad de baja categoría (lo que implicará un peor trabajo, una peor escala social y una degradación de la familia en la jerarquizada sociedad japonesa) se verá sorprendido tras la ceremonia del entierro de su abuela por una carta enviada por un viejo conocido de su juventud. El panadero del barrio al que acudía cuando estaba en el instituto. Que de figura simpática se tornó en una de terror cuando se descubrió que era un asesino múltiple confeso de jóvenes de la zona.

Le pedirá que le ayude, por muy inverosímil que parezca, a demostrar que uno de los asesinatos no le pertenece a él. Asesino múltiple, sí. Torturador, también. Poeta de la barbarie, por supuesto. Pero con principios y una reputación que mantener. Solo jóvenes y buenos estudiantes. Nada de mujeres adultas que ensucien su historial. La labor de un artista debe ser reconocida.

Ante una proposición ante la que cualquiera de nosotros, con un mínimo de sentido común habríamos rechazado o simplemente nos habríamos echado a correr, nuestro protagonista aceptará sin dudarlo. Normal que sea un mal estudiante en una universidad ridícula. No hinca los codos ni hace el huevo en todo el día pensando en que es un investigador privado. Así está la enseñanza en Japón, desmotivados todos.

Toda la película se basará en entrevistas con nuestro asesino y la investigación. Avanzando de forma centrípeta en la tela de araña en la que nuestro protagonista se ha visto atrapado hasta descubrir el verdadero horror en su centro y lo que se encuentra en este caso.

La inspiración de esta película se capta casi en los primeros minutos, tenemos una especie de versión de El silencio de los corderos (1991), con toques de Seven (1995). Pero no por haber visto rápidamente lo que tenemos ante nosotros el film queda desmerecido. Un enfoque diferente nos ayuda a hacer la película más llevadera.

El principal atractivo de la película no se basa en su protagonista Takanori Iwata (cantante y bailarín japonés reconvertido al cine) que cumple de forma correcta su papel, realmente queriendo darle un guantazo a cada minuto por ir arrastrando su tristeza allá por donde camina. En realidad, el atractivo está en el coprotagonista Sadao Abe (al que conocía de Yatterman (2009), La gran guerra Yokai (2005) y Parasite (2014)) que ciertamente se echa la película sobre los hombros con gran maestría. Se come por completo al protagonista, siendo el con mucha diferencia lo más recordado de la película. Un papel con muchas reminiscencias a Hannibal Lecter. Un asesino hiperlógico, con carisma, paciencia y la virtud de tener un código de conducta que hace, erróneamente, que creamos que es un ser humano. Que puede estar sonriendo cometiendo un crimen horrible o totalmente impertérrito mientras lo narra delante de un juez, como quien habla del tiempo.

Con una capacidad de mostrarse simpático amable y el mejor de los vecinos para en el segundo siguiente dejar caer una sonrisa capaz de dejarte helado. Una araña que ha tendido hilos y nos hará ver que cada minuto del metraje todo está bajo su control. Durante muchos momentos de las entrevistas con el protagonista me recordaba a las conversaciones con Carlos Lasarte en Los sin nombre (2009). Una delicia por lo aterrador e inquietante.

Una lección criminal es una película que no le hará ascos a caer en el lado mórbido y sangriento mostrándonos los asesinatos que cometía nuestro asesino. Que, aunque explícitos y muy virulentos están grabados de forma muy aséptica, sin pasión. Como de quien, en lugar de prepararse unas tostadas, le arranca las uñas a un quinceañero molesto.

Estas brutales escenas iniciales que captarán al espectador, son compensadas con la estética de la película. Estamos ante un film japonés. Tranquilo, contemplativo, con grandes planos de la naturaleza. Mostrándonos que, en mitad de la belleza y la inmensidad, también se esconden los monstruos. Una gran fotografía y cámara que se permitirá ir dejándonos pistas sobre futuros sucesos y comportamientos jugando con la luz y los enfoques de los personajes. Diciéndonos sin palabras quién está calmado, hecho un manojo de nervios o a quién la parca le está viniendo a buscar. Especialmente remarco el paseo a la sala de interrogatorios, grabado como si de un descenso al infierno se tratara.

Acompañado todo de una banda sonora que realmente me pareció bastante interesante.

Una narración salpicada a menudo de flashbacks que nos irán mostrando más detalles sobre la historia de los protagonistas y que tipo de relación hay entre ellos.

Un rodaje que incluso se permite darnos un par de giros de guion interesantes, ya que permiten desconcentrarnos del motivo original y jugar con el «¿…y si?». Mostrándonos que nuestro asesino no cuenta solo con el control de los eventos, sino incluso del espectador. Y que con cierto humor e ironía nos muestra que la victoria esta en controlar la mente de tu rival.

Para evitar que nos acostumbremos y cansemos de la película habrá salpicaduras de humor durante la película y no poca poesía. Como el momento de los pétalos de flor en el río. Que llegan a pedir un revisionado, para sabiendo lo que sabemos de la película apreciar nuevos detalles.

Pero no todo el monte es orégano ni toda la película es maravillosa, también tiene sus fallos. Personalmente le achaco una falta de ritmo. Un exceso de complacencia en los planos de naturaleza y lentitud pueden hacer que un espectador no acostumbrado a películas japonesas se aburra con facilidad. Es una película de 2 horas. A la que no quitaría escenas, pero las haría más cortas. Me encantan los planos de naturaleza, pero son un poco excesivos.

También le critico que no hay química ninguna entre los papeles de asesino e investigador. Mientras que en El silencio de los corderos era algo sublime, aquí casi de un partido de frontón podría tratarse. Donde el asesino se encarga de brillar en ausencia de contraparte. También podríamos decir que en si la historia es un poco forzada (ya he comentado que los motivos de la misma son más que peregrinos), especialmente en las reacciones de algunos personajes.

La frase: «Parecerá raro que te lo diga yo. Pero ten cuidado, un asesino anda suelto».

La escena: El dialogo padre e hijo a mitad de la película.

Vista con PASE DE PRENSA en la plataforma FILMIN
Distribuida en España por FILMIN

Nota del autor
:
7,0 ███████ (Buena)

La película está disponible en FILMIN desde el 10 de febrero de 2023

TRÁILER:

 

Written by Oscar Hidalgo

Cinéfago demente