carreterea perdida_banner Lost Highway (David Lynch, 1997) – 134 min

carretera perdida_posterCuando trato de diseccionar mis sueños con la esperanza de entenderlos, me encuentro ante una encrucijada sin sentido aparente que me lleva a analizar los pensamientos más descolocados y desquiciados a los que me pueda enfrentar. Todo parece no tener un ápice de lógica dentro de ellos, pero cuando me lo planteo con calma y hago que mi cabeza se detenga ante cada detalle durante más de una vez, se me ofrece la oportunidad de analizar casi de forma correcta los acontecimientos que se citaron conmigo durante tan onírica experiencia llegando a la conclusión de que todo tiene su porqué. Aunque muchas de las cosas que soñamos puedan parecer el mayor desvarío de una mente enferma, éstas no son más que inteligentes, curtidas y acertadas señales de nuestro cerebro, pequeñas metáforas y artísticos dibujos de pasión abstracta que conforman el mapa de lo que nuestra mente pretende advertirnos.

Así es buena parte del mejor cine de David Lynch Mulholland Drive (2001), en el que lejos de plantearnos una sencilla reflexión sobre la cual podamos trabajar, nos abre las puertas de un universo cuya estructura resulta de lo más rasgado, pues parece la de un sueño mezclado con un cuadro psicológico. En la alucinógena y absorbente Carretera perdida Lynch hace que vivamos ese desestructurado sistema transmitiéndolo mediante una atmósfera capaz de mezclar el delirio y la belleza con sensaciones opresoras que, más allá de hacernos trabajar la mente, logran que ésta se evada de su más inmediata realidad para ponerse a soñar. Por eso el cine de este director me parece maravilloso. Creo que es el realizador que más y mejor ha logrado que un espectador se encuentre completamente ausente de su propia consciencia (¿o quizá sea cuando más consciente ha estado?), elevando su mente a un nivel apasionante cuyo motor central radica en la complejidad de cada una de las situaciones que se nos muestran, todo ello haciendo gala de un característico estilo en el que resaltan los colores sombríos de su fotografía y la música de su inseparable (al menos hasta Inland Empire (2006) compositor Angelo Badalamenti. Cada escena de Lynch es en realidad el trazo de una obra de arte. Cada película, una sucesión de auténticas lecciones sobre cómo hacer del cine una experiencia única, sensacional y llena de belleza y poderío artístico.

El argumento comienza situándonos en la casa de Fred Madison (Bill Pullman), un apasionado músico de jazz, y su preciosa mujer Renee (Patricia Arquette). Después de unos misteriosos y vibrantes minutos iniciales, unas cintas de vídeo anónimas enviadas al hogar de éstos son las encargadas de empezar a dar un nuevo cuerpo a la trama. Las grabaciones muestran imágenes rodadas en el exterior de la casa de Fred y Renee. Ante tal amenaza a su intimidad, la pareja decide llamar a la policía para que investigue lo sucedido.

Hablar más del argumento de esta película sería destrozarla, pues lo más conveniente para su visionado es saber lo menos posible de ella y meterse de lleno en su maraña de experiencias alucinógenas a medida que éstas se van desarrollando. Los minutos pasan y las situaciones pueden llegar a descolocarnos, pues todo lo que parte desde un punto de sencillo seguimiento no tarda mucho en desembocar en desenlaces a los que no sabremos cómo hemos llegado. Como en Mulholland Drive o Inland Empire, se recomiendan los visionados que sean necesarios para llegar a entenderla, y es muy productivo buscar el debate sobre el significado de esta película allá donde fuere, pues más allá de su alto nivel de entretenimiento es incluso un agradecido y bien desarrollado ejercicio para nuestras propias neuronas.

Las conclusiones a las que podamos llegar son, bajo mi humilde punto de vista, libres. Como he podido leer en algunos magistrales artículos de otras páginas web, es tan válido lo que nosotros podamos creer que transmite esta cinta, como lo que pueda pensar otra persona. Detractores, fanáticos o aquellos que pueden tomarse estos dilemas desde una sincera objetividad, llegarán a sus propias conclusiones pero será muy difícil que la de alguno de ellos coincida porque cada uno interpreta los sueños (o trastornos tales como la esquizofrenia o el TID, que tan bien analizan en el artículo adjunto que contempla la película desde esa perspectiva) a su manera. Si queremos experimentar las marcadas sensaciones que puede transmitirnos todo esto, acudir al tipo de películas más oníricas y perturbadoras de Lynch puede ser nuestro recurso ideal.

Personalmente, y como en todas las cintas de Lynch, no entraré a dar mi interpretación puesto que el objetivo de nuestras críticas es la de la recomendación de películas y no la de la total disección de ellas una vez vistas. Queremos sugerir el mejor cine, no estropearlo con nuestras especulaciones y contemplaciones, por lo que dejamos ese aspecto a quien pudiera interesarle.

En el apartado interpretativo todos los actores rayan a un nivel de altura, siendo Patricia Arquette la que más destacada del reparto. Sensual, misteriosa, llena de enigmas y con una mirada que enamora a la vez que descontrola; su suave, pausada y susurrante voz (versión original) hace el resto. Bill Pullman convence y mucho desde su rol de atormentado músico que parece atravesar una crisis con su esposa. Su personaje es desconfiado, celoso, inquieto, y su trabajo como actor firme, creíble y digno de mención. Gran trabajo del veterano Robert Loggia en el doble papel que interpreta. Su faceta como mafioso logra inquietar a la vez que su personaje es todo un ejemplo de cómo deberían ser este tipo de papeles en el cine. Está de diez. Robert Blake en el papel del hombre misterioso se convierte en todo un icono de la película, pues con sus intermitentes apariciones logra captar todo el interés del espectador. Memorable. Balthazar Getty en el papel de Pete Dayton es quizá el que menos me ha entusiasmado de todos desde su importante papel, pues a veces he sentido poca sangre dentro de su personaje en una interpretación que aunque correcta y cumplidora, no iguala la calidad del resto de sus colegas del reparto.Lo que respecta a lo musical, el score corre de la cuenta del fabuloso Angelo Badalamenti, que entre las piezas que compone resalta una espléndida (Fred’s World) que cada vez que aparece lo hace para comerse todo el protagonismo y elevar su escena a los más altos niveles de calidad. David Bowie canta el I’m deranged que abre y cierra los créditos de la película. Excepcional elección la de este fabuloso tema que se convierte en el más descriptivo y acertado de la excelente banda sonora que conforma la película, acompañada por otras composiciones como el This magic moment de Lou Reed, o el paradisíaco «Insensatez» del brasileño Antonio Carlos Jobim, entre otras melodías Marilyn Manson, Barry Adamson y más.

Con todo lo citado, tenemos ante nuestros ojos una pieza imprescindible dentro del rompecabezas de la filmografía de David Lynch y del cine surrealista. Su conjunto te coge del brazo sin brusquedad, casi sin que te enteres, para adentrarte como siempre hace Lynch, en lo más perverso, oscuro y perturbador de éste nuestro complejo y alocado mundo, en el que hay tantas cosas bellas como macabras. Y lo más macabro que puede existir es la mente, capaz de llegar a pensar en las peores situaciones aunque luego nuestro corazón sea el encargado de pararlas para no llevarlas a cabo.

Nota del autor:
9,0
 █████████ (Excelente)


TRAILER VOSE:

 

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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