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“Una de las mejores producciones españolas de los últimos años […] Sólido y cómodo guión […] Interpretaciones estupendas […] Se permite exagerar algunos aspectos de la vida de una prisión […] Recomendable […]»

Ante nuestros ojos tenemos una de las mejores producciones españolas de los últimos años que, servida en un menú en el que el postre son ciertos tintes de exageración necesarios para el ensamblaje de esta historia, consigue completar un producto sorprendente aupado por un sólido y cómodo guión firmemente transmitido por todos y cada uno de los miembros del reparto. Y todo ello sin la necesidad de hacer un derroche económico excesivo, pues el rodaje se realiza en una prisión abandonada desde hace años en la ciudad de Zamora.

Su argumento nos pone en la piel de Juan Oliver (Alberto Ammann), felizmente casado con Elena (Marta Etura) y a la espera de un bebé, que tras obtener su primer destino como funcionario de prisiones y para causar buena impresión en el centro en el que desempeñará su labor, acude un día antes al mismo para interesarse por su desarrollo e informarse de cómo tendrá que realizar su trabajo. Mientras los que serán sus nuevos compañeros le ponen al día en cuanto a módulos y regímenes especiales que se aplican a los internos, se ve atrapado nada menos que por un motín de los presos comandado por Malamadre(Luis Tosar), alguien que no tiene nada que perder ahí dentro tras llevar gran parte de su vida entre rejas por toda una serie de graves delitos cometidos. Para sobrevivir en tan desconcertante situación, Juan decide hacerse pasar por un preso más, llegando incluso a ganarse la temprana confianza de Malamadre y necesitando transmitir la tranquilidad necesaria para que su farsa no sea descubierta.

celda 211_001Además de por una serie de exigencias justificadas de los presos para mejorar su calidad de vida dentro de la cárcel, el motín se realiza por el trato que los internos reciben por parte de los funcionarios dirigidos por el jefe de servicio Utrilla (Antonio Resines), con diferencia el más vil de la plantilla, que contrasta con las buenas maneras de Armando Nieto (Fernando Soto). Para negociar las condiciones expuestas por los internos, el Ministerio del Interior envía a Almansa (Manuel Morón), quien tendrá que lidiar directamente con Malamadre, intentando convencerlo para poner fin a la sublevación carcelaria. Entre los reclusos se encuentra gente de toda clase, como Tachuela (Vicente Romero), Apache (Carlos Bardem) o el toxicómano Releches (Luis Zahera), cada uno con sus funciones específicas asignadas dentro del grupo creado por Malamadre, que encontrará en Juan Oliver, sangre fresca.

celda 211_003Todas las interpretaciones son estupendas, destacando desde luego la de un tremendo Luis Tosar (Te doy mis ojos, 2003) que fuerza su propia voz para aumentar el temor que la sola figura de su personaje consigue transmitir. El argentino Alberto Ammann debuta en el cine con este papel, bien interpretado y con la voz trabajada para que no se escape demasiado el acento de su país natal. Detrás de ambos se encuentra el veterano Antonio Resines, que carga de credibilidad absoluta a su personaje. Fernando Soto y en especial Manuel Morón ponen la guinda al pastel de este elenco de actores que no se completa hasta pasar por los que aparecen con más brevedad, tales como Carlos Bardem, Luis Zahera y Vicente Romero (Padre coraje, 2002).

La película combina el género thriller con la acción, consiguiendo crear un ambiente muy tenso que se centra en el temor de que los presos puedan descubrir la patraña del funcionario Juan Oliver, desarrollándose todo el metraje aprovechándose muy bien de un gran guión escrito por el propio director de la película, Daniel Monzón (La caja Kovak, 2005) y Jorge Guerricaechevarría (La comunidad, 2000), basado en la novela de Francisco Pérez Gandul. celda 211_002Su historia se permite exagerar algunos aspectos de la vida de una prisión, elevando a la categoría de ogros a los funcionarios y concediendo el mismo estatus para todos los internos, entre los que salvo el fingido Juan Oliver no se encuentra nadie que no de la sensación de querer apuñalarte en ese mismo momento. Además, hoy día es impensable que se produzca un motín de estas características, por lo que la imaginación se ha llevado hasta el extremo con la exitosa idea de entretener, sin ser demasiado fiel a la realidad.

La música, de un grande como Roque Baños (Alatriste, 2006), no pretende llamar demasiado la atención en la película, pero su acompañamiento cuando aparece es grato y a veces consigue gozar de gran protagonismo, siendo sus compases el detalle definitivo de esta gran y recomendable película.

Nota del autor:
7,0
███████ (Buena)

 

 

 

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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