Título original: Boogie Nights
País: EEUU
Duración:
156 min.
Director:
Paul Thomas Anderson

Guión: Paul Thomas Anderson
Música: Michael Penn

“Uno de los mejores retratos del porno […] consigue representar esta industria sin la necesidad de recurrir a lo vulgar […] Wahlberg realiza un gran trabajo […] Reynolds impoluto […] Los méritos de esta película son muchos […]”

Sin duda uno de los mejores retratos de la industria cinematográfica del porno en los Estados Unidos, guiando al espectador a través del crescendo de este gigantesco negocio desde su nacimiento y auge en mitad de la década de los años setenta hasta el boom de las cintas de vídeo.

Para esto, el bueno del director y también guionista de esta cinta, Paul Thomas Anderson («Magnolia«, 1999), con un estilo que delata claramente su mano sobre el producto, tocado por largos travellings que siguen en varias ocasiones a los protagonistas de la historia, escoge como guía para el argumento a un joven adolescente encarnado con mesura por Mark Wahlberg («La noche es nuestra«, 2007), quien realiza un gran trabajo. Su personaje, Eddie Adams, es un adolescente de diecisiete años marcado por una situación familiar inestable en la que su madre se comporta de forma histérica y su padre no puede hacer nada por evitarlo, al sentirse frustrado. Es por esto que el joven Eddie trabaja a muchos kilómetros de su casa como camarero y limpiador en la cocina de un local nocturno, algo que le permite evadirse de su incómoda vida y le da la oportunidad de llegar a conocer a alguien que pueda descubrir en él las facultades suficientes como para proporcionarle un gran futuro. Una noche, un gran realizador del cine para adultos que sueña con hacer una película que rompa moldes dentro del porno, Jack Horner (Burt Reynolds) le hace algo parecido a una entrevista y le ofrece trabajar bajo sus órdenes en la producción de sus próximas películas pornográficas. Eddie, que considera que tiene un “gran don” (detéctese mi ironía) para desarrollar una carrera dentro de esa industria y es, según uno de sus ligues “increíble en la cama”, termina aceptando tan suculenta proposición, lo que le abre las puertas a un mundo lleno de fama y éxito pero también de problemas, como es el del tema que aquí nos acontece.

Los méritos de esta película son muchos, demasiados, pero sin duda el mayor acierto es conseguir representar a esta industria sin la necesidad de recurrir a lo vulgar o a escenas grotescas. El espectador puede hacerse, gracias a esta cinta, una idea de cómo muchos jóvenes llegan a trabajar en este tipo de cine, respirando un ambiente lujoso y lujurioso que desde esta película no se relaciona con lo superficial, pues sus personajes están llenos de perspectivas respetables, objetivos de futuro y actitudes que hasta rozan lo inocente. No es pequeño el número de personajes del porno que ha encontrado en ese negocio un refugio de una pobre vida, afectada por los problemas familiares o pasados oscuros. Boogie Nights es una forma de decir que quienes trabajan en esa industria no sólo son divas y engreídos que se creen superiores al resto, sino personas normales pero llena de problemas que encontraron en el mundo pornográfico una forma de estabilizarse y de algún modo, alcanzar la añorada felicidad.

Todo el abanico de personajes abierto en torno a la figura de Eddie Adams, que cambia su nombre por el artístico y original Dirk Diggler, actúa como una familia para él, como por ejemplo Jack Horner, que se comporta como un padre, mostrándose orgulloso con su chico y demostrándole su cariño. Los otros personajes que le sirven de apoyo y guía, pueden ser la estrella del porno Amber Waves (Julianne Moore, «Un hombre soltero«, 2009), Rollergirl (Heather Graham), una chica como el protagonista principal, sin estudios y huída de su familia, (si es que alguna vez la tuvo), su buen amigo Reed Rothchild (John C. Reilly) y hasta el bueno con aspecto depravado de Scotty J. (Philip Seymour Hoffman). Por otros terrenos, pero no muy lejos, cabalgan el también actor porno Buck Swope (Don Cheadle, «Hotel Rwuanda«, 2004), con su desfasado aspecto de vaquero y con la mira puestas en otra parte, el pobre Little Boy (William H. Macy, «Fargo«, 1996), siempre descubriendo a su mujer siéndole infiel, y el conocido como Coronel James (Robert Ridgely), quien financia las producciones de Jack Horner. De todos, decir sin miedo que habiéndome encantado el fabuloso trabajo de Wahlberg, me quedo con el realizado por un gran Burt Reynolds («Defensa«, 1972), con su impoluto personaje de magnate del sexo.

Para terminar, decir que la música de la película es una fuente inacabable de grandes temas que se suceden casi sin parar para amenizar las dos horas y media de duración de esta película (se hacen cortas), llenando los oídos del espectador de famosas y también menos populares canciones de cuatro décadas (60, 70, 80 y 90) entre las que se encuentran algunas piezas fabulosas, no mencionadas en esta crítica por la considerable extensión del número de temas que componen la banda sonora.

Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy Buena)

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Miquel Alenyà
“[…] Compone un interesante retrato de la realidad social del momento, marcada por los ideales hippies de vivir en libertad, la liberación sexual, la superación de viejos tabúes, la implantación de nuevas normas de conducta y el consumo de drogas (heroína, cocaína, anfetaminas…). La narración es vibrante y briosa. Se desarrolla a un ritmo intenso y sostenido, que mantiene el interés del espectador a penas sin pausas. Los diálogos son breves y ágiles. Los caracteres se presentan diferenciados y bien definidos. Las interpretaciones de Burt Reynolds, Julianne Moore y Mark Wahlberg, son acertadas y verosímiles. Elogia la alegría de vivir, el hedonismo, la libertad. Muestra las consecuencias de la drogadicción (brotes paranoicos, impotencia, degradación personal…). Evita los juicios morales en beneficio de una exposición que busca ser objetiva y realista. El humor y la ironía, abundantes, se distribuyen a lo largo y ancho del metraje con gracia y sentido de la oportunidad. La obra es interesante, entretenida y reconfortante. Se ha escrito en varias ocasiones que refleja influencias de Martin Scorsese y Quentin Tarantino. El paso del tiempo la ha convertido en película de culto. La visualidad del film es potente y cautivadora […]” 8.

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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