Negu Hurbilak (Colectivo Negu, 2023) – 90 min. –
Una joven, ante el cese de la actividad armada de ETA en 2011, iniciará un viaje a Francia para evitar las represalias.
Película dirigida por el colectivo Negu (un conjunto de 4 directores; Ekain Albite, Adrià Roca, Nicolau Mallofré y Mikel Ibarguren. Gestado en la Escac y apadrinados por el festival L’Alternativa).
Narrándonos el periplo de huida de una joven activista a través del País Vasco en busca de refugio en el País Vasco francés, abandonando a su familia y poniéndose en manos de la buena voluntad de las gentes de la zona rural vasca para atravesar esa frontera que esta tan lejos y a la vez tan cerca.
Iniciando con miedo y esperanza el viaje, cubierta en la oscuridad y silencio para pasar a vivir rodeada de la soledad y promesas no cumplidas.
Promesa de película, con solo una actriz profesional (Jone Laspiur), que realiza un trabajo correcto con el poco papel que le dan, remitiéndose a largos silencios y a intentar transmitirnos su miedo y tristeza. Como si de un animal enjaulado se tratara a la espera de la mano ejecutora. Rodeada de extras de la calle a lo largo de todo el rodaje, gente sin experiencia real como actores, que siendo “ellos mismos” simplemente consiguen aportar una carga emocional y dramática a la película. Siendo con sus silencios y gestos mínimos el torrente de emociones que se vierten hacia nuestra protagonista para rellenar el metraje. Especialmente remarco la labor de Anita y del pastor Beñardo.
Siendo estas joyas en bruto y el uso de la cámara lo más remarcable a lo largo del film, con una cámara estable que nos muestra largos planos de la naturaleza vasca y los interiores donde estará encerrada nuestra joven. Con largos planos o uso de la cámara en mano como si de otro personaje más se tratara en su recorrido por el pueblo de Zubieta.
En realidad, nos hallamos con un largo anuncio de “visite el País Vasco” ante nosotros. No digamos siquiera un mediometraje. Con largos, larguísimos planos de naturaleza, del interior de los hogares, del trabajo manual de sus gentes. Que simplemente, a pesar de lo bonitos, no aportan nada a la historia. Simplemente están para ir añadiendo minutos al metraje, y minutos. Y más minutos. Causando que la mente empiece a divagar, en qué bonito es lo que se está observando y despreocupándose por completo de la mínima historia que tenemos ante nosotros. Teniendo una banda sonora mínima con lo que no hay el mínimo acompañamiento para una historia de tipo intimista.La historia en si es muy simple, apenas dura 15 minutos, si cabe. Nuestra protagonista será transportada del punto A al punto B de ahí al C suspirando siempre por llegar a su destino. Como si de un adolescente moderno se tratara, lo único a lo que aspira es a causar pena en su totalidad sin intentar tomar las riendas de su destino y progresar en su vida (no intenta huir en coche, ni siquiera echarse al monte para cruzar una frontera que no está vigilada). Donde es más cómodo vivir de la piedad de la gente que intentar cambiar su situación.
Una historia donde no hay nunca un avance, sólo un cambio de escenario. Donde ningún acto tiene consecuencias y la tensión nunca lleva a nada. Simplemente a otro largo silencio, otro plano de naturaleza y volver a empezar.
Si se está intentando un rodaje intimista, casi costumbrista, si quieres transmitir emociones al menos tiene que haber un mínimo de dialogo, de historia, detrás. Simplemente tenemos 90 minutos donde con solo los 15 primeros tenemos toda la película hecha.Tenemos tanto vacío a rellenar en las escenas como en el guión que se preparó, llegando al paroxismo con la grabación del carnaval de Zubieta. Mucho más tradicional y loco que cualquier carnaval que haya vivido antes, llevándonos a los verdaderos orígenes de desenfreno y ritual de la celebración (realmente, me encantaría vivirlo). Algo, que, aunque bonito e interesante, no nos lleva a nada. A nada. Y siendo el final de la película nos deja con la pregunta de “¿Y ahora qué?”.
Pregunta que ni los mismos directores supieron responder en el Q&A, reconociendo que pusieron esos 10 minutos de carnaval final porque quedaban bien.
Es decir, tenemos un metraje sin historia, con apenas dialogo, largos planos de naturaleza y trabajo rural. Es decir, un cortometraje fusionado con un documental típico para echar una siesta. Apelando a un vacuo sentido artístico, pero sin nada para alimentarlo.Perfecta para haberse rodado en un mes, cobrar una subvención, recibir premios en festivales artísticos con gente con largos y atusados bigotes y desaparecer en el mayor de los olvidos.
Recomendable si te gustan los anuncios para ir a visitar el País Vasco o las películas que no llevan a nada.
La frase: «¡Pero aquí no se puede quedar!» «Pues se va a quedar aquí» (la mayor muestra de trama de toda la película).
La escena: El momento de complicidad entre Anita y nuestra protagonista cuando hablan compartiendo tabaco.
Nota del autor:
3,0 ███ (Mala)
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