Living (Oliver Hermanus, 2022) – 102 min –
Vivir (Título en México)

Londres, 1953, Peter Wakeling (Alex Sharp) es un entusiasma joven que se dirige a su primer día de trabajo como burócrata en el departamento de obras públicas. Pese al distanciamiento que le muestran sus colegas de oficina y al férreo código de compostura y disciplina incorporado con el cargo. Momento en el cual conoce a su jefe, el señor Williams (Bill Nighy): un tipo gris, marchito por décadas en los despachos y abiertamente distante con sus empleados, un funcionario que apenas levanta la voz para derramar alguna frase vacua, un administrativo cuya máxima es que cualquier documento puede amontonarse sin que por ello sea signo de ineptitud. Un tipo que únicamente baja la mirada a los altos cargos. Lo que no sospecha el Sr. Williams es que la llegada de sus resultados médicos dará un vuelco a todo lo que el esperaba de la vida, y se replanteará el rumbo de lo poco que le queda.

Esta es la sinopsis de Living para aquellos que tengan curiosidad por la trama y quieran saber de lo que va. Hasta ahí todo bien, el problema viene cuando te avisan ya en los créditos iniciales que está basada en el film Ikiru (1952) de Akira Kurosawa, el cuál escribiría el guión junto con Shinobu Hashimoto y Hideo Oguni. En cristiano, esto es un remake… y no un remake de otra película, sino de una obra maestra.

Si encima tienes la «desgracia» de que Ikiru sea una de tus películas favoritas, la labor del visionado y posterior reseña se convierte en todo un paso de Semana Santa (con sus saetas, su sufrimiento, y sus padres nuestros). Porque no nos engañemos, si no has visto el film de Kurosawa, esta peli se quedará en una historia de esas bonitas con moralina final, con una bella fotografía (aunque el puñetero director esté obsesionado con los planos medios cortos descentrados, donde parecen los personajes hundidos en arenas movedizas; irritante recurso, creedme), y un elenco que hace su labor correctamente. No es para tirar cohetes pero tampoco se te quedará en la memoria.

Pero si habéis tenido la dicha – si no, ya podéis apuntar en vuestras pelis por ver, Ikiru (1952) – de haber disfrutado, reído, emocionado y empatizado con el gran Sr. Watanabe (encarnado por el maravilloso Takashi Shimura) en su tortuoso camino hacia el sentido de su vida. Descubriréis que este remake es un insulto a aquello que era, es y será perfecto.

El remake como una revisión de lo anterior visto, y colocarlo en un marco distinto para hablar de la misma historia (se repiten varias veces idénticas secuencias) para a su vez eliminar (o censurar) toda carga dramática de un padre humillado por su hijo/nuera, por una enfermedad que es descubierta con una hiriente escena de humor negro, eliminar su tristeza, su soledad, su desesperación… por un vestuario carente de motas de polvo, con una pulcritud que apunta a convertirse en un anuncio de la próxima temporada del Corte Inglés (con escenas en cámara lenta y todo, en plan Zack Snyder, ¡ouh yeah!). Personajes inexpresivos que se van de parranda y ni sudan, un bombardeo de silencios en sus diálogos que caen en la pretenciosidad, unos síntomas de enfermedad que en vez de dar pena parecen sacados de uno de los pasos de Michael Jackson, un interés amoroso a posteriori más forzado que la música que tiene de score la cinta, una carencia por mostrar el dolor del personaje en una soledad que nadie llega a comprender, personajes carismáticos que desaparecen en el remake en pos de un historia menos dura. Y sin olvidar el contexto, no se puede comparar una ciudad de Tokio destruida, un país derrotado que empieza desde cero con un Londres victorioso post II Guerra Mundial donde la penuria sólo se ve en un solar abandonado. Todo el resto rezuma una arquitectura ostentosa, y por otro lado… ¡cómo cojones puedes sentir la penuria de unas madres que suplican un parque infantil y parecen sacadas de la portada del Hola!Por supuesto hay puntualmente cosas que enriquecen su trama, pero es todo un espejismo. En cuanto te despistas y crees que vas a ver una historia distinta, te plantan la misma escena, mismo encuadre y mismas palabras. Me recuerda esto a cuando americanizan un éxito nipón, en este caso los que lo hacen son de la Gran Bretaña.

Todo parece muy manido con el fin de buscarte inútilmente los sentimientos que encontraste en la peli original hasta la última escena. Un momento de soledad, de felicidad inmensa, de sentirte complacido y de tristeza al mismo tiempo… que la convierten en un acto de voyerismo donde un policía que mira a un moribundo, y el otro sigue cantando teniéndolo a escasos metros ¡Qué cojones me quieres decir con eso!¿tengo que sentir tristeza o incomodidad?Me reafirmo en lo dicho, puede que sea totalmente subjetivo por no evaluarla fríamente como un producto ajeno al original, pero si fuera así os estaría engañando a vosotros y a mí mismo. Esta peli es como un intento de escribir el Quijote capítulo por capítulo pero en bosques canadienses, con individuos que se olvidan de transmitir un carácter universal sino algo autóctono. Al final, en vez de un remake, en vez de un homenaje… tienes un despropósito; algo que nunca tuvo sentido hacer y que quedará en la historia del cine como un mero accidente. Como dije al principio, los actores no lo hace mal, Bill Nighy me encanta como actor, he descubierto la preciosa actriz Aimee Lou Wood y el resto del elenco no me produjo rechazo. Pero la historia no necesitaba ser contada de nuevo, ya lo hizo Akira Kurosawa hace 70 años, y rodó una obra maestra.

Resumen de la revisora de la crítica: esta peli es una caca de la vaca, remake que ha hecho llorar a Diego.

Distribuida en España por WANDA visión

Nota del autor:
4,5 ████ (Mediocre)

Disponible en FILMIN desde el 7 de abril de 2023

TRÁILER:

 

 

Written by Diego Karasu

Cofundador y Director Adjunto

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