Strawberry Mansion (Kentucker Audley, Albert Birney, 2021) – 90 min. –

Sinopsis: En el futuro la humanidad vive en una distopia muy interesante, en la cual el gobierno ha diseñado una máquina que permite registrar los sueños de la población. Unos sueños que posteriormente son analizados y por los cuales se cobran impuestos de cada cosa que se haya imaginado en ellos..

Aún sin pretenderlo, me vienen flashes de las películas Brazil (1985) y Teorema Zero (2013) (ambas de Terry Gilliam), por su formato onírico surrealista.

En ella nuestro protagonista James Preble, un humilde inspector de hacienda, acude a la casa de una afable ancianita que nunca ha pagado impuestos. Solo para comprobar que esta registra sus sueños de forma independiente y no hace participe al gobierno.

Esta suerte de anarquista del sueño introducirá al protagonista, una suerte de Brad Pitt de baratillo (es calcado al protagonista de Seven (1995), pero con más ojitos de cordero degollado) en un mundo de ensueño totalmente fuera de control. Descubriendo a cada paso una conspiración mucho más oscura detrás de esta forma de control.

Nos encontramos con un cinta realmente muy bonita de ver, se hace muy amena y sus 90 minutos de duración son muy adecuados. Es una producción de bajo presupuesto que hace de ello su virtud de cara la estética. Sus gadgets hechos de cartoncillo y tubos son muy entrañables. Y justamente al no usar tanto CGIs ni efectos hace mucho más creíbles las escenas oníricas. La estética monocolor dentro de la casa de los sueños del protagonista es simplemente una genialidad. Hace muy fácil el diferenciar el mundo real del mundo de los sueños. Usando de hecho el efecto digital para cosas muy menores.

El trabajo de los actores es simplemente genial, para ser una película sustentada en solo “dos” personajes (aunque con un poco de trampa). Especialmente con la ancianita cargada de manías y particularidades encarnada por Penny Fuller (que ha estado en todo tipo de producciones, desde Melrose Place (serie TV, 1994) a Todos los hombres del presidente (1976). A recalcar que el personaje protagonista es el codirector y coguionista de la misma (Kentucker Audley) y puedo decir que para aborrecer estos casos normalmente, aquí cumple sobradamente.

Una grandísima idea para desarrollar en la historia y que añade un subtexto muy siniestro, como debe ser en una distopia. Con un estado que te cobra por un recurso infinito y renovable tus sueños, sobre el que no guardas ningún control. Mientras que al mismo tiempo te manipula en los mismos para insertar ordenes subliminales para hacerte gastar más mientras estas despierto. Un negocio redondo. Seguro que no hemos visto esa situación en la vida real. Donde un simple acto de rebeldía como el sueño adquiere el rango de terrorismo.

Como detalle menor, podemos decir que es otro canto de amor a épocas pasadas del videoclub, con montañas de VHS por doquier dentro de la casa, que harán las delicias de más de uno.

La escena: La escena de la vida en la isla.

La frase: «¡Mis pies están en llamas!» (que laconismo a la hora de decir algo tan jodido).

Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2021

Nota del autor:

8,0 ████████ (Muy buena) 


TRÁILER V.O.:

 

Written by Oscar Hidalgo

Cinéfago demente