David Lynch («Inland Empire«, 2006), que siempre ha sabido adentrarse como nadie en lo más profundo de las oscuras grutas de la perversidad humana, no titubéo a la hora de escoger un camino diferente, uno que nos guiaría a través de los terrenos de lo más entrañable de nuestra especie. Y no es que el inimitable director de Missoula no haya tenido siempre presente, a lo largo de su carrera cinematográfica, la cara más buena del ser humano (pudiéndose encontrar en la mayoría de sus trabajos tanto a personajes encantadores rodeados de lúgubres seres y desoladores ambientes, como un trasfondo en el mensaje que nos señala una luz en medio de un mundo de crueldad), pero es en esta película donde esta parte se asoma a la superficie sin rubor como la principal protagonista. Personajes llenos de bondad, propietarios de sonrisas sinceras y miradas enternecedoras, dominan la cinta para transmitirnos una de esas historias que llegan dentro.

El argumento se desarrolla sobre unos territorios a los que Lynch siempre le ha apasionado explorar (véanse “Twin Peaks”, “Terciopelo azul”…), zonas rurales que despliegan un amplio abanico de personajes y ofrecen un meticuloso dibujo de la idiosincrasia del lugar. En esta ocasión nos encontramos en Laurens (Iowa), donde un afable anciano, Alvin Straight (Richard Farnsworth), de 73 años, vive con su hija Rose (Sissy Spacek), a la que el propio Alvin describe como: “hay quien la llama lenta, pero no lo es. Tiene una mente que atrapa todos los datos”. Un día, Alvin recibe una llamada. Su hermano Lyle (con el que no se habla desde hace diez años) ha sufrido un infarto. Sin apenas dinero, sin coche, sujetándose en dos bastones y con un principio de enfisema pero un envidiable espíritu, decide partir en su busca para visitarlo, y de paso enterrar el hacha de guerra. Más de 500 kilómetros los separan y un cortacésped de los años sesenta con un remolque enganchado es lo único que puede llegar a unirlos.

Esta extraordinaria película nos ofrece una visión muy particular de un hecho real, aguardando tras sus mejores escenas un mensaje o diálogo penetrante que aspira a enseñarnos más cosas sobre esta vida. Las bellas imágenes de los paisajes que Alvin Straight recorre se fusionan con las inolvidables y extraordinarias melodías de Angelo Badalementi (“Carretera perdida”, 1997) mientras somos testigos de unas secuencias que nos obligan a reflexionar y que destapan que detrás de toda la decadencia moral del ser humano hay un halo de esperanza, representado por esas buenas personas que como Alvin y su encantadora hija en “The Straight Story” hacen su vida aprendiendo a valorar los pequeños detalles, expuestos aquí como lo más hermoso que podamos contemplar. Y es que en cuestión de detalles pocos realizadores pueden superar la maestría del que para mí es uno de los mejores directores de la Historia del cine. David Lynch siempre ha sido de los que prefieren llegar al alma mediante pistas expuestas en un gran plano, para después recorrerla mientras va construyendo su apasionante atmósfera.

Richard Farnsworth («The natural«, 1984) se marca una interpretación extraordinaria, apasionante, desgarradora. Su mirada, sus palabras y su pasión en todo lo que hace llega tan dentro que es muy difícil no emocionarse siendo simplemente testigo de la entrañable actitud de su personaje. Puedo decir sin dudar que es uno de los mejores papeles que he visto en el cine. Farnsworth, a los ochenta años de edad y con un cáncer terminal decidió dejar esta vida suicidándose en su rancho en Lincoln, Nuevo México, apenas un año después del estreno de esta película. Sissy Spacek («En la habitación«, 2001) como Rose, es también una delicia interpretativa, con un papel cargado de tanta fuerza y contundencia como ternura. Tanto por las melodías de Angelo Badalamenti, que compone una banda sonora digna del mayor de los reconocimientos, como por varios pasajes rodados por Lynch y el ritmo de «The Straight Story«, el estilo de la película me ha recordado al de otro gigante de la Historia cinematográfica, el Clint Eastwood de cintas como «Sin perdón«, «Un mundo perfecto» o «Los puentes de Madison«, aunque podemos encontrar fácilmente las particularidades que hacen de Lynch un director único pese a su cambio de registro.

Nota del autor:
9,0 █████████ (Excelente)

TRAILER:

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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