Clouds of Sils Maria (Olivier Assayas, 2014) – 124 min

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Maria Enders (Juliette Boniche, Nadie quiera la noche, 2015) es una actriz consagrada a la que le ofrecen un papel en la primera obra que realizó, hace ya veinte años. Sin embargo, interpretará el papel en el que antaño se metió su compañera de reparto: Helena, una mujer cuarentona locamente enamorada de Sigrid, una descarada jovencita que trabaja para ella y con la que empieza un pasional y tormentoso romance. Este personaje será ahora interpretado por una joven promesa de Hollywood: Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz, Carrie, 2013).

Kristen Stewart (Crepúsculo, 2008) es Valentine, la asistente personal de Enders. Stewart y Binoche crean una pareja sorprendentemente atractiva que, a pesar de la diferencia generacional que las separa, consigue entenderse.  Veinte años hay entre la una y la otra, y aún sí son capaces de compelementarse de una forma tan interesante (al menos para el espectador), con unos puntos de vista tan distintos que  lejos de separarlas, enriquecen el trabajo de ambas. Esto es así hasta el momento en el que Valentine empieza a sentirse menospreciada por la soberbia de la que su jefa no parece poder deshacerse.

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Es curioso ver como Valentine resulta ser la persona estable, madura y comprensiva, siendo estos rasgos más característicos de una persona inmersa en plena vida adulta. Frente a ella tenemos a Enders, con un temperamento mucho más visceral e inconstancia, más propios de alguien mucho más joven, alguien que se siente sobrepasada por las emociones que le provoca un mundo que está empezando a conocer. Sin duda, Enders está pasando por un momento de transición, un paso hacia adelante acelerado por el papel que ahora le toca interpretar. Y ella sabe que tiene que darlo, y que Helena es una buena compañera en este viaje, pero su instinto más primitivo parece querer resistirse al paso del tiempo. Y por eso mismo le cuesta tanto interpretar a este personaje, para ella mucho menos interesante que la Sigrid que fue y quiere seguir siendo.

Este juego de roles invertidos queda visual y efectivamente reflejado en la escena en la que ambas deciden darse un baño en el río: Valentine se queda en ropa interior, con unas bragas excesivamente púdicas y más propias de una abuela, y Enders se tira el agua tal y como vino al mundo.

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Estos roles sin embargo no están presentes desde el comienzo de la película, sino que asistimos a una transformación, a un intercambio incluso, de los roles que cada uno de los personajes tiene dentro de la pareja. Valentine no es desde un comienzo la chica seria que intenta iluminar las tinieblas a las que Ender se enfrenta, sino que también actúa de forma coherente a la etapa vital en la que se encuentra: quedando con chicos que apenas conoce, sin ninguna intención de comprometerse, emborrachándose y haciendo locuras propias de la juventud. Juventud que Enders quiere de forma más o menos inconsciente, arrebatarle. Y este es quizás el motivo por el que Stewart acaba por marcharse de su lado, por evitar convertirse en la Helena que su jefe se niega a ser.

La contextualización de los dos personajes sí queda desde el principio claramente definida, siendo una vez más, contrapuesta. Cada una refleja a la perfección la generación a la que pertenecen, representando, esta vez sí, el rol propio de la época de la que forman parte. Frente a la actriz respetada, fiel seguidora del método, intelectual y profunda; el personaje de Kristen (y el de Moretz), reflejan a la perfección el actual mundo de la farándula, con toda la parafernalia que rodea a las actrices de Hollywood. Un agravado consecuente de la aparición de Internet, del universo que ya desde los inicios acompañaba al mundo actoral. Mundo del cual Enders se burla constantemente, tachando a sus componentes de ridículos y superficiales.

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Y frente a todo este brillante trabajo conceptual e interpretativo, es una pena que el filme acabe derrumbándose por su excesivo metraje, así como un tempo lento y mal medido. La película se va desinflando a partir de la segunda mitad. La marcha de Stewart provoca un decreciente interés en el filme, al renunciar obligados al mayor acierto de la obra: el binomio Binoche – Stewart.

El final de la película acaba por resultar incluso anticlimático, exageradamente cortante para el minucioso desarrollo que nos había llevado hasta allí. Y aquí es donde falla la película. Si bien el guion deslumbra por la profundidad y diversidad de sus subtextos, se rompe ante una trama que deja de avanzar y de interesar al lector, especialmente en el tercer acto. La tensión no se mantiene, y el clímax no consigue remontar la caída en picado que suponen los últimos minutos de la obra.

 

Nota del autor:
7,0 ███████ (Buena)

Película en CARTELERA desde el  12 de junio de 2015.

 

TRÁILER:

Written by Guadalupe Larrey