A veces para cubrir tus carencias solo es necesario tener unas virtudes potentes que las contrarresten. En el caso del cine, una película honesta consigo misma y con el espectador, que sabe desde la partida a dónde quiere ir y que llega sin hacer trampas ni coger atajos, ya tiene mucho, pero que mucho, ganado. Pozoamargo tiene pegas, sí, pero quedan en minucias a la sombra de su enorme solidez y coherencia. En un espacio rural manchego, cargado de violencia, tensión, sangre, bajas pasiones y calor, que recuerda por momentos a “La familia de Pascual Duarte”, de Cela, y en otros a La caza (1966), de Saura; vemos la doble huida de Jesús,que fragmenta la película en dos: primero el intento de fuga, y luego la huida real, cuando, de repente, la película cambia de tono (y de fotografía) y deja de ser un drama rural para convertirse en uno psicológico, sin abandonar el campo, con planos y composiciones dignas del cine nórdico más reflexivo de los 50 y 60. Una huida de sí mismo, en una reflexión continua sobre la culpa, sobre sus efectos, internos y externos, y sobre la redención: ¿existe la culpa? ¿se puede escapar de ella? ¿se debe asumir con resignación?

Enrique Rivero nos plantea una propuesta muy potente, que va ganando conforme avanza, como el deportista que va entrando en calor y se mueve más ágil, se va soltando, arriesgando en las formas y tapando sus imperfecciones. Que las tiene, pero, ¿qué más da?.

Vista en PASE DE PRENSA en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2015 el 12 de noviembre, Sevilla. 

Nota del autor:
9,0 █████████ (Excelente)

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Written by Javier Osuna