El cine de autor se rige por convenciones distintas que el cine más comercial o incluso el de circuitos independientes. Si a eso le sumamos que el choque cultural, es de cajón que las películas de Apitchapong Weerasetakhul no son lo que se dice fáciles de ver.
Esta en concreto, cuenta la historia de una mujer voluntaria en un hospital provisional, instalado en una antigua escuela para albergar a un montón de soldados aquejados de una extraña enfermedad: duermen casi todo el tiempo.
El director tailandés de culto se caracteriza por un uso poético de la luz y la espiritualidad omnipresente en sus historias. Sin embargo, y aun teniendo en cuenta ese salto cultural del que hablábamos, Cemetery of Splendour es un auténtico despropósito. Salpicada de escatologia gratuita y con una duración de 122 minutos que parecen 122 horas, esta última cinta carece del atractivo que tenía Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010). Aunque aquella también era lenta y alienígena y tenía momentos incómodos para el espectador, trataba un tema universal: la espiritualidad que rodea la muerte, la veneración del pasado y el tránsito (de la vida a la muerte o de una vida a otra). Cemetery… en cambio, trata el paso del tiempo y la decadencia poniendo el foco se atención en el país en vez de en el individuo. Para el espectador occidental es demasiado difícil conectar, como para encima tener que ver a un individuo defecando en el bosque sin motivo aparente, soportar bromas sexuales pretendidamente patéticas o sobrevivir sin dormirse a uno de los múltiples planos fijos que nos regala.
En Cemetery of Splendour falta motivo y falta poesía. No convence en absoluto.
Vista en PASE DE PRENSA en el Festival de Cine Fantástico de Sitges 2015 el 13 de octubre, Sitges.
Nota del autor:
4,0 ████ (Mediocre)
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