A Little Bit of Heaven (Nicole Kasell, 2011) – 106 min
Si le hacemos caso al cartel promocional de este film, y que reza «La vida empieza ahora«, aparentemente, hay algo de interesante a primera vista. Compramos la entrada, un cubo mediano de palomitas y pasamos a la sala de proyección. Hasta ahí, todo absolutamente normal. Como cualquier otra peli. Nos sentamos esperando que empiecen los créditos y nos damos cuenta de que hemos devorado la mitad del cubo de maíz. Empieza el largometraje (demasiado largo) y «zas«: manotazo en toda la cara.
El argumento, típico y tópico. Una mujer, aparentemente feliz y con una carrera profesional que promete. Evidentemente, sentirse atada a nivel personal no entra en ninguno de sus planes a corto ni a largo plazo. Y hablar de pareja sentimental nada de nada. Sin embargo todo cambiará y dará una vuelta de 360 grados el día que acude a una revisión médica de esas de las que llaman rutinarias. A partir de los resultados, recibe la noticia de que tiene cáncer.
Y en este preciso momento yo reflexiono. Vale que estamos hablando de una película y como tal, puede no tener nada que ver con la realidad. Pero tratar de endulzar lo obvio, me parece repugnante. Punto y seguido.
En un primer momento la fuerza y el carácter del personaje hace que acepte la noticia más o menos de buena manera. Y en este momento es donde nos metemos en camisas de once varas. Ella, el paradigma de la vida en solitario, comienza a sentir algo por el médico que la trata. Y ya tenemos la trama servida en la mesa central con cubiertos de plata.
Kate Hudson («Casi famosos» 2000) obra el papel protagonista. Y un barbudo Gael Garcia Bernal («Amores perros» 2000) en el papel del doctor que le da la noticia sobre su enfermedad. Hablar de química entre los actores principales de la película me parece hasta ofensivo. En raras ocasiones he visto tan poca complicidad entre dos personas que están trabajando en el mismo filme. Cuando la fuerza del guión recae en los dos papeles principales es necesario echar el resto para que la trama parezca creíble. Y sinceramente creo que tanto ella como él no se han bajado siquiera del autobús.
A su lado podemos encontrar una serie de actores secundarios que podrían haberle dado un empaque mayor dada su trayectoria profesional. Kathy Bates, Rosemarie DeWitt, Peter Dinklage o Whoopi Goldberg son algunos de ellos.
La dirección, a cargo de Nicolle Kasell, tampoco ha ayudado a conseguir un mejor resultado. Quizá demasiado ocupada en rizar el rizo mas de lo normal. Podemos encontrarla en trabajos como «The Killing» (2011), «The Closer» (2009) o en «El Leñador» (2003).
Hablando de nuevo del meollo de la cuestión, podemos encontrar ejemplos de mala praxis cinematográfica. Que tras duras y espeluznantes sesiones de quimioterapia no se le mueva ni un solo rizo a Hudson, carece de toda sensibilidad y credibilidad. Y que además no se presente, por ínfimo que fuera, algún tipo de efecto secundario que haga sufrir a la protagonista, roza el esperpento. Y si le sumamos otra serie de desaires y la planificación de sus pompas fúnebres, hablamos de estupidez en un grado superlativo.
Y por si faltara poco, encontrar a un dios que te ofrece deseos como el genio de la lámpara maravillosa en tiempos de Aladdín…
En una de las entrevistas promocionales , Gael Garcia Bernal llego a decir que su personaje hablaba mucho sin decir nada al mismo tiempo. Más claro, el agua fresca.
Imagino que podréis tacharme de exagerado. Y que es solamente una película. Y como tal, algo de ficción controlada. Sin embargo, con la sensibilidad a flor de piel, vender una segunda oportunidad vital con el trasfondo tan duro y terrible de esta enfermedad, es hoy por hoy, y con este tipo de argumentos, de una arrogancia sublime.
Si se quiere hacer algo medianamente serio, contrastado y que llegue al espectador, este no es el mejor camino.
Nota del autor:
3,0 ███ (Mala)
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