Brian and Charles (Jim Archer, 2022) – 90 min. –
Un científico imaginativo, pero con la calidad técnica de una alpargata y con ideas no salidas de un bombero, sino de un cuartel entero, ha decidido crearse un amigo robótico a partir de una cabeza de maniquí y una lavadora.
Película de corte infantil/fantástico, apta para todos los públicos, con un humor blanco que consigue arrancar sonrisas al espectador a base de pura inocencia.
Narrada en forma de falso documental, al menos en la primera mitad, esta repleta de momentos en los que el mismo protagonista nos habla a la cámara explicando su devenir diario. Haciéndonos entender rápidamente que estamos ante un cuento.
La típica historia para niños que entretiene y divierte, con un villano muy malvado y un final que solo puedes creer si te llevas puestos los ojos de un crío, no literalmente que entonces hablaríamos de otro genero.
Un relato que nos habla de la fantasía, del tesón, de que no hay que rendirse por muchas vueltas que de la vida y debemos siempre mantener nuestro niño interior vivo. La vida nos deparará cosas bonitas y pondrá maravillas a nuestro paso.
En este caso, una lavadora y una cabeza de maniquí. Que a base de imaginación debemos creer, y creeremos, que puede dar lugar a un maravilloso robot. Lo de maravilloso es por el hecho de que funcione en si con semejante base.
Siendo serios, podemos decir que la primera sección de la película nos habla de la soledad, de lo lesiva que es para el alma del ser humano. Incluso el más inocente, como nuestro protagonista. Totalmente aislado de la sociedad, viviendo solo en una casa en un pequeño pueblo donde apenas se ve a nadie nunca en las calles. Mostrándonos el aislamiento al que se ve sometido debido a su genialidad, o en realidad a su excentricidad que hace que nadie le comprenda y le hunde en un estado semidepresivo. Sobreviviendo a base de realizar pequeñas chapuzas para la población local. Siendo solo entendido por el otro alma cándida del pueblo. Misterios de los cuentos.
Rompiendo esta sección justo ante la creación de su nuevo amigo. ¿Para que buscar nuevas amistades y que alguien te comprenda si puedes fabricarte tus amigos? Como si de un demiurgo se tratara inspirará vida en un objeto de forma casi accidental (¿He oído por ahí Pinocho? ¿Hemos dicho Amy? ¿Tal vez Frankenstein?) y este aliviará la carga de su soledad con un nuevo ser que compartirá sus pasos.Siendo la nueva creación algo realmente genial, por lo divertido e inocente. Iremos viendo a lo largo del metraje como este ser completamente inexpresivo de rostro, que no de acto, ira evolucionando a través de una infancia, adolescencia rebelde (¿cómo puede ser rebelde una maquina? Qué poco habéis tratado con impresoras) para llegar a una madurez. Con sus fallos, sus dudas e incluso sus sueños. Algo muy sabroso.
Uno de los puntos más fuertes de la película es la facilidad que ofrece para conectar con el espectador, buscando ese punto interior que tenemos que quiere creer todavía en los cuentos. Con mucho acierto.
La actuación de nuestro protagonista inventor es muy remarcable, haciéndonos ver con sus medias sonrisas y sus silencios toda la debilidad que necesitamos para conectar con el. De Charles (nuestro genial robot) no mencionaré actuación pero si felicitar al departamento de vestuario por las risas que producía cada pieza de ropa que Charles Petrescu se ponía encima. El momento de ir a Honolulu es hilarante. Y ya el baile. Nunca vereis una lavadora bailar mejor el claque.El último punto interesante serían los paisajes. En esta era de drones podemos decir que el equipo invirtió bien en uno, para podernos ir regalando a menudo planos maravillosos de la campiña inglesa, ciertamente preciosos para los ojos.
La frase: «Empieza por el principio y luego usa la imaginación» (algo que podría usarse a cualquier aspecto de la vida).
La escena: El momento en que Charles descubre qué es Honolulu.
Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2022
Nota del autor:
6,0 ██████ (Correcta)
TRÁILER V.O.: