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Jefeses uno de esos productos de gran nivel que desgraciadamente llevan mucho tiempo en el destierro, esperando que algún buen samaritano lo desempolve de allá de donde se encuentra y lo saque a relucir como realmente se merece. Conducida al abismo del olvido por las grandes distribuidoras (a pesar de haberse lanzado sin demasiado ruido una edición en DVD), somos los amantes de este tipo de producciones los que tenemos en nuestra mano la oportunidad de dar a conocer esta notable, entretenida y apasionante miniserie de cuatro episodios (200 minutos en total) dirigida por Jerry London («Escarlata y negro«, 1983), con guión adaptado de Robert W. Lenski, basado en la novela de Stuart Woods.

En ella podremos disfrutar con el desarrollo cronológico de su argumento, que muestra el estilo de vida y el progresivo crecimiento de una ciudad sureña ficticia llamada Delano (Georgia) contada desde las experiencias que el administrador de la villa Hugh Holmes (Charlton Heston), va narrando a medida que se van sucediendo los acontecimientos. La impecable ambientación de la serie nos adentra en una aparente historia común que habla del bien y del mal; del racismo y de aquellos que pretenden abolirlo; de la vocación del trabajo policial y de la corrupción dentro de ese mundo; de alcanzar una meta política desde los principios o desde la manipulación y la mentira. Muchas interesantes vertientes dentro de un guión que tiene como hilo conductor la actividad policial desarrollada por los diversos jefes de policía que va teniendo a lo largo de los años la ciudad de Delano (teóricamente recibe ese nombre en honor a Franklin Delano Roosevelt), rodeados por una intrigante cadena de asesinatos sin resolver, y un considerable nivel de racismo hacia la gente de color entre la población del lugar.

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Así, la historia comenzará en el año 1924 con el nombramiento del primer jefe de policía de la ciudad, Will Henry Lee (Wayne Rogers), un reputado y humilde agricultor que encontrará su primer obstáculo en la falta de colaboración del rival que pretendía su cargo, Foxy Fundenburke (Keith Carradine). El tiempo pasa y las generaciones se suceden. Llegamos hasta la segunda mitad de los años 40 (final de la Segunda Guerra Mundial) y el joven héroe de guerra Sonny Butts (Brad Davis) recibe el nombramiento de máximo representante de la policía. A diferencia de su antecesor en el cargo, Sonny es racista y utiliza su empleo más como un objeto del que presumir (placa reluciente, una buena moto para lucirse…) y con el que divertirse, que como una vocación para trabajar por el pueblo. Entonces, Billy Lee (Stephen Collins), hijo de Will Henry, está inmerso en la carrera política, contando con la sensatez del asesoramiento de un Hugh Holmes -obviamente- cada vez más mayor. Llegado el año 1962, Tyler Watts (Billy Dee Williams), un mayor del ejército con una hoja de servicios impecable, recibe el cargo de nuevo jefe de policía de Delano. Un único problema: es negro.

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Chiefs” convence porque habla de todo sin caer en el melodrama, ofreciendo muchas historias cargadas de buenos e interesantes diálogos. El racismo es un grave problema que es denunciado sin artificios ni manipulaciones sentimentales. Todos los personajes tienen una personalidad muy bien descrita que ayuda a que se produzca simpatía o desprecio ante ellos. Las interpretaciones brillan, siendo las más destacadas la de un inquietante Keith Carradine («Deadwood«, 2004) y la del despreciable personaje interpretado por Paul Sorvino («El día del delfín«, 1973). Gustan las apariciones de un primerizo John Goodman y la de Danny Glover. Es admirable el apacible trabajo de Charlton Heston («El Cid«, 1961) y su pupilo en la serie, Stephen Collins. Todos los jefes de policía realizan papeles estupendos. Primero Wayne Rogers, como una persona que acoge con ilusión pero escepticismo su nuevo cargo, con ganas de hacer bien las cosas. Luego el repugnante rol que le toca realizar a un buen Brad Davis («El expreso de medianoche«, 1978). Y por último, Billy Dee Williams, que desembarca en la comisaría para normalizar los derechos de las personas de color. La historia de éste es la que más me ha gustado.

Acertada y característica banda sonora de Michael Small («Klute«, 1971), que se funde muy bien con la historia gracias a unas partituras que aún siendo agradables y tranquilas consiguen penetrar en el terreno de lo misterioso.

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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