Título original: Eastern Promises
País: Reino Unido
Duración: 100 min.
Director: David Cronenberg
Guión: Steven Knight

“[…] Irregular cinta […] No supera -ni iguala- las expectativas creadas […] Guión hueco y forzado […] La película dedica muchísima calma y tiempo para mostrar lo más banal de su argumento para pintar lo más interesante de un plumazo y con prisas, dando la sensación de que el tiempo se le echaba encima a la dirección […] Deficiente argumento para un desaprovechado reparto […]”

El argumento gira en torno a la mafia rusa asentada en Europa, teniendo como hilo conductor para su relato una familia criminal de la que es visible el protagonista de esta cinta, Nikolai (Viggo Mortensen), chófer de la organización citada y más concretamente de Kirill (Vincent Cassel), hijo del máximo mandatario de la misma, Semyon (Mueller-Stahl). Por otro lado está Anna (Naomi Watts), una comadrona de un hospital londinense que después de asistir a una adolescente rusa que daba a luz en su hospital poco antes de morir, buscará a los familiares más directos de la recién nacida, deteniendo sus pesquisas precisamente ante las puertas de un lujoso restaurante regentado por Semyon. Las continuas visitas de la enfermera al local mafioso en busca de respuestas, harán que Nikolai fije su mirada en la chica hasta acabar prendado de la misma.

Es la trama de esta irregular cinta de David Cronenberg («La zona muerta«, 1983) que, a pesar de haber obtenido grandes opiniones generalizadas entre crítica y público, a mi parecer no supera -ni iguala- las expectativas creadas. Si bien cuenta con buenas escenas que llegan a impactar, creo que dichos elementos sirven precisamente para tapar las deficiencias de un guión hueco y forzado que no consigue tener el calado dramático necesario para este tipo de historias. Resulta incomprensible que en una película sobre la mafia rusa, la historia más completa y fuerte sea la del bebé recién nacido y la búsqueda de sus padres. Lo estético reina un metraje en el que veremos sangre y situaciones desagradables perfectamente representadas, seguido esto de toda una necesaria y curiosa explicación sobre el sentido simbólico de los tatuajes en los cuerpos de los miembros de organizaciones criminales como la de esta película, o de elementos como la ceremonia de iniciación. De los noventa y nueve minutos que dura esta cinta, noventa y cinco son para advertirnos de lo que sucederá en los tres últimos, en los que pasan más cosas que en todo el resto del filme. La película dedica muchísima calma y tiempo para mostrar lo más banal de su argumento para pintar lo más interesante de un plumazo y con prisas, dando la sensación de que el tiempo se le echaba encima a la dirección.

Viggo Mortensen («Alatriste«, 2006), demuestra que un traje le sienta divinamente, y más si se combina con la conducción de un precioso Mercedes-Benz S 350. Su papel resulta creíble por la calma con la que hace desarrollar los actos, y por su su aspecto, frialdad y misterio. Desde luego que tiene porte para hacer más papeles como éste, espero que mejor dirigido y aprovechado que la cinta por la que mediante estas líneas se da opinión. Vincent Cassel, con su papel del desagradable, frustrado y alocado Kirill, transmite perfectamente lo que se propone, causando al espectador rechazo y odio hacia su maldito personaje. Naomi Watts se muestra convincente y decidida, ofreciendo un papel que se ajusta a lo pretendido y transmitiendo con ello la credibilidad necesaria.

Con todo esto: deficiente argumento para un desaprovechado reparto. Es innegable que la película cumple con su propósito de entretener, que estéticamente es brillante y que cuenta con elementos tan útiles como interesantes, pero a mi parecer se queda todo aquí, en unas cuantas escenas que son las intenciones de lo que podía haber sido y no fue, por la incompetencia de la dirección de no saber librarse de las garras argumentales de la historia del bebé.

La música, de Howard Shore, compositor de obras como «¡Jo, que noche!» (1985), «El silencio de los corderos» (1991), «Se7en» (1995) y la trilogía de «El señor de los anillos«, entre otras, está cargada de tanta belleza como frialdad, y de ella sobresalen las piezas tocadas o acompañadas con violín, que se convierten en las más características de la banda sonora.

Nota del autor:
6,0
██████ (Correcta)
.

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Miquel Alenyà
“[…] Un relato complejo y cruel sobre una organización secreta de la mafia rusa […] Extiende sobre el mundo una mirada inquietante y desoladora, inspirada en una concepción trágica sobre la injusticia esencial de la persona humana […] El comportamiento de los personajes es inquietante porque el espectador nunca sabe cómo van a reaccionar y qué van a proponer […] El diálogo que el film establece entre el realizador y el público es sumamente interesante porque conforma una exploración de la condición humana […] Para Cronenberg, la dualidad del ser humano, suma de bondad y abyección, tiende siempre a resolverse en términos de predominio del mal […] Con un final substancialmente antológico, Cronenberg deja al espectador en una situación saturada de interrogantes y dudas […] Quedan tantos caminos abiertos que el espectador se siente impulsado a poner en orden las ideas que le bullen su la cabeza y a medir su coherencias con la globalidad de un discurso denso, sólido y consistente, como pocas veces se ve en el cine […]” 8.

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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