Título original: Gallipoli
País: Australia
Primera proyección: Australia, 13 Ago. 1981
Duración: 110 min.
Director: Peter Weir
Guión: David Williamson
Música: Bryan May
“[…] Más que aceptable y emotivo retrato sobre la amistad más sincera […] Atmósfera extraña, atractiva y original […] Se hace más buena por cómo se recuerda su mensaje y sensaciones, que por su visionado en el momento […]”
Esta película es un más que aceptable y emotivo retrato sobre la amistad más sincera, representado desde un trasfondo bélico desde los ojos de dos jóvenes atletas amateurs que se conocen durante una competición de carreras que supondrá el inicio de una fuerte amistad. Esta unión les llevará incluso a compartir uniforme durante la Primera Guerra Mundial en la batalla de Gallipoli, desarrollada en la península turca del mismo nombre, durante el año 1915. Una vez en el frente, los soldados reciben con indiferencia el combate al no percibir los efectos del mismo, y su inconsciencia les lleva a hacer su vida cotidiana con alegría, tomándose la misión como una aventura vacacional de la que sólo más adelante se darán cuenta que será muy difícil salir con vida.
Recordando -quizá sin darse cuenta- a la película de Stanley Kubrick, “Senderos de gloria” (1957), critica la guerra mediante el uso de sus escenas, donde retrata la contienda como algo absurdo, irracional y desproporcionado, consiguiendo hacer llegar al espectador una consecuente sensación de impotencia y frialdad.
Después de la buena acogida de “Mad Max, salvajes de la autopista” (1979), Mel Gibson, que da vida en esta película al principal protagonista, Frank Dunne, consolidaba la base de su carrera cinematográfica con su buen trabajo en “Gallipoli”, pues en lo sucesivo serían muchos los papeles ofrecidos al actor neoyorkino criado en Australia, que generalmente interpretaría roles protagonistas hasta llegar a nuestros días como uno de los actores más reputados de Hollywood y con excelentes películas nacidas de su calidad como director, tales como “Braveheart” (1995) o “La pasión de Cristo” (2004). El resto del plantel realiza sus papeles con convicción.
La banda sonora de esta película, que basa su score en los compases del compositor australiano Bryan May, combina la excelencia y el acierto del uso del estremecedor y admirable “Adagio de Albinoni” compuesto por la Orchestre de Chambre Jean-François Paillardentre, con lo extravagante pero agradecido de la inclusión del casi futurista “Oxygene (2ª parte)” de Jean Michel Jarre. La fusión entre estas partituras con algunas sorprendentes escenas, da lugar a la creación de una atmósfera extraña, atractiva y original, que acaba impregnando a todo el conjunto de la obra como algo especial, que se hace más bueno por cómo se recuerda su mensaje y sensaciones, que por su visionado en el momento.
Nota del autor:
7,0 ███████ (Buena)
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