Título original: Insignificance
País:
Reino Unido

Primera proyección: EEUU, 2 Ago. 1985
Duración: 110 min.
Director: Nicolas Roeg
Guión: Terry Johnson
Música: Stanley Myers, Hans Zimmer

«Mentí. El Conocimiento no es la Verdad. Es sólo un acuerdo sin sentido. Tu estás de acuerdo conmigo, yo estoy de acuerdo con otra persona – tenemos el Conocimiento. No nos hemos acercado más a la Verdad. No puedes entender nada estando de acuerdo, sino haciendo definiciones. Solamente dándole vueltas a las posibilidades. Esto es llamado el Pensamiento. Si yo digo que sé, dejo de pensar. Mientras que si sigo pensando, alcanzo a entender. Aquel camino, podría acercarme a alguna verdad». El Profesor.

En 1955, bajo el cielo de Nueva York cuatro iconos de la cultura coinciden en un mismo hotel: el profesor (Michael Emil), la actriz (Theresa Russell), su esposo el jugador de béisbol (Gary Busey, «El gran miércoles» 1978)  y el senador (Tony Curtis, «Espartaco» 1960), cruzándose sus caminos como si fueran extraños compañeros de viaje, en este trayecto se mostrará de manera distante su oscura naturaleza en lo que, para ellos, no son más que sus insignificantes vidas.

Nicolas Roeg nos trae este sombrío e ingenioso film, donde a pesar de estar perfectamente reconocible cada personaje, en ningún momento se trata a ellos con su verdadero nombre o nombre de pila… llegando ni siquiera a aparecer en los créditos como tales. Así comprobaremos que «el profesor» es Albert Einstein, «la actriz» es Marilyn Monroe, «el jugador de béisbol» no es otro que Joe DiMaggio y «el senador» es el siniestro Joseph McCarthy, el cual pasará por los anales de la historia cinematográfica por ser el artífice de lo que posteriormente se conocería como «la caza de brujas».  Quizás el objeto de este «anonimato» es que el espectador aparte su vista de sus vidas públicas y se nos muestre como insignificantes mortales llenos de secretos  y de soledad.
Desde el principio de la cinta nos indica claramente que todo lo que veremos es ficticio. Nada más comenzar, el film nos sitúa cronológicamente en 1955 en pleno rodaje de «La tentación vive arriba» (1955). Marilyn estaba desposada con DiMaggio, pero en ese año Einstein (después de una hemorragia interna ) preparaba su cita con la muerte, así que el encuentro sería algo poco probable. Tomando esta premisa, Terry Johnson nos ofrece un juego sobre la posibilidad de que estas personalidades se conocieran e incluso va aun más allá, dándose en algunos momentos situaciones cómicas. Pero no nos podemos engañar, lo que vamos a ver en la pantalla es un drama, y en este caso un drama de sus vidas. La argucia del guionista es la inserción de una serie de flash-backs que nos adentra hacia momentos recónditos de sus respectivas vidas, emergiendo sus traumas como cadáveres sobre oscuras aguas.

Sintiéndose «la actriz» frustrada por no poder ser madre y cansada de usar su sexualidad para lograr todo en su vida. El «jugador de béisbol», envidioso de que la fama de su esposa sea superior a la que él consiguió, celoso de que todos los hombres la miren con lascivia. El «senador» frustrado por su impotencia, vierte todo su odio sobre la mujer y su persecución contra los comunistas, por la que no para de instigar al «profesor» para que le de su apoyo en la conferencia por el movimiento anti-comunista. Y el «profesor» cargado de remordimientos por aquello que «el ha creado», inunda páginas de fórmulas y ecuaciones que le hagan olvidar su sentimiento de culpa.

Irónicamente nada es insignificante en este film, y los objetos tienen gran relevancia durante el desarrollo de la trama mostrándonos aquello que las palabras no pueden decir, llegando incluso a identificarse con cada personaje: el senador con las revistas para hombres, el jugador con un sobre de cromos de jugadores de béisbol, la actriz con su cuerpo que se convierte en un objeto de deseo, y el profesor un reloj de bolsillo que siempre está marcando una hora a pesar de que le dé cuerda.

Respecto al reparto, los principales hacen un trabajo soberbio, pero si tenemos que destacar a alguien sería la caracterización asombrosa del actor Michael Emil como Einstein y Theresa Russell (esposa real del director y actriz fetiche su escasa filmografía) como Marilyn. Y no sólo por su similitud en lo que se refiere a su aspecto físico, sino también en sus pequeñas manías y gestos que inundan en la película, nos hacen olvidar con facilidad que lo que vemos son actores. Mención especial la inquietante intervención de Will Sampson («Alguien voló sobre el nido del cuco» 1975) como el ascensorista.

La banda sonora corre a cargo de Stanley Myers («El cazador» 1978) en colaboración de Hans Zimmer («El caballero oscuro» 2008) los cuales imprimen un ambiente soterrado y cargado de pesadumbre.

En definitiva, es un film muy interesante que se escapa de los «cliché» preestablecidos en la industria cinematográfica actual, una película intimista que brilla con luz propia en un cielo algo monótono.

Nota del autor:
7,0 ███████ (Buena)

Written by Diego Karasu

Cofundador y Director Adjunto

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *