Título original: Io non ho paura
País: Italia
Primera proyección: Alemania, 8 Feb. 2003 (Festival Internacional de Berlín)
Duración: 108 min.
Director: Gabriele Salvatores
Guión: Niccolò Ammaniti & Francesca Marciano (Novela: Niccolò Ammaniti)

Encantadora película del director de “Mediterráneo” (1991), Gabriele Salvatores, que nos sumerge en los pensamientos y vivencias de un grupo de niños italianos que matan el tiempo de un caluroso verano de 1978, proponiéndose retos y aventuras en las proximidades de una pequeña, solitaria y aislada aldea del sur de Italia. Los chavales nos recuerdan nuestra infancia, esa etapa en la que pudimos apreciar lo más hermoso de la vida al valorar las cosas que hoy nos parecen más insignificantes, como los mayores tesoros de la Tierra. Un tiempo en el que las enemistades se resolvían con un intercambio de juguetes o una promesa que finalizaba con las palabras de “¿amigos?”, e ignorábamos por desinterés los asuntos más complicados y problemáticos, al ser “cosas de mayores”. Hacíamos nuestra vida siendo casi inconscientes del verdadero y cruel mundo que nos rodeaba, siendo nuestra mayor pasión poder salir a “callejear” con nuestros amigos, en un grupo en el que, como sucede en esta historia, siempre estaba el “cabecilla” o el “chulito” por una parte, y el marginado de la cuadrilla, del que se aprovechaban todos, por otra.

En “Io non ho paura” el argumento vira en esa dirección, desde las historias protagonizadas por un grupo de jóvenes compuesto por Michele (Giuseppe Cristiano), Salvatore (Stefano Biase), Barbara (Adriana Conserva) y Teschio (Fabbio Tetta). Durante uno de esos días en los que el sol se clava sobre la piel como una espada, todos ellos tienen una “importante” misión que cumplir: hacer una carrera desde un punto determinado hasta una vieja casa abandonada que hay en mitad del campo. Una vez allí, exploran el lugar, juegan en el mismo, o tratan de adjudicárselo como hacíamos antaño (“yo he visto primero la casa, así que es mía”). Antes de marcharse, Michele detiene su atención sobre una generosa tapa de metal que hay en el suelo y que sirve para esconder una especie de agujero que habita un niño. Comienza entonces una historia de intriga que plantea sobre la trama un montón de previsibles preguntas que no intentan formar en su conjunto una aclamada cinta de intriga sino un dibujar un buen retrato de la inocencia y curiosidad de dos niños que coinciden por casualidad.

Se exploran las sensaciones infantiles y se recuerdan las ilusiones de quienes disfrutan sus primeros años de vida, y todo esto se realiza rodeado de una esforzada fotografía que consigue mostrarnos pasajes llenos de belleza: preciosos parajes rurales envueltos de un nítido cielo azul, interminables campos de trigo sobre los que choca el aire y juegan los niños… Todo un gran ejercicio técnico digno de aplauso al haber sabido recrear con fidelidad unos años determinados (finales de los 70) sin necesidad de reducir sus intenciones preciosistas. Del reparto me quedo con todos, y muy especialmente con el protagonista, encarnado por Giuseppe Cristiano (que no Giuseppe Bocchino, nombre que le adjudican algunas páginas de cine en su ficha técnica: en su página web personal, así como en el póster promocional de “Io non ho paura” el único nombre que aparece es el de Giuseppe Cristiano), quien hace un maravilloso trabajo cargado de expresividad y dotando a su personaje de la personalidad que su director quiere transmitir, la de un niño curioso, fascinado por las historias de terror, que encuentra en su relación con el misterioso niño de la cueva una nueva experiencia en su vida.

Ese enigmático chaval del que hablo, que lleva el rol del muchacho que vive en el agujero, está interpretado por Mattia Di Pierro, otro de los jóvenes actores que, como el resto de sus compañeros hace un correctísimo y muy grato trabajo. No puede faltar la mención para una extraordinaria Aitana Sánchez-Gijón (más color español en esta coproducción España-Italia-Reino Unido), que realiza un buen papel en la cinta, reflejando la falta de libertad y los miedos de la madre de Michele, quien ve su vida reducida a los deseos y órdenes de su marido (un buen Dino Abbrescia), que sin ser un “cabronazo” se limita a “cumplir con el papel” autoritario y machista que históricamente, de esos años hacia atrás, han ejercido muchos varones italianos sobre sus mujeres.

Ezio Bosso (“Il dolce e’lamaro”, 2007), con la colaboración de Pepo Scherman, compone una sólida partitura llena de excelentes temas musicales que se funden con maestría sobre la anteriormente citada fotografía del film. Todas las piezas están dirigidas por Bosso y tocadas por el «Quartetto d’Archi di Torino», exceptuando el maravilloso «Andante dal concerto in Sib. Magg. per violino e Archi #143» de Antonio Vivaldi, reproducido por la Orquesta de Madrid, dirigida por Ezio Bosso. Se consigue así ejecutar una gran banda sonora que combina mágicos compases intrigantes y aventureros, que realza el espíritu joven de los protagonistas y acompaña aportando muy buen gusto al conjunto de esta agradable y reconfortante película, que se disfruta con frescura.

Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy buena)

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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