Le deuxième acte (Quentin Dupieux, 2024) – 85 min. –

Un grupo de actores se reúne en un restaurante para rodar una escena mientras hablan de sus vidas, inquietudes, miserias y critican la situación actual.

Muy interesante película sobre el metacine traída de la mano de Quentin Dupieux. Comedia absurda, surrealista e irreverente que intenta repasar los tópicos sociales del momento desde el prisma de unos actores que están realizando un rodaje.

 

A remarcar el soberbio trabajo actoral, siendo cuatro los protagonistas y haciendo todos un gran trabajo no puedo más que loar la química y el trabajo de David Lindon (que pudimos ver en Titane) y de Raphael Quennard (viejo conocido en las películas de Quentin Dupieux (que hemos visto en Yannick y en Fumar provoca tos).

Película muy corta, como nos tiene acostumbrados el Sr. Dupieux, apenas 80 minutos. Y que aprovecha para contarnos una historia, una serie de reflexiones que le pasan por la cabeza, de forma hilarante. Pues toda buena reflexión debe acabar con una carcajada o sonrisa si queremos que entre en nuestros cerebros.

Esta película en esencia recuerda mucho a la primera obra de Dupieux (Rubber) por su esencia de metacine y a Yannick, por el hecho de tener al actor interfiriendo en la misma obra en si.

En este metraje tenemos varias ideas sobre las que quiere tratar nuestro director, y personalmente, de forma magistral.La primera es una crítica a la sociedad, a la autocensura, a la cancelación, a la imposibilidad de decir lo que se piensa de forma libre. Bajo la amenaza de perder el trabajo y ser aislado de la sociedad de forma brutal. Llevando a un formateo del lenguaje y del pensamiento que ya se envidiaría en la película de 1984. Todo con unos diálogos y situaciones muy muy bien escogidas. Me encanta un latiguillo utilizado «esto lo puedes decir en el bar con tus amigos, no aquí».

Como segunda idea a tratar tendremos el hecho de la esencia del actor en si mismo. ¿Es un lienzo vacío de contenido que simplemente muestra lo que se requiere de el en cada momento? O es un contenedor turbio que siempre mancha la idea prístina del creador del guión o del director intentando aportar su toque personal. ¿Cuál es la buena opción? ¿Y si directamente el actor considera que lo que se esta haciendo es basura? (ojalá hubiera más actores tomando esos pensamientos).¿En qué momento la libertad o dignidad del actor (si esto existe realmente) pueden interferir con la obra en si misma? ¿Tienen ese derecho? Y si aceptamos que son seres humanos con sus derechos, ¿debemos aceptar sus miserias? (y aun mejor, ¿ellos aceptarán las nuestras? ¿O se consideraran figuras luminosas, baremos morales contra los que medirnos?)

¿Persona o maquina? ¿Qué es mejor actor? Llevando este concepto al paroxismo cuando conocemos al director de la misma película que se esta rodando. Algo que realmente me hace saltar una lagrimita.

Uno de los miedos modernos, es ser reemplazados por maquinas en nuestros trabajos. Ese miedo es baladí. El trabajo solo ha dignificado al rico que no trabaja. Lo que debería preocupar es el hecho de ser dirigidos por máquinas. ¿O no? ¿Querríamos recibir ordenes de alguien frío imparcial y que solo se basa en hechos? ¿O por una persona falible?Preguntas, tantas preguntas. Cada película de Quentin Dupieux da sobrado material para pensar.

Siendo el chiste final una interesante reflexión que siempre me hace despreciar a la gente que la ejemplifica. Un actor que interpreta un personaje no es el personaje. No debe ser odiado ni querido por ello (a lo sumo respetado por su obra). Demasiada gente ama y desprecia a personas que no conoce por hechos que nunca han hecho, pero han interpretado. El giro final de la historia mostrando que un actor, uno bueno, puede interpretar algo completamente alejado de si mismo. Y ese hecho le hace simplemente lo que es, un actor.

Adoro la elección de personajes utilizados para narrar la historia. Un microcosmos a partir de una serie de actores. El novato manojo de nervios, el experimentado que solo busca una oportunidad para dejar un legado, la estrella emergente pero llena de envidia, el actor que solo quiere trabajar y la estrella que busca cualquier oportunidad para escaquearse. Sin olvidar a extras y figurantes.

Culpo a la película el hecho de alargarse un poco en la sección final, pudiendo haber cerrado antes la historia con un buen lazo. Todo con tal de mostrarnos la metáfora final de las vías de tren.

Una metáfora, aún así, bastante bonita. Se dice que nuestra vida son los renglones que escribimos, que bien pueden ser los travesaños de una vía de tren que vamos dejando pasar en nuestro viaje. Y como estos se van espaciando cada vez más hasta que el tren se detiene. El último mensaje que este amado director nos envía para finalizar.

Por ultimo mencionaré el hecho de lo mucho que me gusta como trata los diálogos durante la película. Las reflexiones son siempre en movimiento, caminando, para evitar que la mente se pare.

Película muy recomendable si te gusta ver a actores saliendo del papel e interpretando cosas diferentes a si mismos.

La frase: Pero tío, no puedes decir eso, nos están escuchando. ¿Quién? El público. Nos van a cancelar por esto.

La escena: La conversación inicial entre Cristian y David, que empieza con una charla sobre una posible conquista y termina hablando de la autocensura y la cultura de la cancelación.

Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2024

Nota del autor:

8,0 ███████ (Muy buena)


TRÁILER V.O.:

Written by Oscar Hidalgo

Cinéfago demente