Fried Barry (Ryan Kruger, 2020) – 99 min. –

Sinopsis: Un exatleta sudafricano, corredor de 100 metros lisos, padre disfuncional de familia y heroinómano a tiempo completo es abducido por unos alienígenas. Después de ser explorado todo su interior (con unas escenas dignas de Tetsuo (1989) de Shinya Tsukamoto) como proyecto de ciencias, será devuelto a la tierra poseído por un alienígena que continuará la exploración de su entorno.

Ante nosotros tenemos una película que se desarrolla como un videoclip de 90 minutos, con un ritmo frenético y banda sonora electrónica especialmente buena (a remarcar las escenas de discoteca, por supuesto).

Si te dejas llevar por su sordidez y desenfreno,  la disfrutaras ampliamente, si pasados los primeros 10minutos no conectas, olvídala por completo.

Mostrará dos vías argumentales: La primera nos hablará de como en realidad aprendemos mediante la imitación. Nuestro protagonista, como tabla rasa que es, ira aprendiendo a interactuar con su entorno. Y de como en realidad somos producto de lo que nos rodea, reflejamos la sociedad que nos envuelve. Lo que produce no pocas carcajadas ante unos personajes que no entenderán que le esta pasando a Barry.

La segunda habla del abuso, constantemente, muy duro, a lo largo de la película. De como nos imponen sus deseos los demás si no tenemos la fuerza de voluntad para hacer valer nuestra opinión. Nuestro personaje irá de una situación sórdida a otra simplemente empujado por las personas que le rodean. Abusado, violado, drogado, torturado… con un personaje que no dirá ni una sola palabra manteniendo un rictus inexpresivo.

Al principio produce risa, y te puedes mantener así, pero mejor no pensar en que esta pasando, porque es demoledor. Demuestra que literalmente la gente no tiene reparos en hacer lo que quieran para conseguir sus fines. Independientemente de cuales sean o como afecten al resto. Llevándonos hacia unas carcajadas con un subsuelo de sordidez y gran dolor.

Y en medio de todo eso nuestro personaje (caracterizado por Gary Green) irá avanzando – con su rictus – alternando entre la impasibilidad y la locura. La expresividad facial del actor es inmensa con los gestos y caras que tiene de repertorio, más de uno nos habríamos lesionado. Se aprovecha su cuerpo atlético para contorsionarlo y moverlo más de una vez para ejemplificar que quien esta dentro no es humano.

Algo no humano que intentará ayudar en la medida de lo posible, siendo mejor que su envoltorio (recordándome las reflexiones de Terminator II (1991), acerca de que una maquina sería mejor que un padre de carne y hueso). Pero su torpeza a veces, ignorancia en otras ira creando escenas de lo más variopinto.

La escena: La huida del hospital, locura al poder.

La frase: «Dile a Laurence que Ronald no ha podido lograrlo».

Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2020

Nota del autor:

8,0 ███████ (Muy buena)

TRÁILER V.O.

Written by Oscar Hidalgo

Cinéfago demente