Kill Boy (2023): El arte de la lucha

Boy es un joven sordomudo, el cual quiere vengarse de una tirana que tiene aterrorizada a toda una nación. Con la ayuda de un chamán, Boy, reunirá todas sus fuerzas y habilidades para derrocar a todo el gobierno y poder cumplir su misión.

Quiero empezar diciendo que desde que vi el primer tráiler de esta película, algo dentro de mí me decía que me iba a gustar, o al menos, que podía disfrutar de ella. Como sabéis, soy un chico fácil en aspectos cinematográficos. El tráiler me prometía grandes dosis de acción seguidas de unas muy buenas coreografías y un trabajo de cámara digno de admirar. Eso parecía. Empecemos pues, a hablar de Kill Boy. ¿Os dice algo el nombre de Moritz Mohr? A mí tampoco. Pero os puedo asegurar que no se me va a olvidar fácilmente este nombre después de haber visto esta película. Porque la muestra de personalidad y de estilo que tiene este director alemán, la he visto muy pocas veces en un debut. Todos los escenarios y puestas en escena son realmente interesantes, ya que parece que el personaje principal va superando niveles como si de un videojuego se tratara. (En la película se hace referencia muchísimas veces a los arcades de antaño, dando a entender la visión del director).

Claro que hemos visto películas que puedan llegar a ser parecidas a esta, obviamente solo en términos de trama. Como por ejemplo Muere otra vez (2021) de Joe Carnahan, la infravalorada The Belko Experiment (2016) o incluso Mayhem (2017) de Joe Lynch. Si mezclamos todos estos ejemplos con The Raid I y II, Headshot (2016) y The Night Comes for Us (2018), sale Kill Boy. Un film de alto octanaje lleno de sangre donde lo que importa de verdad y te mantiene pegado al asiento son las ganas de ver de qué forma acabará nuestro protagonista con su siguiente enemigo.
Y aunque ya podéis ver por donde van los tiros, quiero recalcar que me lo he pasado en grande viéndola. Me he reído y he flipado como un niño chico. Sus escenas de acción están a otro nivel de producción. Son violentas y crudas en muchos aspectos y hay momentos en los que hace que te retuerzas de la butaca pensando: “C***, que p*** dolor”. Una maravilla.

Siento que es una película que hubiera valido la pena verla en un festival. Está claro que no tiene un guion coherente y en ocasiones su narrativa es desastrosa, pero aun así, ver esta película rodeado de gente que está tan loca como tú, hubiera sido un sueño hecho realidad. Estoy seguro de que hará las delicias de los más fans al género de la lucha y el gore. Yo lo soy, así que creedme.
No me quiero enrollar mucho más, pero veo necesario también hablar de las cosas malas. Empezando por su duración. Creo que 115 minutos son excesivos para explicarme esta historia de venganza. Puedo llegar a entender que el director quiera que empatices más con el personaje principal (Bill Skarsgard, demuestra que está hecho para el cine de acción por cierto…) pero no veo necesario alargar tantas escenas que no interesan lo más mínimo. Quiero decir, hemos venido a ver a IT destruir cráneos con sus puños, no me interesan sus flashbacks donde se muestra triste y cabizbajo por la vida que lleva. En resumen: Le sobran tranquilamente unos 15-20 minutos de metraje. Y eso para una película de acción, es mucho.

Vale, ya termino, lo prometo. Pero debo decir que la película es una frikada importante. Hay escenarios que se ven muy artificiales y los actores y actrices no muestran sus mejores virtudes frente a la cámara. Pero os recuerdo que estamos aquí sentados en nuestro asiento porque queremos ver peleas y sangre a borbotones.
Si queréis ver una historia creíble con un guion magnífico y unos actores y actrices que estén de Oscar, lo siento, os habéis equivocado de sala. En esta saldrás manchado de sangre y sudor, acompañado de un olor a pólvora bastante fuerte. Apaguen sus teléfonos móviles y sus cerebros y disfruten.
ROUND 1. FIGHT!

PD: Los últimos 2o minutos de película son para enmarcar. Qué bendita locura.