Título original: Bala mordida
País: México
Primera proyección: México, 25 Mar. 2009 (Festival de Guadalajara)
Duración: 113 min.
Director: Diego Muñoz
Guión: Diego Muñoz

La cara más corrupta, oscura y maloliente de la policía mexicana, llevada a examen en el primer largometraje de Diego Muñoz, que dirige, escribe y produce la película. Con claras intenciones documentales, este esmerado trabajo toca los puntos más calientes de la corrupción mostrándolos desde una perspectiva intermedia: esto es, una comandancia de la policía de Distrito Federal dirigida por un mando contaminado hasta las cejas. Engaña, a simple vista, el austero y sencillo aspecto visual de la película, engalanada con unos rótulos que incluso podemos considerar como cutres y puesta en evidencia por algunos errores técnicos de la edición, que no cuidó un buen puñado de escenas en las que la voz se escucha a un nivel muy por debajo del sonido ambiente. El disfrute y sensación de interés por lo que se narra es elevado durante toda la duración del metraje, pudiendo asistir a una serie de actos prácticamente inimaginables en muchos países del mundo pero al parecer muy cercanos a la realidad que se vive dentro de los cuerpos policiales de México.

La aparición del excepcional actor Damián Alcázar («Crónicas«, 2004) como cabeza del reparto ya es un garante de calidad interpretativa, siendo el papel que desempeña el mencionado actor uno de los principales alicientes de la película. Su rol expresa los aires endiosados del comandante Alatorre, alguien para el que sus negocios turbios están por encima del desarrollo de la tarea policial que debería desempeñar. Servido de un grupo de agentes que emplea como sus lacayos personales, el comandante Alatorre se intenta beneficiar de los aspectos contra los que teóricamente debería luchar, siendo el narcotráfico uno de ellos. Esto demuestra cómo la situación de indefensión de los ciudadanos, quienes en muchas ocasiones deben dejar su seguridad en manos de corruptos que sólo buscan lucrarse de lo ilícito. Controlar las calles como si del viejo oeste se tratara es uno de los aspectos que mejor se retratan en la película, aunque alzando las miras más allá de su argumento relacionado con la corrupción también podremos ver el deplorable estado de los cuerpos policiales, en los que los chalecos antibalas son una simple prenda estética que no sirve para nada y las reparaciones de los vehículos corren a cuenta del propio agente que los conduce.

El ya mencionado Damián Alcázar realiza la mejor interpretación de la cinta, con un papel imprevisible que refleja el carácter autoritario y corrupto de su personaje. Miguel Rodarte («El tigre de Santa Julia«, 2002) encarna a su más inmediato lacayo, Mauro Hernández, un policía de fuerte temperamento a quien sus formas radicales, movidas por sus impulsos, traerán más de un problema. El trabajo del susodicho actor mantiene la altura del listón del resto del reparto, que cumple con unos trabajos muy correctos encajando dentro de la intención del realizador por conferir al film un aire documental que inspire realismo y dibuje sobre su lienzo una historia compuesta prácticamente en su totalidad por personajes miserables y vendidos. No se encuentran víctimas por aquí, sino personas que parecen saber muy bien dónde se meten y simplemente quieren un trozo del gran pastel.

La película puede jugar el papel de homóloga mexicana de “Tropa de Élite” (2007), sin la acción de la cinta de José Padilha pero con todos los ingredientes sobre las corruptelas policiales y políticas. Un buen documento gráfico para denunciar la realidad de un país que pide a gritos el fin de la corrupción que finalmente no es fulminada porque los responsables de ello son precisamente los que siempre se mueven por las más altas esferas, creándose así un círculo vicioso. Contiene algunas escenas brillantes cargadas de ironía y lanzadas con segundas intenciones. 

Nota del autor:
7,0
 ███████ (Buena) 

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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