Sentimental Value (Joachim Trier, 2025) – 135 min. –
Joachim Trier se ha ganado en los últimos años un lugar privilegiado dentro del cine europeo contemporáneo. Con La peor persona del mundo conquistó a público y crítica gracias a su capacidad para mezclar la comedia romántica con un retrato generacional lleno de verdad. Por eso, la expectación alrededor de Sentimental Value, su nueva película —presentada en Cannes y ahora en el Festival de San Sebastián— era enorme. Y, sin embargo, pocas veces una cinta ha generado en mí tanta frustración como esta.
Sentimental Value es, en esencia, un drama familiar que gira alrededor de dos hermanas (entre ellas, de nuevo Renate Reinsve, musa ya del universo Trier) y las tensiones emocionales que arrastran en torno a la figura paterna.

En apariencia, todo prometía un retrato complejo de vínculos rotos, reconciliaciones imposibles y heridas que supuran con los años. Pero lo que sobre el papel suena interesante, en pantalla se convierte en un ejercicio que me resultó tedioso, alargado y cargado de un sentimentalismo que roza la manipulación.
La película se estira hasta las dos horas y veinte minutos, y esa duración se siente como una losa. Trier, que en otros trabajos había demostrado un pulso ágil y un dominio de los matices emocionales, aquí parece empeñado en subrayar cada conflicto, cada lágrima, cada silencio incómodo, como si desconfiara de la capacidad del espectador para captar la sutileza. El resultado es un drama que busca constantemente arrancar una emoción, pero que en su exceso acaba alejando en lugar de acercar.No es, en absoluto, una mala película en términos formales: la puesta en escena es elegante, la fotografía acompaña con delicadeza, y la interpretación de Reinsve y de la actriz que da vida a su hermana contienen momentos de verdad. Pero el resto del reparto queda desdibujado o incluso antipático. Stellan Skarsgård, como el patriarca, resulta más un estereotipo que un personaje tridimensional. Y la presencia de Elle Fanning, con un rol que roza lo irritante, tampoco ayuda a equilibrar el conjunto.
Lo curioso es que Sentimental Value ha sido recibida con entusiasmo tanto en Cannes como ahora en San Sebastián. Críticos y espectadores hablan de una obra madura, sensible y profundamente humana. Y probablemente lo sea. Quizá simplemente no era mi película, quizá yo no era su espectador. Pero lo cierto es que, desde mi experiencia, me encontré ante un relato pesado, reiterativo y con una vocación de trascendencia que, en lugar de conmoverme, me hizo mirar el reloj con desesperación.Joachim Trier tiene talento de sobra y lo ha demostrado en su filmografía. Esta vez, sin embargo, su propuesta me ha dejado completamente al margen. Sentimental Value será para muchos una obra emotiva y necesaria; para mí, ha sido una de las grandes decepciones del año.
Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de San Sebastián 2025
Nota del autor:
5,0 ████ (Mejorable)
TRÁILER V.O.: