Ghostlight (Alex Thompson, Kelly O’Sullivan, 2024) – 110 min

Este homenaje al Teatro de los desconocidos y a sus vidas como héroes, perdidas en una sociedad sustentada por la incomprensión y el egoísmo pasó sin pena ni gloria por nuestras salas. Craso error no haberla visto en pantalla grande ya que este relato del proceso sanador de un arte que proyecta el alma de cada uno como el rayo más poderoso de una tormenta, espectacular, temible, necesario y regenerador es un filme de visión obligatoria.

Ghostlight, dirigida por Kelly O’Sullivan y Alex Thompson, es una de esas películas que te abrazan con calidez, te zarandean con ternura y aceleran el corazón al ritmo incontrolado de una arritmia. Esta joya del cine indie se estrenó en el Festival de Sundance y es un ensayo sobre cómo el Teatro puede convertirse en un refugio para curar heridas profundas y enquistadas. Una dirección llena de empatía, una fotografía íntima y sin alardes y unas interpretaciones simplemente perfectas, convierten a Ghostlight en un himno a la redención personal, utilizando el escenario como metáfora de la vida.


Mi pasado y presente vinculado al Teatro me hace vivir con especial emoción este filme. Hay circunstancias tan reales que conectan con los inicios de cualquier carrera como actor. En mi experiencia, el Teatro ha sido mi refugio, mi zona de confort y mi único salvavidas cuando lo daba todo por perdido. Amar el teatro es decir: “Sí, a la vida. Sí, al arte y sí a la introspección personal» como vía de escape a una realidad a veces demasiado dura y despiadada.

Todo es relevante en esta película. La joven actriz, Kelly O’Sullivan, además de asumir la dirección compartida con Alex Thompson se presenta como una brillante guionista que maneja el tempo de cada escena con un realismo sin estridencias. Todo está relatado con el suficiente conflicto; sembrado en el momento preciso. Sabe cuándo dejar que el silencio hable y cuándo permitir que los diálogos estallen con emoción.

La película sigue a Dan (Keith Kupferer), un obrero de la construcción atrapado por una tragedia familiar, que encuentra de manera fortuita el consuelo, que le niega el día a día, en una producción no profesional de Romeo y Julieta. Nada resulta forzado, toda la narrativa fluye como un río tranquilo en apariencia, pero con corrientes profundas, poderosas e indomables. Y de regalo Shakespeare… jamás se volverá a escribir una historia de amor más cruel, injusta y romántica que Romeo y Julieta. Recurrir a ella para esta historia común, es propio de una guionista tocada por los Dioses de la dramaturgia.Hay una escena en la que Dan ensaya una línea de Shakespeare con la torpeza propia del novato y la cámara se queda con él, capturando cada titubeo, pero a la vez, en un ejercicio de prestidigitación, sabe mostrar cada destello de conexión con el texto. Como actor lo siento todo tan real, tan mío que me provoca el dulce dolor de mis propios recuerdos perdidos en el tiempo y grabados en mi corazón.

Comparado con otras películas metateatrales, como Drive My Car (2021) de Ryūsuke Hamaguchi, Ghostlight comparte esa maestría usando el Teatro como el diván de un terapeuta para enfrentarnos a nuestros fantasmas. Sin embargo, Hamaguchi psicoanaliza a los personajes, en una busqueda del “yo” más progresiva y lenta, Ghostlight persigue un enfoque más natural, Dan se deconstruye, ajeno al hecho, para renacer como un hombre distinto con el absoluto desconocimiento de la metamorfosis que está padeciendo. En la magnífica Sing Sing (2023), otra película que explora el poder curativo del teatro, Greg Kwedar recurre a un “mix” entre reclusos y actores profesionales para conseguir un resultado impactante y creíble. Sin embargo Ghostlight apuesta por la sencillez de su elenco, su naturalidad innata, rodando una reunión familiar, donde cada interpretación es un acto de amor para vencer a la desesperanza.
El reparto es de un nivel estratosférico. Keith Kupferer, en el papel de Dan, ofrece una interpretación llena de registros, combinando con sapiencia la necesaria contención, con la implosión de su personaje, consiguiendo que cada silencio, cada grito y cada mirada te atraviese el corazón, somatizando su dolor. La química con Tara Mallen (Sharon) y Katherine Mallen Kupferer (Daisy, su hija) tiene “truco” porque los tres son familia en la vida real. Logran que cualquier situación: sea una discusión o una reconciliación corten la respiración.

Dolly de León, como Rita, es el cemento de esta construcción, un necesario contrapunto que conduce a Dan hacia la transformación, destacando en cada escena y confirmando el porqué fue una revelación en El triángulo de la tristeza (2022).

La fotografía de Luke Dyra, parece abrazar a los personajes con tonos cálidos. Los encuadres son íntimos, desnudando el alma de cada personaje y permitiendo compartir sus momentos más inermes. Busca un tono metateatral construyendo a través de la pantalla de cine una cuarta pared entre público y escenario. Acertada la escena del ensayo nocturno con una única bombilla -la que tranquiliza a los fantasmas del Teatro Ghostlight- o quizás, con una perspectiva más terrenal, sea una nimia luz de esperanza para Dan.

La banda sonora de Quinn Tsan, no es protagonista, recurriendo a melodías sencillas compuestas para momentos de introspección. Cuando suena Under Pressure de David Bowie todo encaja como un puzzle, convirtiendo a la música en un Dios capaz de practicar un exorcismo a la diabólica carga emocional de Dan, venciéndola e insuflándole a continuación una dosis extra de vida y energía.
Ghostlight triunfa en su habilidad para hacer que el teatro sea una metáfora perfecta, no solo un recurso narrativo. Utilizar “Romeo y Julieta” no es sólo inteligente, es brillante, estableciendo unos paralelismos demoledores. En cada ensayo el arco de cada personaje crece, abriendo una puerta hacia la reconciliación, ya que en el teatro como en la vida, cruzar esa puerta es un acto de valentía.

Concluyendo es una película honesta, bien contada, dirigida a alcanzar una catarsis en forma de comunión entre los personajes y el espectador. Sabe guardar con inteligencia sus sorpresas, no necesita de gritos para buscar atención y siempre flota en ella la esperanza. Esta dedicada al amor en todas sus facetas, obligándote a reflexionar si merece la pena vivir en conflicto permanente, sin escuchar a los demás o disfrutar de la empatía, la ilusión y el apoyo de los tuyos. Y eso, en este mundo echado a perder, es un regalo tan escaso como valioso.

Nota del autor:

8,0 ██████ (Muy Buena)

 

TRÁILER:

 

Written by Mario Ayala

Cineadicto