Sirât (Oliver Laxe, 2025) – 114 min

Oliver Laxe no dirige películas, las invoca. No le interesa narrar historias al uso, ni satisfacer expectativas, ni construir un relato de esos que caben en una sinopsis de Filmin. Le interesa lo esencial: el hombre frente a la naturaleza, la espiritualidad como territorio físico, el silencio como idioma. Sirat, su nueva película —que arrasó en Cannes y dejó tantas bocas abiertas como cejas arqueadas— es la culminación de esa mirada.

Y no lo decimos en vano. Sirat es, probablemente, su obra más radical hasta la fecha. Una travesía espiritual y física, una especie de rito de paso contado desde el desierto, donde un personaje enmudecido (casi fantasmagórico) camina, observa, sobrevive… y poco más. O eso parece. Porque en realidad Sirat está llena de preguntas.

Sobre la fe, sobre el propósito, sobre el abandono, sobre el sacrificio. Pero Laxe no da respuestas, ni guía, ni mapas. Solo ofrece un terreno árido por el que el espectador —como su protagonista— debe avanzar a su ritmo, con lo que lleve dentro.

La propuesta es arriesgada, y no se esconde. Al contrario: Sirat tiene un momento clarísimo en el que la película pega un giro —no de argumento, sinó de mirada. Es como si Laxe, a mitad del camino, dijera: “hasta aquí te he llevado de la mano, pero ahora te suelto. Lo que viene ahora es otra cosa. Si te interesa, sigue. Y si no, ahí tienes la puerta”. Y ese cambio, sutil pero demoledor, es donde muchos entrarán en comunión… y otros directamente se bajarán del burro.Lo fascinante es cómo ese gesto no tiene nada de agresivo. No hay cinismo ni arrogancia. Solo convicción. Laxe no hace concesiones porque no las necesita. Su cine no pide permiso ni perdón. No busca gustar, busca resonar. Y lo hace desde una puesta en escena mínima pero poderosa, con una fotografía que te seca la boca de pura luz, de polvo, de fuego. Hay planos que parecen salidos de un Evangelio perdido. El desierto filmado aquí no es un lugar: es un estado del alma.

El silencio vuelve a ser protagonista. Los diálogos son escasos, y cuando aparecen, suenan casi ajenos, como si vinieran de otro plano. Lo importante está en los gestos, en las miradas, en el peso del cuerpo bajo el sol. La música —siempre contenida, siempre precisa— actúa como revelación, como si cada nota fuese una grieta en esa inmensidad de piedra y silencio.Ahora bien, que nadie se lleve a engaño: Sirat no es una película fácil. Ni pretende serlo. Su ritmo es lento, sus intenciones son veladas, y su simbolismo puede resultar, por momentos, tan obvio que amenaza con saturar. Pero es parte del juego. O entras, o no entras. No hay término medio. Y eso es, en el fondo, lo que la convierte en una obra tan valiente. Porque en un panorama donde el cine parece cada vez más ansioso por agradar, Laxe se planta y dice: “esto es lo que tengo que decir, del modo en que lo quiero decir”. Pura integridad.

Sirat es una experiencia. Una prueba. Un viaje interior disfrazado de relato físico. Puede que no llegues al final con todas las respuestas, pero seguro que llegas distinto. Es de esas películas que se te quedan clavadas como una espina —o como una revelación. Depende de ti.

En definitiva, estamos ante una obra mayor de un autor cada vez más libre, más puro, más suyo. Sirat no se deja ver: se atraviesa. Y, si uno está dispuesto, lo que encuentra al otro lado puede no entenderse con palabras. Pero se siente. Y eso, en estos tiempos, ya es mucho decir.

Distribuida en España por BTEAM PICTURES

Nota del autor:

8,0 ██████ (Muy buena)

Película en CARTELERA desde el 6 de junio de 2025

TRÁILER:

 

Written by Ignasi Serra

Actor de doblaje