LGEcine | La profesora de parvulario (2014): El corazón de la poesía

Título original: L’institutrice /הגננת (Haganenet)/ The Kindergarten Teacher (título internacional)
País: Israel
Primera proyección: Francia, 19 May. 2014
Duración: 119 min.
Director: Nadav Lapid
Guión: Nadav Lapid
Música: Michael Emet
Género: Drama. | Enseñanza
Reparto: Sarit Larry, Avi Shnaidman, Lior Raz, Gilad ben David, Ester Rada, Guy Oren,Yehezkel Lazarov, Dan Toren, Avishag Kahalani

“[…] La ausencia de artificios totalmente prescindibles para mostrar una historia viva hacen de esta aventura un camino sin retorno […] es una película imprescindible, deliciosa, afortunada, liviana, fresca, sentimental […]«

Tengo claro recuerdo de las historias cinematográficas que han logrado descolocarme de esa posición privilegiada de espectador. Esas tramas inverosímiles que transforman tu visión de lo que es real y de lo que torna nebuloso. Y, sin duda alguna, me he topado con un filme apriorístico, inquebrantable, brillante y embriagador.

La profesora de parvulario es una película dirigida por el realizador israelí Navad Lapid. Es su segunda aparición en el maravilloso mundo de los largometrajes, donde le auguro una trayectoria más que brillante.

Partimos de una premisa fundamental: dos universos particulares contrapuestos que se necesitan para coexistir como parte de un todo indivisible, y por momentos, indescifrable. Yoav, es un niño en edad preescolar que descubre que tiene un talento especial: es capaz de crear poemas que solamente podrían brotar de una mente adulta. El niño, acurrucado en su yo interior, no cuenta con el atención del núcleo fundamental de su familia. Ni siquiera su niñera ni otros miembros del clan familiar son capaces de ver el maravilloso potencial que demuestra en cada trance poético que logra surgir de la nada. Esta habilidad llama la atención de su tutora. A partir de ese descubrimiento, Nira tratará de alentar su habilidad y, por consiguiente, proteger al niño de todo aquello que pudiera quebrantar el aura que le rodea. Encontrará en el infante un argumento por el que merezca la pena levantarse todos los días.

La profesora ve en el niño la posibilidad de amar y ser amada, tratando de darle la vuelta a una retrospectiva personal que la lleva a la desesperación en su ámbito cercano y familiar, en el que las carencias afectivas se tornan insoportables. Su propia obsesión por el menor la llevará a encontrarse de frente con su yo interior, produciéndose una dicotomía de complicada resolución. Inocencia infantil contra la desesperación adulta; una metáfora y un símil perfecto que el director plantea con soberbia maestría. Planos cortos, silencios que parecen no terminar jamás, miradas que perturban. Juegos de cámara que mas bien parecieran una travesura infantil que un ejercicio de profesionalidad. Un guión que por instantes desaparece para mostrar la delgada linea que separa los sentimientos personales de los sentimientos colectivos.

La ausencia de artificios totalmente prescindibles para mostrar una historia viva hacen de esta aventura un camino sin retorno. Dejarse llevar por la poesía es manifestar un deseo de libertad a través de las palabras, que emergen de la nada de los labios de un niño al que le ha sido concedido un don especial.

Para mí, lector compulsivo de poesía y “autor” a contratiempo, es una película imprescindible, deliciosa, afortunada, liviana, fresca, sentimental. No muy acorde a los tiempos en los que vivimos, fruto de una sociedad dividida, en continuo conflicto de valores, donde nada aflora con el arraigo suficiente como para crear la olvidada diversidad, tan necesaria, evidente y clamorosamente despreciada.