Título original: Empire of the Sun
País: EEUU
Primera proyección: EEUU, 09 Dic. 1987
Duración: 145 min.
Director: Steven Spielberg
Guión: Tom Stoppard (Autobiografía: J.G. Ballard)

Un generoso guión, una puesta en escena apasionante, una fotografía espléndida, interpretaciones para recordar, ambientación magistral, música repleta de armonía y un desarrollo argumental perfectamente construido. Estas descripciones son parte de los suculentos ingredientes de esta destacada producción ambientada en el período de la II Guerra Mundial y la Segunda Guerra Sino-Japonesa. En ella se mezclan la desesperanza de la guerra, la inocencia de la juventud, la diferencia de clases, la amistad, la confianza, las ganas y la forma de sobrevivir a un conflicto con varios frentes abiertos: el mundo se encontraba ante una de las situaciones más delicadas e importantes de su historia. Steven Spielberg («La lista de Schindler«, 1993), un director con una más que asegurada capacidad para emocionar, dirige esta bella odisea basada en la auto-biografía homónima del novelista J. G. Ballard, adaptada por Tom Stoppard (“Shakespeare in Love”, 1998). Aunque me decidí a ver esta película por pura casualidad y con un determinado escepticismo, lo cierto es que acabé encantado con el resultado, pudiendo confirmar que “El imperio del sol” es una gran cinta llena de interés, emociones, aventuras y, en definitiva, de muy buen cine.

La trama comienza inmersa en un clima idílico, hermoso, rebosante de paz, manifestado principalmente desde la felicidad de una adinerada familia inglesa asentada en Shanghai. El joven Jim Graham (Christian Bale), apasionado de todo lo relacionado con la aviación e integrante del coro de su escuela, disfruta contemplando el cielo en busca de aviones mientras comenta estos momentos con su padre (Rupert Frazer) o juega alegremente con una bicicleta. La ocupación japonesa en territorio chino romperá la armonía disfrutada hasta el momento, transformándose lo que hasta ahora había sido bienestar, en un caos repleto de confusión, tensión y alboroto que termina salpicando a Jim, quien en compañía de dos extravagantes desconocidos divisará, en el horizonte, la amenaza de la reclusión en un campo de prisioneros bajo mando de los japoneses…

En cualquier película, y más en una ambientada en otra época, es primordial que la dirección artística, de fotografía y de vestuario realicen un buen trabajo para construir definitivamente, junto a la dirección, una atmósfera que te transporte a otro tiempo sin que ningún detalle pueda sacarte de aquel entorno. Aquí, este punto aprueba con una nota muy alta, siendo memorables cualquiera de las escenas rodadas en Shangai, Reino Unido o la mismísima España convertida en China: las marismas del municipio de Trebujena (Cádiz) fueron el escenario escogido por Spielberg (no era la primera vez que el realizador norteamericano usaba nuestro país para rodar sus películas) para filmar parte de la cinta.

Christian Bale («The Figfhter«, 2010), hoy uno de los actores más codiciados de Hollywood, debutaba aquí como protagonista absoluto con tan sólo 13 años, realizando un contundente papel que le sirvió para dirigir su carrera hasta el exitoso punto en el que se encuentra. Gusta mucho su inteligente personaje que, a pesar de su corta edad y acreditada ingenuidad, demuestra con sus actos, entrega y su buen corazón que es mucho más que un niño de papá. Aunque, claro, para abrir los ojos antes tuvo que soportar determinadas situaciones… Otro que se sale es John Malkovich («En la línea de fuego«, 1993), un actor que siempre interpreta sus papeles con maestría, sin importar del tipo que sean. Su interpretación, como casi todas suyas de las que he podido ser testigo, es brillante, y junto a Bale es lo mejor respecto a interpretaciones, de una película que entusiasma por la buena fusión de todos sus elementos.

El célebre y prolífico compositor neoyorquino John Williams («JFK: caso abierto«, 1991), colaborador habitual de Spielberg, completa una buena banda sonora muy en la línea de las partituras que suele componer. Las intenciones de sus densos y celestiales compases cumplen con el cometido de regular las sensaciones del espectador en función del momento y la forma en la que van apareciendo, pero es la canción de cuna “Suo Gan”, cantada por James Rainbird y el coro infantil Ambrosiano dirigido por John McCarthy, la que se erige como la mejor pieza de la BSO y la auténtica representante del aroma de la cinta,, gracias a lo poético y relajante de su tono, que contrasta con la cruda realidad de una guerra que en “El imperio del sol” se sigue desde la trastienda, preocupándose en lugar de por la recreación del conflicto bélico, por una de las muchas historias llenas de sentimientos y aventuras vividas durante esa etapa.

Nota del autor:
8,0 ████████ (Muy buena)

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Miquel Alenyà
“[…] La obra hace un elogio apasionado de la infancia, puesta a prueba en situaciones extremas. Sus andanzas, correrías, peripecias y ocurrencias, aportan encanto y simpatía […] La dirección construye una obra próxima a la perfección formal, que complace y deleita, aunque queda algo corta de emoción y fascinación […] No consiguió el éxito de público previsto y pasó al conjunto de obras olvidadas, pese a su indudable interés […]” 7.

Written by Sandro Fiorito

Cofundador de LGEcine

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