Un fantasma en la batalla (Agustín Díaz Yanes, 2025) – 105 min. –
La verdad que parten con todo a su favor: una historia real potente, un tema con peso histórico, un reparto solvente y una producción de Netflix dispuesta a darle empaque internacional. Un fantasma en la batalla, dirigida por Agustín Díaz Yanes (o “Tano”, como le llaman sus amigos) cumple casi todos esos requisitos, pero se queda a medio camino. Es una película decente, bien intencionada, pero que raras veces consigue emocionar o sorprender.
El film reconstruye la llamada “Operación Santuario”, una compleja red de infiltración policial destinada a localizar los zulos de ETA en territorio francés. La protagonista es Amaia (Susana Abaitua), una joven agente de la Guardia Civil que pasa más de una década infiltrada, sacrificando su vida personal por una misión que la va desdibujando poco a poco. La película combina material de archivo con ficción, lo que le da un tono semidocumental que en sus mejores momentos resulta sobrio y convincente.

Díaz Yanes, veterano en retratar la historia reciente de España desde ángulos humanos, opta aquí por un enfoque seco, sin grandes aspavientos. Y eso tiene su mérito: no hay épica gratuita ni sentimentalismo fácil. Sin embargo, esa misma contención acaba convirtiéndose en distancia. Lo que podría haber sido un relato vibrante sobre la entrega y la identidad se queda en un ejercicio correcto, con más cabeza que alma.
La puesta en escena es funcional, pero excesivamente segura. El director prefiere el camino recto al arriesgado, y eso hace que Un fantasma en la batalla resulte genérica en su forma, más cercana al lenguaje televisivo que al cinematográfico. No hay una mirada visual fuerte, ni una construcción del suspense que rompa esquemas. La película cumple su propósito informativo, pero no ofrece demasiadas sorpresas.
Donde sí encuentra brillo es en su reparto femenino. Susana Abaitua sostiene con credibilidad el peso de una mujer atrapada entre la lealtad, el miedo y el desgaste psicológico. Ariadna Gil e Iraia Elias aportan matices y humanidad a un relato que, de otro modo, podría haberse vuelto demasiado mecánico. En cambio, algunos secundarios (especialmente el comisario que dirige la operación) caen en una sobreactuación que chirría y rompe el tono sobrio del conjunto.
El gran problema de Un fantasma en la batalla no está en lo que cuenta, sino en cómo lo cuenta. La historia interesa, el contexto es relevante, pero el relato avanza sin pulso, sin esa chispa que convierte la verdad en cine. Falta tensión, falta riesgo, falta un punto de emoción que traspase la pantalla. Como espectador, uno se queda con la sensación de haber asistido a un testimonio valioso, sí, pero narrado desde la distancia de quien observa en lugar de vivirlo.
En definitiva, Díaz Yanes firma una película honesta, necesaria en su recuperación de la memoria reciente, pero demasiado contenida como para dejar huella. Una historia importante contada con corrección… y poco más.
Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de San Sebastián 2025
Nota del autor:
5,5 ████ (Mejorable)
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