The Thing with Feathers (Dylan Southern, 2025) – 98 min. –

Muy muy buena película con un Benedict Cumberbatch soberbio. Suele acusársele de ser un actor encasillado en tener una cara de palo terrible (que ya me gusta ya, que le seguía desde su serie Sherlock) pero lejos de eso, en esta película uno de los principales atrayentes es su gran expresividad. Así que bien puedo decir y digo que es culpa de los directores anteriores.

Ante nosotros tenemos un drama de proporciones bíblicas. La adaptación de una novela de Max Porter (El duelo, es esa cosa con alas). Pero que al menos para mi, y espero que para vosotros, se transformó en una de las películas más bonitas y con el mensaje más feliz que he visto en tiempo.

Nuestro metraje arranca bien abajo. Un matrimonio feliz se ve destrozado ante la muerte accidental de la esposa que nunca llega a aclararse del todo. Tampoco es que sea muy relevante el motivo en si. Un padre con poca maña y dos hijos pequeños solos en el mundo.


El inicio de una de las mayores depresiones se cierne. Con unos niños que no terminan de entender qué ocurre, pero ven que su padre se pierde. Y con un padre artista. Un dibujante exquisito de carbón y tinta con el tema de los cuervos como estrella. Empezando a entrar en la espiral de la miseria, queriendo ser fuerte para sus hijos pero sin guardarse nada para si.

Vemos aterrados como el pilar que queda de la familia amenaza derrumbarse al irse ahuecando más, más y más.

Por un lado tenemos a la sociedad intentando ayudar. Manos anónimas intentando ofrecer ayuda sinceramente. Profesionales intentando guiar a través del campo minado que es la mente. Familiares bien intencionados… Y por otro nuestro protagonista incapaz de ver esas manos al tener los ojos anegado en lagrimas.

Una cosa que me gusta mucho es el realismo y sinceridad con el que se trata toda la situación. Evitando chistes, bromas, nada que intente suavizarlo. La muerte produce este efecto entre la gente y es bueno que se refleje de una forma tan descarnada. Es una consecución de la vida y hay que celebrarla. Pero cuando aparece, lo primero es el dolor.Por el otro lado del realismo, o mucho más allá, tenemos a nuestro coprotagonista. El mejor terapeuta que uno pueda desear. El cuervo.

Si, un cuervo, un cuervo antropomórfico de unos 2,5 metros, como un kenku japones pero mucho más oscuro. Con mucha mala leche y muy posesivo.

Puede que sea por propio interés, puede que por piedad. Pero desde el inicio del descenso este siniestro personaje, aparentemente salido de las paginas de nuestro artista, o a lo mejor siempre estuvo ahí, o simplemente ha salido del infierno para darse un paseo, estará asistiendo a nuestro padre en apuros para ayudarle a superar el bache.

No en vano es el narrador de nuestra historia. Uno muy malhablado.

Un terapeuta que lejos de darte una consoladora mano amiga, es más del estilo que me gusta. Agarrándote la columna y sacudiendo cada nervio en su interior para causarte una reacción. Arrastrándote por el camino hacia la curación mientras gritas y pataleas. Intentando conectar con tu ser más interno para impulsarlo y que la curación se realice.

Ese es el tipo de cuervo que tendremos en la película (ahora que lo pienso, me encantaría que fuera con bata y libreta).

Aquí de hecho es donde se puede comentar una de las partes más importantes de la película, la inseguridad sobre este personaje. ¿Existe? ¿Existe solo en la cabeza del padre? Puede que él mismo se haya vuelto esquizofrénico por la presión sufrida. Nadie más le ve. Es un espíritu o la manifestación de la psique del padre para intentar curarse.La soberbia interpretación de Benedict y el guión mantienen esta pregunta hasta el final, ya que nunca se da una respuesta clara. Puede que sea nuestra imaginación, que queramos creer para mantener esa inocencia.

Ofreciéndonos lo que por un momento podría ser una historia de terror, que tiene unos momentos de juego brutales durante la misma con el tema. Por otro es una narración sobre cómo soportar la perdida (me encanta cuando el padre comenta que no quiere asimilar la perdida, que la quiere tener siempre presente).

Es la vulnerabilidad mostrada en la película de nuestro protagonista, esa incapacidad de mostrar el dolor a otros lo que hace que empaticemos rápidamente con él. Queriendo que se recupere rápido. Queriendo que el cuervo sea real para que nosotros tengamos esa misma oportunidad cuando estemos en una situación similar.¿Cual sería nuestro animal totémico? Interesante pregunta. Siendo precisamente la parte totémica, primordial, shamanica, a la que recurre nuestro terapeuta para intentar conseguir una reacción. Sea mediante la confrontación o mediante la incitación al movimiento. Es simplemente increíble lo bien pensado que esta. Incluso con la existencia de más demonios en el segmento final, con una frase a modo de sentencia “solo entrarán a comerle si les deja”.

Añadiré como último punto el hecho de la interpretación infantil. Suelo pensar que lo mejor es ahogarles para que no molesten. Pero aquí los dos niños cumplen con creces, tanto en los momentos de felicidad como de tristeza. Ayudando a que rebajemos más rápidamente nuestras defensas ante el pesar.

Película muy recomendable por la buenísima interpretación. Por si te gusta ir limpiando plumas todo el día o tener un cuervo que te cubre las espaldas.

La frase: No soy como otras aves, yo creo en la terapia.

La escena: La primera sesión de terapia con baile que Cuervo otorga. Primaria, pasional, rítmica. Muy convencido que algo similar era lo que se hacia antiguamente para establecer procesos curativos. Muy en la linea de procesos shamanicos.


Vista con PASE DE PRENSA en el Festival Internacional de Sitges 2025

Nota del autor:

9,0 ███████ (Excelente)

 

TRÁILER V.O.:

Written by Oscar Hidalgo

Cinéfago demente