Color Out of Space (Richard Stanley, 2019) – 111 min. –
El color surgido del espacio (Título alternativo)

Cuando un meteorito no trae un superhéroe precisamente

Esta historia es un viaje en los recuerdos, cuando un joven hidrólogo Ward se adentró en los antiguos bosques de Arkham con el fin de acabar los estudios necesarios para darle el visto bueno para la instalación de una presa hidroeléctrica y que toneladas de aguas sepultaran todo aquel lugar temido y respetado por los humanos durante siglos. En su exploración se encuentra con los Gardner, una familia peculiar afincada en una granja asentada en aquel bosque.
Nathan (Nicolas Cage) es el padre de familia, un neorrural excéntrico que abandonó la ciudad para cuidar a su esposa enferma de cáncer Theresa (Joely Richardson, Horizonte final (1997)) y de sus 3 hijos: Benny (un adolescente que siempre anda medio fumado), Lavinia (una gótica, aprendiz de hechicera que no se le ocurre otra cosa que jugar con el libro de Necronomicon) y el pequeño Jack un niño retraído detrás de sus gruesas gafas. Todo este singular núcleo familiar se irá al traste con la caída de un meteorito al lado de su pozo, un hecho insólito que se bautizaría con un color indescriptible y se convertirá en el germen del más horripilante horror cósmico. Ya que la feliz granja rodeada de alpacas y sueños bucólicos, se transformará en un laboratorio biológico lleno de atroces mutaciones y aberraciones que los llevarán a la locura. 

La luz que quema… y crea mutaciones con tintes ochenteros

El terror que creó Howard Phillips Lovecraft huye de estímulos visuales, sus monstruos y entidades que componen su Horror cósmico (*) nunca son descritos minuciosamente, – ya que una mirada contemplativa produce un rumbo irreversible hacia la demencia –  por lo tanto, lo «vemos» de forma indirecta a través de las reacciones de sus protagonistas, de su pavor al intentar describirlos, de su huida de la Realidad,… de sus sensaciones. Por ello, se hace siempre una empresa altamente dura, la adaptación cinematográfica de sus obras. ¿Cómo mostrar algo que está sutilmente insinuado? Al final todo es cuestión de crear una atmósfera donde lo invisible, lo que está fuera de cuadro, lo que nuestra mente niega, es el horror donde la huida es la única arma con la que podemos combatirlo.

Este terror queda fielmente reflejado en Color out of Space, donde Nathan y el resto de su familia se convierten en auténticos especímenes de laboratorio de un ser carente de forma y sustancia. Una forma de vida que interfiere los equipos electrónicos, que envenena el agua, que absorbe la energía vital y transmuta la carne y ADN, convirtiéndose en un crisol inmisericorde de aberraciones que transformará un lugar de ensueño en una pesadilla monocromática. La luz no solo nos avisa de su presencia -vale, en la película han incluido una especie de silbido inquietante- sino una advertencia que temeremos más que cualquier oscuridad.

Y rápidamente nos convertiremos en testigos de esta pesadilla cósmica, donde a través de los ojos de los hijos de los Gardner, veremos como aquella idílica granja se convertirá en la casa del terror con temática ochentera, con no pocos guiños cinematográficos a películas de culto como Poltergeist (1982), La cosa (1982) o La puerta (1987). Unos homenajes que no hacen desmerecer al film sino enriquecerlo al aumentar esa agobiante atmósfera a medio camino de paranoia y de alta extrañeza. Unos niños que ven como sus pilares fundamentales han perdido cualquier contacto con la realidad, especialmente el padre (Nicolas Cage) cuya bipolaridad nos hace temerlo más que el ser que se esconde en el pozo, y un hogar que te invita a ser olvidado de tus recuerdos.

(*) Horror cósmico (horror lovecraftiano): es un tipo de horror creado por el escritor de Providence, el cual se caracteriza por ciertos aspectos que se repiten durante toda su obra: la insignificancia de los seres humanos frente a otras especies -cuyo tamaño y aspecto solo podríamos asimilarlo como dioses- que han existido durante eones en el cosmos y que han visitado la Tierra (quedando algunos en ella), esos seres carentes de empatía están hecho de formas y sustancias que se escapan a la imaginación humana, y cuyo orígenes no solo se pierden en las estrellas sino en otras dimensiones. Utilizan a los seres humanos con fines oscuros y si alguno osa enfrentarse a ellos nunca alcanzará una victoria, solo la huida… no existen los héroes, solo testigos atormentados. Haciéndose constar la fragilidad/vulnerabilidad de la cordura humana.

¿Otra adaptación cinematográfica lovecraftiana? A la enésima va la vencida

No es el primer intento de adaptación del relato El color surgido del espacio, Granja maldita (1987) tuvo el dudoso honor de hacerlo y su resultado se convirtió en una soporífera pantomima, alejándose completamente del horror cósmico.

Ciertamente, las versiones cinematográficas de los relatos de H.P. Lovecraft nunca han tenido la suerte de retener ese terror que se hallaban entre sus páginas y al final han caído en estereotipos tentaculares, parodias de un gusto dudoso o un mero anzuelo publicitario para captar espectadores. Evidentemente el hándicap impuesto por Lovecraft en su narrativa no han facilitado las cosas, y esa es la razón de la gran expectación que genera cualquier adaptación a la gran pantalla de su obra. En este caso el prólogo en voz en off – extraídos directamente de las páginas del libro -al principio de la película es una declaración de intenciones, el realizador Richard Stanley admira profundamente la obra de Lovecraft y esto se verá plasmado durante el resto del metraje. Un adaptación más que correcta y ambientación casi exquisita, con un aroma a películas de los 80’s que impregna toda la cita. Es una sorpresa agradable encontrarse un film en el que es evidente el cuidado que se ha habido durante su proceso creativo.

Si ha que ponerle algunos defectos a este largometraje sería en su aceleración forzada de los acontecimientos, lo que en el relato se narran como un lento e impasible mutación a lo largo de meses… aquí en unos días todo está desmadrado, que hacen construir una atmósfera impuesta por un metraje limitado. Y -si somos muy quisquillosos- el efecto Jack Torrance que adquiere Nicolas Cage que nos hace dudar si su personaje está loco antes que caiga el meteorito. Por lo demás, es un interesante film que hará las delicias de los amantes de Lovecraft, del terror ochentero y de un película que evita el susto como premisa.

Lo mejor: Una adaptación bastante cuidada adentrándonos en el universo lovecraftiano.
Lo peor: La aceleración con que aparecen y mutan los engendros hace que se rompa esa atmósfera de alta extrañeza.

Distribuida en España por A CONTRACORRIENTE

Nota del autor:

7,5 ███████ (Muy buena)

Película en CARTELERA a partir del  07 de agosto de 2020

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Iris Martínez

Una película que se nota hecha con cariño. A pesar de que se sitúa en la época actual tiene una esencia muy atemporal y contiene una atmósfera particular. Se notan mucho las referencias del director pero integra sus homenajes de forma bastante acertada y manteniendo una identidad propia. Como dice mi compañero, los momentos de terror más monstruoso alteran el ritmo de una película que habla de algo incorpóreo que infecta y va aumentando tensión en el ambiente. Los efectos especiales están muy bien conseguidos y los pequeños detalles con un cierto estilo Hitchcock a ratos, le dan un toque. Una buena adaptación Lovecraftiana, de un universo donde sabemos que sobrevivir suele salir más caro que caer víctima de sus horrores.

TRÁILER

Written by Diego Karasu

Cofundador y Director Adjunto