Con amor, Simon (2018): a tiempo para el mes del orgullo

La verdad por delante: no estamos ante una obra maestra del séptimo arte. Ahora bien, como te digo una cosa también te digo la otra: esta película es absolutamente necesaria.

No es la primera película en abordar la homosexualidad adolescente, ni la primera película de un gran estudio en hablar de homosexualidad en un tono distendido, ni desde luego es la primera película de instituto americano. Pero es la primera película de instituto americano producida por un gran estudio con un protagonista homosexual que aborda la homosexualidad sin tragedias. Y eso era necesario.

En Con amor, Simon hay dos líneas argumentales entrelazadas entre sí: la de la sexualidad de Simon (Nick Robinson, Jurassic World 2015) y su decisión de salir o no del armario y la del chantaje al que uno de sus compañeros de curso lo somete al descubrir su correspondencia anónima con otro chico gay del instituto. Lo que hace que esta película destaque y sea un referente y un paso adelante en la lucha por la igualdad de derechos de los colectivos LGBT es que la orientación sexual de Simon podría sustituirse por cualquier otro elemento y la historia se sostendría igual de bien.

Es una historia de amistad y de crecimiento adolescente como cualquier otra. Huye de los tópicos en torno a la homosexualidad y la heterosexualidad y presenta la orientación sexual como lo que es: un rasgo inherente a cada uno. Pero lo hace de una manera sutil, sin sentar catecismo, sin grandes discursos épicos, dando a entender al espectador que así es como deberían ser las cosas.