La camarera Lynn (2014): Un drama sin drama

Lynn (Vicky Krieps) es una joven treintañera que trabaja como camarera de habitaciones en el hotel Eden, actividad en la que desenvuelve un trastorno obsesivo-compulsivo relacionado con la limpieza y que proviene de su madre. Su vida se rige por una agenda sujeta a una serie de ocupaciones que le proporcionan seguridad, a la vez que la suman en un estado de insatisfacción: las charlas con su terapeuta, sus machaques en el gimnasio, las relaciones sexuales que mantiene con el gerente del hotel, o la rigurosa llamada de los domingos a su madre justo antes de la hora del telediario.

Gran parte de la acción se desarrolla en el Eden, donde su vía de escape consiste en esconderse debajo de las camas de las habitaciones. Allí se dedica a observar a los clientes, escuchando sus conversaciones telefónicas y husmeando entre sus pertenencias cuando se marchan. Este singular entretenimiento constituye para ella una especie de aprendizaje que utilizará para superar su apatía. El aliciente definitivo será conocer a Chiara (Lena Lauzemis), una prostituta de lujo que practica el sadomasoquismo.

La película desarrolla el trauma personal que la protagonista tiene con su madre, una mujer que se rige por normas establecidas y por un patrón de conducta anclado en la distancia y la frialdad. Lynn quiere ser una persona diferente a la que espera su madre, y tratará de conseguirlo a través de un nuevo descubrimiento del cuerpo basado en el dolor y el contacto físico.

Así como la película nos enseña la cara oculta de una sociedad alemana que no es tan formal como parece (sino que está llena de porquería como las alfombras que limpia Lynn), ninguno de los conflictos reales que plantea Ingo Haeb con su protagonista tiene el empuje necesario como para que el público pueda comprenderlos o resolverlos por sí mismo. El tratamiento del tema (sin sufrimiento, sin hondura) hace que la rareza de la protagonsita se presente aislada e ininteligible para el espectador.

La estética fría y minimalista (un aire pictórico de colores planos y tonos suaves en el vestuario, los rostros de los actores deliberadamente inexpresivos), así como sus escasos y pobres diálogos, hacen de La camarera Lynn una película poco transgresora que sólo seducirá a los feligreses de una “modernidad” tan pulcra como aséptica como falta de contenido y emoción.

Distribuida en España por FILM BURÓ.
Vista en PASE ONLINE  el 18 de septiembre, Barcelona.