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 The Great Gatsby (Baz Luhrmann, 2013) – 114 min

El_gran_Gatsby_posterSin duda, El gran Gatsby (2013) es uno de los estrenos del año. Por tratarse de la nueva y superpublicitada película de Baz Luhrmann, director y guionista del rotundo éxito que supuso allá por el 2001 Moulin Rouge. Por tener en el reparto a estrellas de la talla de Leonardo DiCaprio (Django desencadenado, 2012), Tobey Maguire (Spider-Man 3, 2007) o Carey Mulligan (Drive, 2011), la actriz de moda en Hollywood. Y por adaptar la novela de un escritor de la talla de F. Scott Fitzgerald. Con esos elementos, la expectación está justificada.

Años veinte. Nick Carraway (Tobey Maguire) es un joven escritor que llega a Nueva York con la intención de ganarse la vida trabajando con bonos. Allí retoma el contacto con su prima Daisy (Carey Mulligan) y conoce a su marido Tom (Joel Edgerton, La noche más oscura, 2012) y a su amiga Jordan (Elisabeth Debicki, Una boda de muerte, 2011). Con ellos descubrirá las fiestas de la gran manzana y se verá sumergido en un mundo de alcohol y diversión. Una noche es invitado a la mansión de su vecino, Jay Gatsby, un misterioso hombre que da las mejores fiestas de todo Nueva York aunque nadie parezca saber quién es realmente. Pronto Nick se da cuenta de que Gatsby tiene un especial interés en él.

Lo que nos encontramos con esta nueva versión es una espectacular y llamativa tarta de diez pisos a la que cuando le hincamos el diente no nos sabe a nada. Con una realización hipercolorista de las que gustan a Luhrmann, la cámara nerviosa recorriendo la sala de punta a punta, acelerando o ralentizando cada dos por tres, y una banda sonora a rebosar de canciones animadas, El gran Gatsby lleva marcado a fondo el sello del australiano. Y, por supuesto, todos los defectos que ello conlleva: sensación de mareo, colores chillones que casi dañan la vista y sobresaturación sonora.

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Además, la proyección en 3D aumenta por momentos todos esos efectos visuales, aunque a medida que avanza el metraje cada vez tiene menos presencia el uso de esta técnica y uno casi olvida que está viéndola en el controvertido formato (para los anti, decir que también se proyectará en digital). A los que duden de si merece la pena pagar la diferencia de precio, aclararles que los primeros minutos se esmeran en hacerte notar el 3D y se disfruta bastante, pero al rato desparece casi por completo; además, no está del todo depurado, y aún se aprecian contornos poco delimitados o cierta sensación de translucidez en algunas formas.

Que Baz Luhrmann tenga un estilo muy particular me parece muy respetable y tendrá más adeptos o menos, pero dentro de lo suyo sabe lo que se hace. El problema gordo está en el guión, del cual es autor junto a Craig Pearce, con el que ya colaboró en otros títulos como Romeo y Julieta de William Shakespeare (1996) o Moulin Rouge (2001).

Empezaré por lo más llamativo. Los tempos están muy mal llevados. Pero mucho. Tardamos infinito en ver a Gatsby, y ciertamente el personaje de Nick no aguanta por sí solo tanto metraje. La espera se hace larga porque no se gestiona bien el misterio. Se dedica tanto tiempo a mostrar fiestas y numeritos musicales que la trama brilla por su ausencia. Es un error de bulto pensar que puedes distraer al espectador con media hora de pirotécnica vacua.

Más problemas: cuando se hace manifiestamente necesario que avance la acción, tiran de la omnipresente voz en off para contar cosas que deberían haber mostrado en acciones. O de flashbacks explicativos en los que te lo dan todo bien mascado reforzando lo que estás viendo con más voz en off. La sensación que transmite es que creen que el público saldrá contento con los fuegos artificiales y que no hace falta molestarse en contar nada de un modo decente.

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En la trama no hay conflictos de verdadero peso, así que nunca es emocionante. A eso súmale que los personajes tienen muy poco grosor (se salva Gatsby, y debería ser mucho más profundo). Resultado: gente que nos importa cero ocurriéndole cosas aburridas. Nick, nuestro protagonista, es el ejemplo más lamentable, ejerciendo siempre de mero espectador de lo que pasa a su alrededor; es tan endeble que ni siquiera está definido en muchos aspectos, tales como el ético o el sexual.

Al haber una clara disonancia entre una propuesta visual fuertemente marcada y trabajada y un guión descuidado, la película se vuelve una amalgama de cosas que entran y salen de pantalla sin una sintonía real: ahora un tipo tocando un instrumento, luego una acción de un personaje que parece fuera de lugar, seguida de un baile y una parrafada en off; nunca produce una verdadera impresión de conjunto sólido. Para muestra, la aparición tardía de la hija de Daisy que sabíamos que existía y que no pinta nada.

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El reparto hace lo que puede con lo que hay. DiCaprio está tan bien como siempre aunque el guión no le deja ser el Gatsby misterioso y seductor que debiera. Mulligan da un poco de luz a su papel de semiflorero, que ya es bastante; además es innegable que tiene cierta química con DiCaprio. Maguire hace el “pasmao” como en muchos de sus otros papeles. Debicki entra, suelta su frase y se va, en lo que podríamos llamar el semiflorero de quita y pon. Y Edgerton es el voluntarioso antagonista confundido; su personaje tiene tantas lagunas que es imposible que ofrezca una actuación coherente. Un pequeño inciso: que alguien enseñe a pegar a DiCaprio, por Dios; cada vez que levanta los puños hace el ridículo.

El ego de Luhrmann, siempre dispuesto a llamar la atención con trucos circenses antes que molestarse en contarnos bien algo, lleva a que El gran Gatsby esté llena de paralelismos con la versión de Grandes esperanzas estrenada este año: una apuesta visual clara que ha priorizado ante una historia con un gran potencial desperdiciado y que por cierto, tiene muchos puntos en común con la obra de Dickens. Pero hay que ser justos, y a diferencia de la Grandes esperanzas de Mike Newell, la película que nos ocupa hoy ni siquiera está al nivel mínimo exigible para una propuesta de este calibre.

Distribuida en España por Warner Bros Pictures.
Vista en PASE DE PRENSA el 16 de Mayo de 2013 en los Cines Cinesa Diagonal, en Barcelona.

Nota del autor:
4,0 ████ (Mediocre)

Trailer

COMENTARIOS DEL EQUIPO LGE

Sergio Cuenca
Dos cosas. La primera, aunque no venga a cuento: ¿Por qué Tobey Maguire no ha seguido haciendo de Spider-Man? Planta para volver a interpretar al hombre araña tiene, siendo además joven aún. Y la segunda, ya en relación con la película, es, ¿No había alguna actriz mejor que Carey Mulligan para interpretar a Daisy? A la actriz no le pega en absoluto hacer de “rubia tonta” con finura. Quizás el doblaje tiene parte de culpa. Quizás el aspecto que más me ha gustado ha sido el enfoque que le ha dado Baz Luhrmann, en la que al igual que el personaje de Nick Carraway, el público va contemplando una serie de hechos, vistos desde la óptica del ya mencionado, es decir, vamos viendo a modo de testigos lo que va sucediendo. La historia que se nos cuenta, es un largo flashback que nos narra las vivencias de Nick Carraway (Tobey Maguire) en 1922. En el contexto de su época, nos explica como la sociedad norteamericana no paraba de comprar acciones en bolsa y como el propio Nick se apunto al carro para poder ascender socialmente. Para ello, comenzó a trabajar como agente de bolsa y empezó a codearse con las altas esferas, empezando por tener su residencia al lado de la lujosa mansión del misterioso Jay Gatsby (Leonardo Di Caprio), un millonario que realiza fiestas extravagantes. La curiosidad y los diversos sucesos, harán que haya un vínculo de conexión entre Nick y Gatsby que los unirá como “compañeros”. Aparte de lo ya mencionado, no hay que olvidar que la cinta en su conjunto es una voraz crítica hacia la alta sociedad de los años veinte, quizás sumamente exagerada, pero no muy distópica a como era, en la que ensalza los excesos (fiestas, alcohol, drogas, coches caros, etc.) y las apariencias. Y aquí es donde entra en juego el siguiente aspecto que me ha gustado: Gatsby. Siendo un personaje misterioso pero que nos dice más de lo que nos cuenta por lo que podemos intuir. Su soledad se palpa y es comparable a su gran mansión cuando no hay nadie. Siendo un visionario audaz en los negocios, pero un incomprendido para el resto. Únicamente Nick Carraway es capaz de comprender de qué pie cojea (el espectador lo irá descubriendo), siendo por ello, capaz de ver más allá de las apariencias. Del resto de interpretaciones principales no tengo queja. Tanto Joel Edgerton como Elizabeth Debicki cumplen con nota, dejándome más que satisfecho. El primero da vida al rudo y racista Tom Buchanan, marido de Daisy al cual le van más los líos de faldas que las fiestas. Debicki, es Jordan, amiga de Daisy y golfista de la alta sociedad, la cual al igual que Nick, suele mantenerse en un segundo plano, observando, la cual también veremos que saca sus propias conclusiones. Únicamente y a parte de las estrambóticas fiestas “Made in Baz Luhrmann” en las que no pueden faltar personajes pintorescos, música actual remixada hasta la saciedad en un contexto de los años 20 y planos y más planos de gente bebiendo, yo me pregunto, ¿Qué ha pasado con algunas escenas de montaje? Es decir, en no pocas escenas, se puede observar a Leonardo Di Caprio con el pelo mojado y ¡oh! Por arte de magia, cuando vuelven a enfocarle ¡Tiene el pelo seco y esta peinado! Una de dos, o en su reloj tiene un “mini-secador” el cual seca y peina al instante (ropa incluida) o los de montaje no han caído en esto. Los misterios del Gran Gatsby. 7

Written by Eloy Cabacas

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